Sociedad Italina (Completa) ✓©

By AlysaKai

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Carina Carson es una chica del montón que movida por la codicia acepta un trato a cambio de dinero. Debe serv... More

Frase
Sinopsis
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Epílogo West
Epílogo Carson
Mockup

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By AlysaKai

¿Me desea?

Proyectar no es mentir; es la magia del porte








Despierto con una palmada, digo, con una nalgada.

Mentiría si dijera que no me he acostumbrado a ellas. Tanto, que si de casualidad llego a despertarme y aún no la he sentido, entiendo que todavía no debo levantarme.

— Si en 3, 2, 1, no estás en el baño, te vuelvo a tocar el culo.

Emito un bufido para alejarme de la cama a paso lento y consecuente de que en mi trayecto repare en Calen frente al espejo del tocador. Sus dedos van con precisión hacia partes de sus cabellos, saben a dónde ir, qué arreglar; por tanto le dejo así para adéntreme en el baño. Pienso en lo raro que es que alguien con tal mal dormir sea buen madrugador, pues hay algo más a lo que me he acostumbrado en la convivencia con Calen: a sentirlo cada madrugada marcharse al baño luego de perder el sueño.

Hoy intentaré ver a Xavi, me digo. Debemos apresurarnos a colocar las cámaras para conocer los secretos que ocultan. Además por Xavi para que aclare su situación con Micaela e intenten de una vez tener su relación sin líos porque Calen y yo últimamente ni hablamos: él se limita a quejase de mis atuendos, a llevarme a la facultad, a reñirme porque uso su cama de escritorio y claro, me toca el culo todas la mañanas. Fuera de eso, anoche en resumidas cuentas nada más dije a Codicia cuando me llamó. Salía de clases y me demoré en contestar, luego su tono no se oyó mucho más alegre pero de igual forma pedí saber a qué se debe todo esto.

«Personal»

Quieren hacerlo sufrir; a Sberna, mediante su hijo. No comprendí yo qué pinto aquí de novia en vez de sacarlo con alguna escusa de Italo e ir a entregárselos.

Mientras me coloco el gorro de todos estos días, me viene mi imagen en semejanza con una serpiente que espera cauta el perfecto momento para atacar: porque sucede que en las noches antes de que a Calen le llegue el insomnio, me quedo despierta viendo al techo segura de que si no es esta noche será otra pero lo haré. Mis pagadores me darán lo prometido pero evito suponer qué pasará con Calen después. No más, me digo. Cierro los ojos, los aprieto para dejar vagar estas ideas y no empezar el día pensando mal. Escucho entonces un sonido como de quien mastica comida con la boca abierta. Giro para notar que se trata de Calen chupando con extravagancia uno de sus caramelos de menta.

— ¿Qué cosas guarras estás pensando? –sugiere en tono picarón.

— No pienso nada –defiendo con ahínco.

Y un tanto de berro.

— Solo digo –hunde sus hombros– por si quieres hacer algo realidad, aquí estoy.

Ese tono me sulfata y el desodorante tomo en mano para enviarlo contra él. No obstante, lo esquiva retorciéndose sobre el colchón

— Deja de hablar mierda y vamos.

— No.

— ¿No? –cavilo– Bien, pues me voy yo...

Del suelo tomo mi móvil. Resulta que Don Minimalista no posee mesas auxiliares o de noche, razón por la cual en donde debería ir una, ahí dejo el celular cuando voy a dormir. La puerta queda al otro lado, una vez Calen se mete en medio, con reiterado gesto de negación.

— Tú así –señala con sus manos– no vas a ningún lado

— ¿Qué? –chisto desafiante– ¿Tenemos que vestirnos a juego?

Nop. Mi punto es que con este aspecto demuestras que te importa cada post que te critica ¿O me dirás que antes de lo sucedido te vestías así? Yo sé que no. Te estoy dando un consejo: es estúpido huir con una vestimenta desmejorada porque igual te notan, sin embargo, con un porte esbelto y extravagante, te notarán, sí pero sabrán que si multiplican sus palabras solo te volverán más fabulosa. En consecuencia, 1) dejarás de ser su objetivo y 2) dejarás de martirizarte.

— ¿Y? ¿Me prestarás tu ropa?

