25 Days With Mr. Arrogant en...

By Aleshiita87

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Cuando su novio la deja, Anna llena de una furia inusitada lanza su regalo de aniversario que por un cruel gi... More

Café Mañanero
Cena de Negociación
Desayuno y Sábanas
Limpieza en el pasillo Trés
Los verdaderos hombres usan Chanel
Encuentros Cercanos
Platos Sucios
Bill
Revelaciones en el Baño
Borracha sin inhibiciones
Hermosa
Bollos de manzana y Resaca
Servicio de lavandería
Cosas que amargan la noche.
Cambios
Esa delgada linea
Domingo Sangriento
Aniversarios y Encabezados
Mentiras Piadosas
El Colapso
Primera Nevada

Problemas con el auto

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By Aleshiita87

Bueno, pues les presento esta gran aventura y reto que me fijé hace unos años. La historia me cautivó desde el principio y muchas personas me han pedido subirla aqui. Me ha dado gran satisfación traducirla, ya que me ha ayudado a mejorar mi habilidad para traducir. No soy la mejor pero hago mi esfuerzo. Espero que les guste.  La historia original le pertenece a la autora Heyepic yo simplemente traduzco.

—¿Estas terminando conmigo? —Agachó un poco la cabeza y se quedó mirando el plato de pasta frente a él. Sus ojos trataban de evitar mi mirada.

—Lo siento. —Masculló, encogiéndose en hombros lentamente—. Siento que nuestra relación no está yendo a ninguna parte. –Me incliné de nuevo al respaldo de mi silla, El enojo en mi interior comenzó a crecer de una manera aterradora. No. Oh no. Esto no puede estar pasando, No puede, no.

—Que bien, Cole. –Dije un momento después llena de desprecio hacia él—. Estas terminando conmigo en nuestro aniversario de seis meses. ¡Perfecto! —Tuve que parar un momento inhalando lentamente por la nariz, tenia la increíble urgencia de vomitarle mis palabras al chico que tenía frente a mi. Mantén la calma, me repetí en mis adentros—.  ¿A qué va todo esto?, ¿Eh? ¿Pensaste que seria perfecto mandarme a la mierda después de nuestro medio año?

—Lo siento.

—No!, no. No te atrevas a decir eso. —Dije entre dientes y el tono de mi voz incrementó—. Di lo que quieras, pero no me digas que lo sientes.

-Anna… –Suspiró, debatiéndose me miró. Sus ojos no podían mantener mi mirada—. Tú.. Tú te mereces algo mejor que yo. Enserio. —Ya había escuchado demasiado, me levanté de mi asiento tomando la servilleta entre mis puños dejándola en mi plato de pasta aún intacto.

—Está bien. —Contesté fríamente—. Iba a terminar con esto pronto. Entonces, debería de estar agradecida contigo por haberme ahorrado la molestia.

El abrió la boca para hablar pero yo ya estaba caminado con dirección a la salida del restaurante. Pasé rápidamente junto a la Hostess con la rabia fluyendo por mi venas intoxicándome. Empujé la puerta y puse un paso fuera recibiendo el viento frío. Me di cuenta que tenia que aclarar mi mente antes de hacer algo irracional. Tomando grandes bocanadas de aire, caminé por la escabrosa acera, para regresar por el callejón el cual estaba rodeado de un estacionamiento vacío.

Me detuve y me senté en la orilla de la acera, estirando las piernas frente a mi, mis manos se dirigieron a los bolsillos de mi abrigo, cuando de pronto mis dedos rozaron un objeto. Una vez mas, la rabia comenzó a consumir todo mi ser. Tomé el objeto y lo asenté en mi regazo, era pequeño, una caja plana con un pequeño lazo rojo pegado en la parte superior. La abrí, mi respiración comenzó a volverse errática, mi mirada se enfocó en las pequeñas tiras de papel recostadas dentro un pañuelo de papel. Dos boletos para el juego de los Yankees. Los asientos eran los mejores. El precio no era de mucha ayuda para mi cuenta bancaria. Esperé bajo la lluvia por esos boletos. De bajo de ellos había pegado un pequeño pedazo de papel.

“Felices Seis meses, Te amo.”

Dios, fui una estúpida.

Mis dedos se cerraron firmes alrededor de la pequeña caja, haciendo que mis nudillos se tornaran blancos. Antes de hacer algo para ayudarme a mi misma, me levanté y tiré la pequeña caja rápidamente lo más lejos que pude. Estaba respirando agitadamente, una especie de alivio  me invadió inmediatamente y sonreí maliciosa a mi misma. Eso se sintió bien. Si, se sintió bastante bien. Sacudí mis pantalones y comencé a caminar hacia la dirección opuesta dirigiéndome a la calle principal pero no pude llegar demasiado lejos por que una voz rompió mis pensamientos.

—¡Hey, Tú!­ —Me detuve en seco y giré lentamente para ver una figura parada en la parte de atrás del estacionamiento donde había estado. Era un hombre. Estaba vestido con una camisa larga y pantalones de mezclilla, sus brazos estaban cruzados sobre su pecho. Me di cuenta que no era tan grande, alto quizás. Tenia una estructura ágil. Mientras avanzaba vacilante hacia él, su rostro se volvía mas claro bajo la luz de lo faros de la calle. Usaba un pañuelo en la cabeza y encima una gorra de baseball. Unas largas trenzas descendían por sus hombros. La parte inferior de sus labios soltó un brillo familiar, al parecer una perforación. Sus ojos, los cuales me miraban asesinos eran de un color café. Mientras mis ojos observaban detalladamente su cuerpo pude ver la pequeña caja plana que había lanzado minutos atrás en su mano.

