Sociedad Italina (Completa) ✓©

By AlysaKai

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Carina Carson es una chica del montón que movida por la codicia acepta un trato a cambio de dinero. Debe serv... More

Frase
Sinopsis
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Epílogo West
Epílogo Carson
Mockup

24-Carson

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By AlysaKai

¿Alérgico?

Nueva rutina; nuevas adquisiciones.








He alcanzado dos grandes logros estos últimos días: 1) ser la Puta de Italo y 2) llegar tarde a todas mis clases.

La reputación que va en ascenso todavía no es ni tan siquiera obviada por dale cobertura al Duende. No; camino por cada pasillo siendo una especie de castor que alguien cruzó con erizo y se volvió un ser ermitaño. Después de convertirme en la novia de Calen Sanders mis uñas han mudado su esplendor: ahora llevo el esmalte lila repartido en fragmentos y no paro de comérmelas a la primera oportunidad: ya sea en clases, en la biblioteca, o aquí mismo mientras estudio llena de libros en la cama. Esto, dado que el dueño del dormitorio no posee casi muebles. Pero claro él estudia en el suelo al otro extremo de la habitación que parece casa lista para vender.

— Ya te he dicho que no repartas tu reguero en mi cama –chista nada más entrar.

— ¿Dónde estabas?

— ¿Controlándome cariño? –supone con mofarse.

— En absoluto, lo dije por instaurar una charla pero me da igual.

Vuelco otra vez la concentración en mis libros y resúmenes hasta notarlo invadiéndome.

— Necesito que no te acuestes, estoy estudiando –condiciono.

— ¿Y a mí qué? –gesticula con sus manos que no le importa– Vete al suelo, es muy cómodo, yo me voy a recostar

— El suelo será para brutos como tú –le rebato.

— Seré todo lo que quieras pero ¡ahí va! –actúa de impresionado luego de lanzar uno de mis libros al otro lado– ¡A volado!

En acto seguido, comienza a reducirme el ángulo de mi espacio para tratar de sacarme.

— En mi cama se folla; no se estudia.

— Pues te quedarás con ganas –respondo.

— Siempre puedo hacerlo con alguien más –sugiere.

— Mira pues sí pero mientras no sea aquí, maravilloso porque este dormitorio –punteo con mi puntero– también es mío y lo respetas. ¿A todas estas: tú no estudias?

— Soy un estudiante con beneficios.

— ¿Qué? ¿Compras notas?

— Es broma –cuenta–. Acabo de cenar y es malo para la salud estudiar enseguida.

— También es malo dormir después de cenar –replico.

Su mirada me dice que no ha pedido mi opinión, con todo, él se duerme y yo estudio en una esquina de la cama. Ya entrada la noche tomo en cuenta que no fui al comedor. En realidad me doy cuenta porque el estómago me ruge en protesta y en consecuencia detengo el estudio con el que me siento satisfecha. Alejo todo hasta el tocador colocándolos en pilitas mientras odio el sinsentido minimalismo de Calen.

Una, dos y casi tres horas después, el hambre gana la batalla con el sueño. De vez en cuando giro para ver con rencor al que duerme como un tronco. Lo hace bocabajo además. Por tanto le comienzo a voltear para dejarlo sobre su costado. Mamá me enseñó que no es bueno la antes postura de Calen. Al cabo de un rato empiezo a dormitar, sin embargo, noto una revoltura y giro con disimulo para verle: Calen según yo tiene una pesadilla pero el susto de verle arrugando sus ojos, de presenciarlo sudando y manteniendo una reiterada negación, me hace actuar como dormida. Luego, despierta de su mal sueño y se adentra en el baño con intención quizá de bañarse de nuevo, pues una vez cierra la puerta, mi audición percibe el sonido del agua choreando con fuerza contra las baldosas.

Se demora tanto en volver que acabo durmiéndome. No obstante, en la mañana me despierta azotándome una nalgada.

— ¡Arriba! –me grita.

Lo hace a la primera oportunidad y por supuesto como entiende que ello me molesta, me enoja, infringe las pautas del espacio personal y en parte sí; logra despertar a un dormido, él no se detiene y continúa haciéndolo.

— Si en 3, 2, 1, no estás en el baño, te vuelvo a tocar el culo, Carson.