— No.

Su plan es traer a KIMKA y mostrármela como as bajo la manga. Ella a su vez me observa tragándose la discordia de la que no va a tirar.

— Traeré mi equipo.

Eso me suena a demasiado y el rostro se vuelca en gestos por mis hipótesis. Luego veo que se trata de una variada cantidad de ropas en conjunto con maquillaje para combinar con cada una. KIMKA elige un atuendo de cuero con botines altos con el que estoy de acuerdo. Cuando le sonrío en agradecimiento, ella me puntea el baño. Me recibe de regreso evaluando el atuendo, mientras yo me fijo en que su pijama de brillos es lo que le sigue a excéntrico y el cabello lo lleva tan en orden como si hubiese dormido en alguna urna de cristal. Luce impecable ese mérito nadie se lo quita.

— Me gusta, comencemos el maquillaje –una de sus uñas estrambóticas puntea la silla, así que tomo lugar.

— Gracias por tomarte el tiempo.

— Lo hago Calen. Ahora que no está puedo confesar que doy likes a los post que protagonizas como puta.

Volteo tan solo para conseguir que su fuerza me traslade el rostro de vuelta al frente.

— Bien pero no tengo idea de qué

— Te metiste con ellos: Calen y Beck son preciados para mí.

— No fue intencional

— No te creo, nadie te cree, supéralo. Y para de mover la cabeza o esto no quedará parejo. ¿Sabes que en cada manada de lobos hay un alfa?

— Sí –respondo sin comprender este giro en la conversación.

— Así es; ellos son los que dan la cara, los que pelean por el bien de la manada y la manada acata sus órdenes –su pausa es para cambiar de brocha– pero también hay hembras alfas, celosas que con su olfato logran detectar a los coyotes o chacales –me tenso al notarla oliéndome–, a ellas las mandan a cazar a los omegas para que desaten toda su furia sobre esos seres traidores. Porque la hembra tanto como el macho viven por la unidad del grupo y el bien de la manada. Si me has comprendido, sabrás que esa hembra soy yo. ¿Quién vas a ser tú, Carina? Piénsalo bien, así como cada paso que das con Calen: si lo dañas, te destruyo. Y para ello suelo ser tan extravagante como para vestir.

Al regreso de Calen caigo en cuenta de que los demás cambios eran por si éste no le gustaba. Con todo, él expresa su agrado al alzar sus dos cejas mientras evalúa desde la punta de los botines que acaban en mis rodillas, pasando por la zaya de vinil hasta acabar en la blusa de mangas largas y pronunciado cuello V.

— Arriesgado –dice a KIMKA. Creo que la felicita–. Aunque la falda podría volverse minifalda...

Plantea para acercarse a resolver lo único que le disgusta del atuendo. Entonces, toma la parte superior para doblarla hacia dentro e ir achicando el largo de la prenda, que por además con la pendiente te de mi trasero queda la mar de tentadora. Calen sonríe y se me escapa un rubor que nadie nota. Respecto a la blusa, lo cierto es que el cambio de mes va haciéndonos saber que se acercará el frío, así que es perfecta, por tanto no objeta nada.

— Me voy, mandaré a alguien para recoger esto –se refiere al maquillaje y vestuarios.

Ambos se dan dos besos de mejillas, por mi parte la despido con la vista para luego encarar a Calen.

— ¿Cómo logras eso?

— Kimki y yo tenemos un vínculo.

— ¿Un vínculo?

— No te enrolles Carina. Lo que toca es que proyectes todo lo que te has tirado encima, porque puede que te odien pero hoy te van a desear.

— ¿Tú me deseas? –se me ha ido.

He dicho lo que pensaba en una nota muy baja y fácil de confundir con un tono sensual. Ahora temo a su reacción. En consecuencia solo atino a quedarme en mi sitio, donde el trasero roza el espaldar de la silla del tocador. Ello siento aún más por cada paso que retrocedo para alejarme de los que avanza Calen. Su respuesta ya no es necesaria pero creo que me besará si tomo en cuenta que no aparta su vista de mis labios.

— Oye era

— Ahora no te retractes –corta mirándome a los ojos.

