Keeper

By stillawkward

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Keeper. [h.s]
Capitulo #1
Capitulo #2
Capitulo #3
Capitulo #4
Capitulo #4 [Parte 2]
Capitulo #5.
Capitulo #6
Capitulo #7
Capitulo #8
Capitulo #9
Capitulo #10
Capitulo #11
Capitulo #12
Capitulo #13
Capitulo #14
Capitulo #15
Capitulo #16
Capitulo #17
Capitulo #17 [Parte 2]
Capitulo #18
Capitulo #19
Capitulo #20
Capitulo #21
Capitulo #22
Capitulo #23
Capitulo #24
Capitulo #25
Capitulo #26
Capitulo #27
Capitulo #28
Capitulo #29
Capitulo #30
Capitulo #31
Capitulo #33
Capitulo #34
Capitulo #35
Capitulo #36
Capitulo #37
Capitulo #38
Capitulo #39
Capitulo #40
Capitulo #41
Capitulo #42
Capitulo #43
Capitulo #44
Capitulo #45
Capitulo #46
Capitulo #47
Capitulo #48
Capitulo #49
Capitulo #50
Capitulo #51
Capitulo #52
Capitulo #53
Capitulo #54
Capitulo #55
Capitulo #56
Capitulo #57
Capitulo #58
Capitulo #59
Capitulo #60
Capitulo #61
Capitulo #62
Capítulo #63
Capitulo #64 [FINAL]
Epílogo
#65-Segunda Temporada-
#66
#67
#68
#69
#70
#71
#72
#73
#74
#75
#76
#77
#78
#79
#80
#81
#82
#83
#84
#85
#86
1 de Diciembre; 5 años atrás.
#87
Epílogo
Nota de autora
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Capitulo #32

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By stillawkward

Los coloridos sube y baja están además de oxidados, cubiertos por agua. El césped comienza a inundarse y la lluvia cae cada vez con mayor intensidad. Las pestañas me pesan con el agua que se acumula sobre ellas, el saco donde tengo mi celular y otras pertenencias esta empapado y mi cabello es historia.

Pero no me importa.

No me importa en absoluto.

Una mujer con su hijo pequeño pasan corriendo frente a mí, resguardados por un paraguas azul y nada más que su propia compañía. La mano de la mujer esta agarrada fuertemente sobre el antebrazo del niño, apurándolo para huir de esta terrible tormenta. Ambos llegan a la esquina de la calle, donde un Nissan los acoge. Se van.

Ahora estoy sola en este parque. Siempre me pregunte como se vería este gran parque vacío, puesto que es tan conocido en la ciudad que no hay momento del día en que circulen menos de cincuenta personas. Ahora lo veo, borroso por la lluvia y prácticamente inundado, pero lo veo. Sonrío al recordarme sobre la calesita de caballos, junto a mis padres, que tenían que capturar cada segundo del momento o parecía que vendría el fin del mundo. Ellos se abrazaban y me saludaban cuando yo aparecía frente a ellos y yo sonreía para cada foto, aunque recuerdo haberlas odiado.

Ahora este lugar de recuerdos es solo mi lugar para llorar sin ser escuchada, mi refugio para liberarme de cualquier crítica y...donde realmente puedo ser yo, sin esa sonrisa que decora mi cara todos los días. Lloro por Beth, lloro por Dean y lloro por todo lo que está mal en este mundo. Las lágrimas huyen desesperadas de mis ojos y mientras sollozo con todo lo que da mi alma, escucho como salen por mi boca unos horribles sonidos  de desesperación. Soy de esas personas que siempre lloran en silencio, pero ahora, ahora no lo puedo callar ni con una cinta en la boca.

Este banco de madera me da un mayor aire de soledad, junto con la ropa negra que llevo por casualidad. El cielo gris le confiere al día un atuendo de tristeza. Es como si fuera mi día para llorar desconsoladamente. Entonces pienso: ¿Que haría sin una madre? ¿A quién contaría cada cosa que me pasa en el día y mis peores momentos? ¿Quién sería la abuela de mis hijos? Estas y más preguntas que llegan a mi cabeza como flechazos me hacen llorar más, hasta que siento un extraño dolor en el estómago que me obliga a retorcerme. Probablemente este dolor en el corazón nunca cese, o por lo menos hasta saber que mi madre está bien.