¡Mierda!, me quejo para mis adentros. Ello se reproduce en alejarme de la almohada y correr lejos de Calen que ya está incluso vestido. Listo para empezar el día y yo todavía masajeando mis lagañas. Al menos, si bien no se lo digo, le agradezco que me despierte hasta hoy; porque en tanto me lavo los dientes, pongo alarmas en mi móvil. Y a su paso evito entrar en DUDO. Acabo el aseo con una musiquita de fondo para ir a elegir el atuendo que dicho sea de paso, aún poseo dentro de las maletas como si fuese un viajero de paso que no conoce lo que es un clóset. En mi caso: no lo tengo.

Salgo para ir en busca de mis espejuelos pero en el trayecto me encuentro a Calen sentado al borde de su cama jugando a lanzar las llaves del murciélago arriba y tomarlas de vuelta. Repite y repite el gesto hasta que me ve. Entones no se traga el comentario:

— ¿Vas a asaltar una gasolinera? Porque en el disfraz te doy un 10.

— Ja,ja,ja –llego al tocador y de soslayo veo que en efecto eso parezco.

El conjunto negro con gorra apoya su idea pero no: yo persigo que no me jodan si algún estudiante me reconoce en los pasillos, o mientras atravieso al campus a pie porque, ya me fastidia bastante tener que moverme a paso de peatón en esta Universidad no hecha para eso. Razón por la cual mi puntualidad es casi peor que mi reputación.

— ¿Lista? Vamos.

— ¿Qué? –chisto en discordia pues tengo una leve idea.

— Iremos en mi murciélago. Te dejo en tu facultad, luego voy a la mía.

— No, no –le detengo colocando un brazo como si le impidiese salir por la puerta.

— ¿Apostamos?

Su tono es aburrido. Quizá lo esté de mí aunque ello no le impide alzarme para transportarme en contra de mí voluntad hasta el auto. Al dejarme dentro, Calen tira la puerta con una fuerza que discrepa con el sonido que da al cerrarse. Veo además que los pedestales presenciaron la escena de esta riña, pues iban hacia sus vehículos.

Enseguida estiro el cuello para ver a Beck que hoy no se transporta en la bici, sino en una moto hermosa de color verde turbio. Muerdo entonces mis labios por la idea de imaginarme abrazándole a él mientras estoy sentada ahí detrás.

— ¿Te gustan las motos? –zumban a mi lado.

— Me gusta Beck –le aclaro.

— Cierto.

Hace como que recuerda ese punto antes de prender el motor, junto al cual me destapo yo.

— Te dije que no –alterco y noto que están activos los seguros– ¡Quítalos!

— No.

Bufo; Calen ni voltea a verme. Tampoco soy de armar desmadres pero su ayuda me suena a que todo se ha olvidado, a creer que por llevarme se ganará una conmigo.

— No quiero que me lleves

— Lo sé –interrumpe– pero somos novios y deben vernos juntos y mi novia por terca no tendrá ausencias o llegadas tardes. Así que tómalo de esta manera: no lo hago por ti, sino por mi reptación al ser tu novio. ¿Te vale eso para callarte? En la cajuela hay chuches, come algunos si quieres.

— Mírame.

— Estoy conduciendo, no puedo

— Pues para, detén el auto

— ¿Qué Carson? ¿Qué? –demanda aburrido de mí.

— ¿La noche en que estuvimos era parte de este plan tuyo?

Por supuesto no se esperaba eso, por mi parte sí lo pensé de repente porque ¿para qué hacer eso? De manera que se lo sumo al cuestionamiento.

— Quizá había otra manera para lograr

— Oye espero que sepas que no te violé

— ¡Pero tú lo estimulaste! –interrumpo–, Llegaste y

— Tú no lo detuviste. Más bien lo hiciste parte de tu plan

— ¿Insinúas que tengo un plan? –creo acertar– ¿Por eso estás cerca de mí? Para...

— ¡Ay ya! –se queja en tanto detiene para verme– Sí: follamos y te gustó ¿para que darle más vueltas? A mí también me gustó, por si eso es lo que buscas que diga

— ¿Qué? –flipo– Claro que no, intento entender todo este embrollo...además ¡me mentiste! Creí que aquello era privado y ¡me estabas filmando para publicarlo...!

— Oye: supéralo.

Culmina antes de volver la visita al camino.

— y si quieres lanzarte del auto en marcha, eso solo nos volverá un poquito más excéntricos.