Estamos cerca. Al punto de reunir saliva para tragar frente a la tensión que tira de la cuerda invisible entre nosotros: a un extremo el querer y al otro el desquerer. Pese a ello Calen sostiene de un modo fijo el agarre que incrusta su mano alrededor de mi cuello. Busca que no me mueva pero él desconoce que no lo haré, así como tampoco detendré los besos a mi cuello, ni sus lamidas en declive para delimitar el cuello V de mi blusa. Para el tiempo exacto en que ese tacto fresco gana mis suspiros sin cordura, Calen me levanta y deja sobre el tocador. La silla cae a un lado resultante de su manotazo para acercarse todavía más. Entonces, sus palmas caen suaves sobre mis muslos y se adelantan a escarbar por debajo de mi falda. Cuando tiene entre sus dedos mi braga Calen empieza a retirarla con lentitud y una vez la tiene, la lanza a mis espaldas.

— Estás empapada –nota mientras saborea mi clítoris.

— Creo que sí soy una p

— No –me detiene–. Eres mi novia...falsa

Él ríe sin sonido; yo no salgo de un gemido para entrar en otro. Su dedo se vuelve más ágil en mi coño hasta que se detiene por mi grito.

— He llegado –le murmuro.

Él sonríe, me da un beso penetrante, invasor y exquisito que me hace caer en uno de esos momentos en que la mente planea por uno movimientos que ejecuta sin permiso: mi pie se interpone entre nosotros en punta, con la orden no dicha pero entendible. Calen retira el botín con expectativa y subo por su abdomen con la punta de mis dedos, hasta apegarme a su boca en donde él sostiene mi calcañal. Y besa como si de una mano se tratara, el empeine mi pie. Con todo; una vez bajo el pie, señalo su bulto en reclamo para que se desvista, al menos lo suficiente como para tocarle ahí también.

— Mi respuesta...ahí la tienes.

— Ya veo...–aprecio.

Enseguida hundo mi pie sin pudor en su excitación dándole el placer que él antes a mí. Masajeo por detrás, debajo, viéndole a su rostro contraído y a su ojos cerrados. Lo está disfrutando: yo también. Por tal razón me ordeno no pensar en absolutamente nada de lo que acontezca fuera de este cuarto. Entonces, le hago llegar a él también con lo cual, siento una sensación similar a un brinco en mí, o un ensanchamiento de orgullo.

Cuando alejo mi pie sus manos ruedan la zaya de cuero como si envolviese una esterilla; de manera que hasta me elevo un poco para ayudarle. Por tanto la zaya acaba rozándome la cintura y aferro mis manos al borde del tocador cuando su agarre se percibe duro en torno a mis nalgas. Y dejo caer la cabeza hacia atrás. Él me penetra sin necesidad de mayor rodeo y grito pero me controlo. Arraigo mi pie sin botín junto al que todavía lo lleva detrás de su espalda. Acto seguido: me aprieto contra él en busca de acoplarme a su ritmo. Hasta que la lejanía de Calen supone un obstáculo para llegar a más. Por tanto, suelto las manos y voy a rodearle de la nuca: dejo mis antebrazos reposando sobre sus trapecios y aumento el ritmo que marcan mis caderas, entonces, él dice algo en ruso. No paro de jadear ni de sentir que sudo pese a tener el aire frío invadiendo la habitación. Sus brazos y antebrazos los coloca alrededor de mi cintura para ceñir con una fuerza que debería molestarme. Endurece lo que de lejos parece ser un abrazo y el efecto me lleva a gritar, aunque en realidad es una especie de aferro como si fuera yo posesión suya.

— Estoy llegando –susurro a su oído.

Calen me besa vuelto apremio.

— Yo también –dice con sus labios pegados a los míos.

Para enseguida blandirnos en lengüeteos.

A continuación la urgencia se apodera de nuestros movimientos. Los choques de cadera se aceleran entre los dos. Anhelamos el clímax al que llego cuando me pronuncia.

Él se aleja pero yo apoyo mis manos sobre el tocador para adaptarme de nuevo al tiempo y espacio. A mi respiración y la falta de su agarre.

— Creo que tomaré un carrito de gol para ir a la facultad...–alego.

Desciendo del mueble, tomo la braga y me la pongo.