Después esta mi hermano, que tanto ansió de ver. Recuerdo como si fuera ayer el momento en que lo vi por última vez.

Tomó la chaqueta de cuero de la silla, con una extraña cara de ansiedad. Hacía días que tenía las ojeras marcadas por debajo de los ojos y las uñas cortas de tanto mordérselas. Robert estaba tan cansado de pedirle que no salga a esas fiestas clandestinas que ya ni se inmutaba del comportamiento de su hijo. Ambos se llevaban pesimamente desde el día en que Dean fue suspendido del colegio por fumar marihuana en el baño; si se comunicaban, era para comenzar una pelea y si se tocaban, era para golpearse. Robert jamás fue un mal padre, pero Dean lo sacaba de sus casillas.
— ¿Adónde vas esta noche?—le pregunte desde el sofá, entretenida con un juego de mi celular. No sé ni para que preguntaba, si siempre contestaba lo mismo.
—Donde no te importa—respondía. Recibía esa respuesta por octogésima vez y no pude evitar rodear los ojos. Salió al jardín con la mochila en la espalda y regreso minutos después, con un asqueroso olor a tierra en la ropa. 
—Sé que Robbie y tú no van de la mano, pero no tienes que hacer esto para fastidiarlo. —dije entre un suspiro. Levante la mirada del celular para mirarlo. Por primera vez en varios meses estaba observándome sin correr la mirada.
—Esto no es para fastidiarlo a el—respondió, con toda la tranquilidad del mundo. Por un segundo, pude ver al antiguo Dean Jones. Luego sus cejas se fruncieron y supe al instante que el nuevo e irritante Dean había regresado—. Se trata de mí. 
Acto seguido agarro las llaves de su pequeño y desvencijado Fiat, camino hasta la puerta de entrada y antes de irse, se volvió hacia mí.
—Esto es por mí—repitió y la puerta se cerró. 