Dicho eso noto que desactiva los seguros de las puertas. Entonces, me cruzo de brazos para berrinchar a través de mis respiraciones sonoras. Ninguno habla más y dado que empezamos el día temprano, mi puntualidad hoy es fenomenal. Cada clase lleva a otra entre el buen ánimo de estudiantes y profesores que recargaron pilas con las Semanas Deportivas. Sin embargo, a mí me drenó la alegría que en la otra punta del aula desprenden mis amigos, que en los recesos cuchichean de no sé qué. Es como mínimo demasiado descarado ir hasta allí para saludar. E incluso si fuera a saber del golpe de West, sería algo fuera de lugar para ellos. Aunque sí los observo para con ello notar que extraño incluso a las Benson. Chicas con un ego hecho de filtros, likes y dietas rigurosas, con ganas de colarse como polizonas en una pasarela si las evalúan por su manera extravagante de vestir que imita a KIMKA, con ganas de ser populares pero sin poner nada de intención en ello. A ellas: las únicas capaces de volver mi rostro promedio a una obra de arte gracias a sus maquillajes, ellas que son diferentes pero compartían conmigo y quizá fue obra del hábito ese sentir con que ahora las denomino amigas.

Con todo, ni West ni ellas y por lo que percibo ni Xavi me tienen ya en su círculo. De manera que en el receso me concentro en dibujar garabatos sin moldes ni ganas hasta que llega al aula otro profesor. Hoy la última clase resulta ser con Vino, lo cual me viene bien para entregarle algunas tareas que con esmero hice a mano.

Él ríe y cabecea en positivo al tenerlas después de la clase.

— Eres una maravillosa estudiante. Podría enseñar por años, que jamás veré a otro de aquí entregarme informes a mano.

— He tenido tiempo y pocas ganas de ser vista –lo digo a modo de calzar el alago.

Me retiro para dejarle recoger sus cosas pero me llama.

— Ven Carina. Quiero que sepas –coloca sus manos sobre el maletín– que DUDO es una red social, estudiantil, de educación (según dicen) y de farándula pero la vida real es esto –puntea a mis resúmenes–: todo lo que somos capaces de hacer sin necesidad de exhibirlos nada más que a unos pocos. Y esos pocos deben ser los mismos que necesiten saber de uno qué somos en realidad –no quiero llorar pero mis ojos ya están aguados–, porque en esta escuela hay muchas mentiras que impiden a miles encontrar a las personas que se necesitan para vivir en la realidad y tú que (por equis o por ye) ahora eres transparente, porque exhibieron tus secretos, céntrate en vivir junto a ellos...pero si los has perdido, entonces enfócate en recuperarlos. Sé que podrás.

— ¿Profesor usted encontró a esas personas? –indago sorbiéndome la nariz.

— Sí. Aunque estoy aún el proceso de recuperarlas

— Sé que podrá –igualo.

Afuera de la facultad ruedo los ojos a causa de Calen que parece un guardaespaldas que masca chicle. Me acerco para cuestionarle su plante aquí pero al retirarse las gafas, me da un escrutinio.

— ¿Has estado llorando? –dice.

— No, es otra cosa

— ¿Cortando cebollas? –ironiza.

— No te interesa –enfatizo.

Como no quiero pelear solo le aparto con mi cadera del sitio y abro la puerta del auto.

— Quiero ir a un sitio –le dejo caer.

— ¿A dónde?

— Al invernadero.

— Ni de coña. Ese sitio me da alergia

— ¿Tienes alergia al polen?

Creo que sí, a consecuencia de que el jardín y el invernadero se encuentran en el mismo perímetro, aunque con trabajadores por separado.

— No te importa

— Bueno entonces llévame...sigue todo recto, recto hasta el final

— Sé dónde queda –vocea por encima de mi tono.

Después de su última interrupción no hemos vuelto a hablar. Sin embargo, ya vamos más de medio camino sin que encienda la reproductora.

— ¿Manejas sin música?

— Sí.

— ¿Por qué?

— Distrae.

— ¡Qué va! Para nada.

— Ponla bajo; odio los ruidos estridentes –condiciona.

Vaaale.

Mientras en el asiento me muevo, Calen me ve de reojo hasta pronunciar:

— Oye espero que te encargues de crear todo eso de la competencia Demo Dance. Se te da bien eso.