— Esto ha sido

— Un error –corta hablado por encima de mi tono–. Ya lo sé...pero que rico es equivocarse.

— Calen...

— Haz lo que quieras –dispone.

Él va a verse en el espejo, se retoca sus cabellos: los que se desordenaron a causa de lo sucedido. Para luego irse como si nada hubiera pasado. Tal acto me incomoda en gran manera pero hago lo mismo: recoloco mi falda, el cabello y me alejo de aquí haciendo de cuentas que no, Calen y yo no hemos vuelto a follar.

Nada más pongo un pie fuera del carrito el efecto de girar cabeza es inmediato, e instantáneo el acto de filmar mi entrada a la facultad. Trato de no reír por lo predecibles que son; más bien alzo el mentón y aunque antes nunca lo hice, modelo al paso en que camino. Juego con el cabello un segundo; al próximo elevo mi anular a una cámara de móvil que me grava de cerca. No debí hacer eso, me digo, pero me salió. Por tanto hundo los hombros en resignación divertida, sintiéndome como mucho, parte de la Sociedad Italina. Tal vez este atuendo no me pertenece o tal vez solo hoy me veré diva a rayar pero hasta aquí tuve que llegar para comprender que no se trata de la ropa, ni del trapo, sino del porte con que la exhibo y el uso que le doy para proyectarme respecto a los demás. No se trata de mentir, sino de hallar en mí una fortaleza de carácter consecuente de la seguridad que me da eso que llevo puesto, así todos hablarán quizá pero ya me importa poco lo que digan.

En los pasillos me reconocen como ese escurridizo castor cruzado con erizo que ya se hartó de ser ermitaño y ha sacado las púas para relucir. Soy su objetivo antes humillado que desde hoy decide obviarlos, porque entendí que a ellos les importa mi felicidad lo mismo que a un gato la vida de un ratón.

«Basta con los animales por hoy»

Lo cierto es que ya no les doy la misma atención que en la entrada pero el impacto es notable incluso entre profesores. De ellos a Vino sonrío cuando entra al aula medio vacía y me da un giño con pulgar en alto: en mutuo acuerdo con mi actitud. Entre chiflidos me siento, cosa que me molesta pero sé que acabarán una vez suene el timbre para empezar las clases. Mis amigos reaccionan también pero solo impresionados y llenos de aprobación con el vestuario. Siguen sin hablarme.

— ¡Ey Carson! –silban por molestar– ¿Cuánto por una noche?

— Lo siento D'Ávila, soy demasiado valiosa. No podrías pagarme.

A los dos, más a los espectadores, queda claro que la broma se fue a pique. De manera que para rematar imito mi gesto de «Sorry bebé» y le mando un beso al español estirando mis labios. Luego, la lección con Vino comienza.

Creo que me aburro así que grabo las siguientes lecciones para dedicarme a ver DUDO. Ya hay varios post con mi entrada pero dejo de lado cada una de las etiquetas para centrarme en El Duende. Ha compartido noticias de noviazgos falsos, de parejas por conveniencia, de sobornos aceptados, de familias en discordia, de traiciones, de amigos que hablan de los de su círculo cada barbaridad que en parte me alegra su estadía. El perfil no hace más que romper la estabilidad de muchos para, al menos, librarlos de vivir una fantasía débil construida a base de mentiras. Porque para muchos su realidad es justo la desdichada verdad que El Duende muestra a todos. Por tanto, veo a este perfil como un rastrillo: a su paso arrastra, amontona los desechos pero limpia el terreno de lo malo. Con todo, aún debo esperar pues, a pesar de lo actual, creo que su misión es otra.

El Duende no me produce gran desconfianza pero sí un tenue recelo.

— Xavi –llamo cuando me detengo en su mesa del comedor a la hora del almuerzo.

— Esta noche –confirma.

Él, al estar rodeado por las Benson se limita hablar, de modo que cabeceo porque comprendo el mensaje. West no levanta cabeza de la bandeja pero creo que ello no se debe a mi presencia, sino a causa de algo más que le preocupa. Pienso que hay muchas cosas pero todas se resumen a una: Calen.

Entonces, me alejo diciéndome que es mejor la lejanía que la cercanía hipócrita.

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