No había reparado en que la lluvia se paró, estuve tan absorta en mis pensamientos que ni siquiera sentí el ruido de las gotas golpeando contra el piso, detenerse. Intento moverme, pero el saco mojado me vuelve pesada. El cabello aun me gotea y como no sé si mis cosas sobrevivieron, me apresuro a buscar mi celular en el bolsillo. La pantalla se enciende y me alivio al instante. De otro modo, hubiera necesitado uno nuevo. 
— ¿Skylar? —una voz conocida me llama a mis espaldas. Me vuelvo hacia esa voz, ignorando el aspecto terrible que debo de tener.
—Louis —digo sorprendida, al encontrarme frente a la persona que menos pensé de ver. Cierro mi boca al darme cuenta de lo abierta que esta y comienzo a secarme las lágrimas de la cara rápidamente. 
Con suerte, parecerán gotas de lluvia.
— ¿Qué haces aquí?—frunce el ceño. Él se encuentra completamente seco, a pesar del temporal—, o mejor dicho, ¿Porque estas llorando? 
—No estoy llorando—me atajo rápidamente—. Solo es la lluvia.
— ¿Y los ojos rojos también son por la lluvia?—me observa receloso, al tiempo en que se acerca a mí. Veo como se quita la chaqueta de jean para extendérmela. 
—Oh, no puedo aceptarla...la mojare toda. —niego con la cabeza repetidas veces, mientras el me da la mano para incorporarme del banco— No puedo, enserio.
—No era una pregunta. —sus ojos insisten. Escudriña mi empapado saco y luego agita la chaqueta ante mí— Además, no voy llevarte en mi auto con ese saco chorreando. 
Una pequeña sonrisita se asoma por mi rostro y de repente me veo quitándome mi Montgomery favorito para aceptar su ofrenda. Louis se acerca para pasar la chaqueta por mis brazos.
—Ahora me dices porque estabas llorando bajo la lluvia—dice, mientras nos encaminamos hacia su auto. Abre la puerta del acompañante para que pase y luego se sienta en el lugar del conductor. 
Su auto deportivo tiene tantos accesorios lujosos; desde una  pantalla en la radio hasta un sistema de estacionamiento automático. Mi viejo Falcon es algo tan diferente a esto, que no puedo evitar sentir un poco de envidia.
No nos movemos, estamos totalmente quietos en nuestros asientos, yo esperando a que arranque el coche y el, probablemente esperando una respuesta a su pregunta. Cierro los ojos, para que no pueda reparar en  lo rojos que están a causa del llanto.
—Es mi madre—digo, pasados los minutos. Oigo un suspiro de su parte, pero gracias a que no puedo verle la cara, me ahorro de encontrarme con una expresión de lastima. 
Odio que me tengan lastima, lo odio con todas mis fuerzas.
—Fui a averiguar que había de extraño en sus exámenes médicos...—
—Sky, ¿Que...?—
—Ella no quería decírmelo, pero ahora lo sé. Lo averigüe yo sola—las lágrimas comienzan a fluir y me veo incapaz de detenerlas. Percibo el contacto de su mano sobre la mía y a continuación, su respiración en mi mejilla.
— ¿Porque hiciste eso?—pregunta algo enfadado—. Eso está mal, lo sabes Sky. 
— ¡Necesitaba saber!—le grito, ahora abriendo los ojos. Me suelto de su agarre con un movimiento brusco. Siento que me falta el aire dentro de este coche, así que salgo. 
—Necesitaba saber—continuo, a sabiendas de que Louis me siguió fuera del coche— porque ya no podía sostenerlo más. Me estaba matando.
Y sin pensarlo una vez, me lanzo a sus brazos. Esta agonía es tan fuerte y desgarradora, mi alma esta tan dañada y la garganta me duele tanto de llorar, que solo quiero un abrazo. Sus brazos reaccionan al instante, sosteniéndome fuertemente para no caer. Lloro sobre su hombro, castigándome por mojarlo también a él, aunque si le molesta, no lo  demuestra. 
—Tranquila...tranquila—sus manos me palpan la espalda en un gesto tranquilizador. 
— ¡Ella esta tan enferma, Louis!—digo entre un sollozo. Aferro las manos por detrás de su cuello, sintiendo su olor a shampoo masculino. 
Intento entenderla...A Beth. Una madre preocupada por su salud y sus hijos, el miedo de recibir un mal diagnóstico, el miedo de recibir una mala reacción por parte de su hija al enterarse que su madre está enferma... pero no puedo. Beth me conoce de pies a cabeza y sabe que no podría enojarme por su enfermedad. Aunque... ella sabe que me pondría excesivamente mal y en efecto, es lo que ocurre ahora, cuando me entero por otros medios de lo que pasa. 
Después, Louis sostiene mi cara entre sus manos y asegura que todo mejorara, con el tiempo requerido, pero lo hará. Yo asiento solo para no preocuparle, pero en el fondo mi alma continúa en llamas. Acepto que me lleve hasta mi casa, de otro modo, caminando llegaría al siguiente día.
Dobla por la última esquina y llegamos a mi casa. Mis piernas parecen tener el peso de un elefante en cada musculo y el vaso punza con insistencia por debajo de mi piel. Sin embargo, la transpiración es fría, helada. Asió mi cabello por última vez para mantenerlo en su lugar e invito a Louis a quedarse a cenar, el cual acepta enseguida. Lo primero que observo es el reloj de pared que cuelga sobre la chimenea, son ya pasadas las seis y media. El olor a puré de papas me llega a la nariz y es como si fuera la señal para dirigirme hacia la cocina, donde encuentro a mis dos padres sentados, teniendo una agradable cena de dos. Beth está de espaldas, pero apenas nuestros  pasos resuenan en el piso de madera, se vuelve para observarme con expectación.  