­—¿Esto es tuyo? —Preguntó agitando la pequeña caja ligeramente. Su voz era grave y con un extraño acento. Definitivamente no era Americano.

—Si, —Contesté fríamente—. ¿Por qué? —Una sonrisa emergió de sus labios. El dirigió la mirada sus espaldas y apuntó con la cabeza.

—¿Ves el auto que está ahí? ­—Miré detrás de él y pude ver una carro negro, súper pulcro estacionado como a 30 metros tras de él. Asentí y el dejó salir una pequeña sonrisa—. Es mío. —Rodé los ojos.

—Bien por ti. —Sus ojos se oscurecieron y el levanto de nuevo la pequeña cajita y la sacudió frente a mi.

—Esto es tuyo, aquel auto es mío. Esto… —Se detuvo por un momento para empujarme con la pequeña cajita—. Le pegó a mi auto. —Bufé.

—¿De que rayos estás hablando?.

—Ven aquí. —Me exigió, caminamos rápidamente hacia el Audi negro. Lo seguí disgustada preguntándome por que rayos no estaba huyendo a este punto de la situación. Él se detuvo a un lado del auto y con un gesto raro señalo con sus dedos largos—. ­Mira, justo aquí. ¿Lo ves?

Me incliné entrecerrando los ojos para ver el área que estaba apuntando. Mis ojos escanearon de nuevo antes de enderezarme y mirarlo a los ojos.

—No, no veo nada. —El se burló, dejándome ver su blancos dientes.

—Acércate más. —Bufé, y volví a inclinarme, estudiando la superficie del auto por una segunda ocasión pero esta vez, mis ojos captaron a lo que se estaba refiriendo. Un pequeño y apenas visible rasguño.

—¿Eso? —Señalé la pequeña marca—. Eso no es nada, solamente es un pequeño rasguño.

—Esto abolló mi auto. — Masculló, mirando la caja en sus manos antes de posar de nuevo su mirada en mi—. ¿Tienes una idea de lo costoso que es este auto?

—Realmente no me importa. —Le contesté secamente—. Mira, he tenido una noche de mierda, no estoy de humor para estar en este estacionamiento viendo hacia tu auto, ¿Esta bien?

—Dañaste mi propiedad. —Siseó y caminó hacia a mi—. Debes de pagar los daños.

—¿Qué debo pagar que? —Abrí mis labios ligeramente con temor, antes negué con la cabeza—.No. No, no. Me largo de aquí porqué eso... —Me detuve y apunte el diminuto rasguño—. No es nada.

Él se llevó la mano hacia su barbilla pensativo mirando aun lado del vehículo. Sus largos dedos le dieron golpecitos a esta mientras seguía contemplando el auto.

—Podría estimar al menos tres mil dólares por el daño.

—¿Qué? —prácticamente le grité, dando un paso atrás, mi mirada mostraba desconcierto—. ¿Qué te crees? ¡Eso no puede ser mas de cien dólares!

—Entonces…—El sonrió después de un momento mirándome—. ¿Vas a pagarme en efectivo? O ¿Llamamos a la compañía de seguros?

­—No puedo pagar eso. —Exhalé—. Estudio la universidad por Dios santo. Apenas tengo para pagar los víveres de la semana.

—Por lo que veo. —Se detuvo y abrió la cajita alzando las cejas—. Entradas al juego de los Yankees. Asientos en palco. —El asintió con un gesto falso—. No te ves muy pobre para mi.

—Escucha idiota. —Espeté, sus ojos se abrieron al escucharme—. No voy a pagarte ni una mierda. Me voy ahora porque estoy así de cerca de partirte la cara, si entiendes lo que quiero decir.

—¿Me estas amenazando? —Siseó de nuevo—. Mi abogado tendrá el día ocupado por esto.

—¡Jódete!

—¿También Acoso sexual? —el tronó la lengua con la parte superior del paladar. De nuevo una gran sonrisa invadió sus labios—. ¡Oh! Cielo, continua.

Antes de que tuviera oportunidad de continuar con sus comentarios sarcásticos. Giré sobre mis talones y comencé a correr. El viento hacia que mi cabello volara, haciéndome un cosquilleo sobre la piel desnuda de mis brazos. Ignoré sus gritos mientras mi piernas se movían furiosamente. Corrí como cinco o seis cuadras, finalmente llegué a una farmacia que estaba a una esquina de mi apartamento.

Jadeaba desesperadamente, sintiendo la adrenalina bombeando en mi. Me sentía victoriosa recordando la mirada sorprendida del torpe hombre de las trenzas en el callejón. Al dejar de huir, decidí que era tiempo de celebrar, entré a la farmacia dirigiéndome hacia uno de mis pasillos preferidos. ¡Oh, si! Un helado de menta con chispas de chocolate podría apaciguar todo. Tomé uno de los botes de la congeladora y me encaminé hacia la caja, una sonrisa se posó en mi rostro. Cole pudo haberme mandado a la mierda en medio de un restaurante lleno de gente en nuestro aniversario de seis meses y tal vez pude haber mandado a volar trescientos dólares en unas estúpidas entradas para un estúpido juego de Baseball, pero acabo de mandar al carajo a un idiota en el estacionamiento y me siento bien.

—Serian Tres dólares con veintidós centavos. —Me informó el hombre de la caja, metiendo el bote de helado en una bolsa plástica. Con la sonrisa todavía dibujada en mi rostro, busqué en mi abrigo mi cartera. Mis cejas se unieron hasta fruncir el seño, mientras yo buscaba en una bolsillo y luego el otro. Mi sonrisa se esfumó. Cuando me di cuenta que mi cartera no estaba por ningún lado.

¡Mierda!

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