— Solo la parte del baile... ¿lo haremos por participar y divertirnos, o para ganar?

— A ganar, claro. Veré si me sale algo para el tema musical

— ¡Sí! –aplaudo– Genial. Tengo una idea: imagina que empiece suave como otro instrumental más de piano y mientras nos acostumbramos al sonido, desde un punto de vista en donde coordinemos los pasos, el instrumental se vuelve más fuerte, mucho más rápido, ¡veloz! Hasta volverse un Shuffle tan dinámico que los ponga a bailar –sonrío con mi dentadura abierta.

— Bello –ironiza–, salvo por la parte de que yo de Shuffle sé lo que tú de arquitectura.

— No puedes apostar cuánto sé de arquitectura –divago; él me obvia.

— No va eso, piensa en otra cosa –creé que dictamina.

— Pues fíjate que a mí me encanta y esto va. Podemos ensayar en el ala vacía de la habitación e incluso, si quieres, se me ocurre la idea de que puedes ir posteando tus progresos. Además aprenderás algo nuevo y no es difícil.

— Cállate o apaga la música. Las dos cosas a la vez, me perturban.

De momento me callo, aunque al poco rato quito la música. Hemos llegado al destino.

Enseguida doy uso a la cámara del móvil mientras avanzo a al interior, ajustándome los espejuelos para no perderme ningún detalle. Con todo, siento que voy sola por lo cual, giro.

— ¿No vienes?

Calen me dice que pasa de todo esto con un simple gesto de azorar los dedos de su mano.

Yo vuelvo mi boca un retorcijón que toma por desperdicio su elección y continúo mi camino. La idea es comprar algunas plantas pero el valor que piden a cambio ellas es más que el dinero de la quincena que me manda mamá. Por tanto, acabo comprándome unas flores chiquitas plantadas dentro de unos vasijitas de barro que me caben en la palma de la mano. Son unas ternuras y huelen demasiado bien. Camino de regreso diciéndome que con calma y sin Calen debo volver a este lugar para inspeccionarlo mejor. Por ahora creo que me conformaré con tener estas cuatro flores en el alfeizar de la ventana.

Sonrío antes de pedirle:

— ¿Puedes abrir el maletero, por favor?

— ¿Dónde vas con eso? –examina con su índice en punta.

— Al dormitorio

— No

— ¿Por qué no?

— Porque si en mi dormitorio no hay flores, es que no los necesita. Punto. Vótalas y entra.

Su ceja se alza en espera; mi rostro se enfurruña en desafío. Aprisiono las cuatro al pecho pues las llevo cargadas como a un bebé. En suma: Calen abre el maletero.

— Dámelas yo la pondré –se ofrece.

Dicho esto, me muerdo el labio inferior para elegir quién se va conmigo de primera, como si en lugar de eso les fuera a dar nombres. Aunque no es mala idea, pienso después.

— Es para hoy, Carina –me apremia.

Inconscientemente doy un brinco y le alcanzo la primera.

— No me agradezcas –pincha al cerrar el maletero.

Sonrío en discordia para descruzar mis brazos.

— Por supuesto que sí –atino.

Entonces, elevo mi dedo corazón ante su rostro. Él de repente lo ve como si le hiciera gracia en lugar de molestarle como descubrí que ocurrió con las plantitas. Sin embargo, el rictus de mis labios se cogestiona, como yo que me enojo toda al verle inclinándose sobre mi dedo. E introduciéndolo en el agujero de su boca para chupármelo y como si de un caramelo se tratara, volver a dejarlo libre de su succión.

— De nada –completa.

Tras darle una mueca de asco, ruedo el auto para ir a sentarme. Volvemos sin música pero al menos Calen baja las ventanillas a la par que quita el capó. Entonces pienso en sus nombres: Pili, Jana, Celis y Haina.

— ¿Qué te parecen? –le comento al llegar.

— Horribles. Pero supongo que no estás pidiendo mi aprobación.

— Pues no –acepto.

Quedan bellas en el alfeizar y de un santiamén al colocarlas, azoro un poco el halo impasible de esta habitación. Decido olerlas para apreciar el aroma que exhalan juntas sin saber que me ve, hasta que oigo el ruido de la cámara de su móvil capturar este instante.

Cuando le pido explicaciones me dice que dedicará un post a su novia, con todo, ese post nunca aparece en DUDO.

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