—Hija, has traído visitas—mantiene una sonrisa tranquila, como si nada estuviera pasando con su salud. Louis se adelanta antes de que yo pueda responder.
—Hola, señora Jones, mi nombre es  Louis Tomlinson—se presenta, como si asistiera a una entrevista de trabajo y Beth fuera la jefa. Coge su mano para besarle los nudillos respetuosamente. 
Me pregunto si Louis hace eso siempre o se trata de una técnica para impresionar a mi madre.
—Pensé que este momento no llegaría tan pronto. —participa Robbie cuando Louis se acerca a él. Todos le observamos confundidos— Digo, el momento de conocer a tu novio.
—Él es solo un amigo.
—No soy su novio, señor.
Decimos Louis y yo al unísono.
—Ah, entonces puedo respirar de nuevo—el da un suspiro y todos reímos ante su comentario. 
Tomamos asiento en los únicos lugares libres, de modo que yo quedo frente a Louis y mi padre frente a Beth. 
—La comida se ve riquísima—opina mi amigo, sonriendo a esta última, que se ocupa de servir abundantes raciones en nuestros platos—. Mi madre  jamás pudo con la carne a los champiñones.
—Pues muchas gracias Louis —sonríe, entregándole un plato lleno—. Mi especialidad es, justamente, la carne a la mostaza con champiñones. Pero debe de haber una comida especial para tu madre, de eso estoy segura.
—De hecho, es muy buena con la lasaña.
—Me encanta la lasaña. —participa mi padre. Inca un champiñón con el tenedor y se lo lleva a la boca— Cuando era niño la comía por lo menos tres veces a la semana.
Louis comenta que él también tenía esa manía de pequeño y comienza una conversación sobre lasaña entre mi padre y mi amigo. Beth y yo nos dedicamos a escuchar.
—Y dime Louis —dice mi padre, después de unos minutos de silencio— ¿A qué universidad asistirás después del instituto? 
—Probablemente a Oxford u Ole Miss en Mississippi, aun no me decido.
—Wow, esos son lugares muy distintos. Difícil decisión, muy difícil.
—Lo es—coincide.
El postre consiste simplemente en frutas con sirope para acompañar, aunque estoy tan llena que me conformo con una pera. Después Louis me acompaña hasta mi habitación, bajo el consentimiento de mi padre. 
—Tus padres son muy agradables. —repone, mientras se acomoda en mi silla de escritorio. Escudriña mi habitación con detenimiento— Eso no es fácil de encontrar en los padres de una chica que invita a un amigo a su casa.
—Sí, aunque lamento que mi padre te haya bombardeado a preguntas—Rio, pero él niega con la cabeza.
—En realidad, es una suerte que haya sido así y no una cena callada, eso sí que hubiera sido vergonzoso.
Asiento. Me siento sobre mi cama, con el pensamiento de Beth está enferma en la cabeza. Es algo inevitable que llega porque si y se queda pegado en mi cabeza porque sí. Jamás lo podre olvidar.
—Hey,  se en lo que estás pensando—cuando vuelvo a la realidad, me encuentro a Louis frente a mí, con una de sus manos sobre mi muslo— Y quiero que vayas a hablar con ella.
— ¿Hablar con ella? ¿Estás loco?—le ladro. De repente noto un atisbo de tristeza en sus ojos y me arrepiento de haber sonado tan brusca— Lo siento, no quiero ser grosera contigo, pero es que no puedo hablar con ella de eso como si nada. ¿Qué le diría? ¿Beth, escuche el mensaje en la contestadora y busque tus análisis y sé que tienes meningitis bacteriana? ¿Cómo explicaría todo?
—No lo sé, pero quizá si te sinceras con ella, se abrirá y te contara todo—insiste. Toma uno de mis almohadones decorativos que llevo sobre la cama y se lo lleva sobre el regazo—Ahora tú me abrirás la puerta para que me vaya y aprovecharas la oportunidad para hablar con ella.
—No lo sé, Louis... —
—Prométeme que lo harás—sus ojos se encuentran directo con los míos. Jamás mantuve la mirada tanto tiempo con alguien pero con él, es como si no fuera para nada difícil.
— ¿Porque eres tan bueno conmigo?
—Porque somos amigos.
A regañadientes, sigo su plan tal y como lo organizo. Cuando Beth se acerca a nosotros para despedirlo, aprovecho la oportunidad para decirle que tengo que hablar con ella. Asiente, aunque con un halo de temor en los ojos. Sabe lo que viene a continuación.
Escogemos mi habitación como lugar para hablar, puesto que si fuera en otro lugar, Robbie podría aparecer y echarlo a perder.
— ¿A qué se debe esta charla?—pregunta, sonriendo incómodamente. 
Sus ojos brillan tanto y me observa de una manera tan interesada y comprensiva, que me veo debilitada al instante. No puedo culparla cuando más está sufriendo.
—Nada. —niego nerviosamente con la cabeza. Ella frunce el ceño—Solo...quería decirte que...estuviste muy bien en la cena con Louis.  Papa también lo estuvo.
—Bueno—da su mejor sonrisa modesta—, no es tan común ver a tus amigos en nuestra casa. La verdad es que estaba esperando que este momento llegase.
—Yo también—asiento. Estoy moviendo la cabeza tantas veces que siento que se me va a descolocar el cuello—, yo también.
— ¿Eso es todo?—pregunta, incorporándose de la cama. 
—Sí.
Pero justo antes de que se vaya, no puedo evitar decir:
—Mama, por accidente escuche un mensaje en la contestadora de un tal D Mullins—traga duro, primera señal de nerviosismo—. Él decía que tenías que retirar unos estudios y unas pastillas, ¿Está todo bien, mamá?
Suspira  antes de contestar con su mejor sonrisa.
— ¿Y porque no habría de estarlo, hija? 

Estoy sentada sobre el césped del campus, devorando un sándwich de pavo, cuando Harry aparece frente a mí, con la mochila sobre un hombro.

—Estuve buscándote.

—Yo también, solo que me agarro hambre—me regala media sonrisa y se sienta sobre el césped junto a mí— ¿Paso algo?

—Tengo algo que contarte—confirma. Podría estar nerviosa, pero puesta su sonrisa en la cara, deduzco que no se puede tratar de nada malo.

''Yo también'', pienso, al recordar la visita de Louis de la noche anterior. Pero no puedo decirle nada, no a Harry. Si él es celoso no lo sé, pero si sé que ama repartir puños a quien se cruce en su camino.

Le insisto a que me cuente, mientras me prometo en mi cabeza, contarle todo lo sucedido con los estudios y todo lo sucedido con Louis. Me guste o no.  

—Estaba pensando en que podríamos pasar un rato en Gordok, una cafetería que recién inauguran en el centro. Ya sabes...como tú quieres conocerme más...—

—Eso... ¡Eso sería maravilloso!—lo corto. El hecho de que por fin Harry comience a desenvolverse me saca una sonrisa de solo pensarlo. Además, me encanta el café. Sonríe tímidamente al notar mi entusiasmo. 

— ¿Te parece hoy por la tarde?—pregunta.

—Sí, sí, en cualquier momento me parece perfecto. 

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De nuevo, gracias por ser tan buenos lectores, los amo.

Esto va a sonar muy spam jajajaja, pero mi mejor amiga acaba de comenzar con su novela y ¡es realmente buena! Pero ya saben lo dificil que es conseguir lectores. Por eso los invito a todos a darle una oportunidad, porque se que puede gustarles su historia. Se llama 'The mistery of Lucy' y va por el genero de suspenso y amor, ¡Espero que le puedan dar una oportunidad como la que me dieron a mi! (: 

Bueno, muchas gracias por todo.

Recuerden que pueden enterarse de todo lo que pasa en Keeper por nuestras cuentas de Twitter: @MaggieWattpad e Instagram: @Skylxr_jones. 

Saludos,

Maggie.

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