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Abro mis ojos lentamente y quedo viendo hacia una ventana. Siento un leve dolor abajo y me muerdo el labio inferior acordándome de lo de anoche. Mis hormonas se sienten complacidas y yo también.
Siento algo alrededor de mi cintura, elevo un poco la cabeza y veo el brazo de Wolfgang en mi cintura. Volteo lentamente a verlo, sus ojos cerrados, sus pestañas largas dobladas, su semblante relajado y su respiración lenta, se ve tan bien de esa forma. La otra forma es dentro de mí, claro.
Es, fue y será solo sexo.
No te enamores tarde.
¿Por qué me enamoraría?
Por eso digo, no te enamores tarde.
Empujo ese pensamiento a lo más profundo de mi mente, muevo lentamente su mano y brazo de mi cintura, y me levanto tratando de que no se despierte, mientras me muerdo el labio inferior. Salgo de la cama, agarro mi vestido tirado en el suelo y mi ropa interior, tengo colocada su camisa negra.
Entro al baño y empiezo a quitarme la camisa mientras veo hacia el espejo y... alto... ¿eso es un chupón? Hijo de... no es solo uno, hay como tres, tendré que ver como los tapo, no traigo maquillaje, aunque creo que no se ve si me coloco el vestido. Ver eso hace que mis recuerdos de anoche vuelvan, sus besos, sus manos, sus roces, él, su anaconda. Su nombre...
¡Me dijo su nombre!
Heinz.
—Gime mi nombre, mafiosa.
Entonces es él, el de mis recuerdos, de ese día de mi padre hablando con el señor Heinrich en la oficina, donde claramente dicen que no quieren a sus hijos en esto, entonces sí, ellos se conocían, entonces mi padre era un... no, no creo. Hay Dios necesito un trago.
Me coloco de nuevo el vestido, dejo su camisa cerca del lavamanos, salgo del baño tomo mis tacones y salgo de la habitación lentamente de puntillas. Camino por el pasillo mientras me coloco los tacones.
—¿Huyendo? — habla alguien detrás de mí.
—Hakim — menciono su nombre, un poco nerviosa y asustada cuando lo volteo a ver.
—¿Te ayudo a huir? — pregunta caminando a mí.
—No estoy huyendo — empiezo a caminar con él a la par y a bajar las gradas.
—¿Entonces?
—Quiero un trago — cuento dirigiéndome a la cocina.
—Así que señora de Wolfgang — dice burlón.
Lo veo seria, entrecerrando los ojos.
—Los dos sabemos que es una farsa — hablo.
Hakim se acerca a una gaveta de arriba y la abre, él alcanza mejor que yo, entonces saca una botella de licor y dos vasos. Se acerca un poco más a mí con los dos vasos y me pasa uno.
Tengo la boca seca y los pensamientos divagando por toda mi cabeza, Le doy un trago y siento mi garganta arder más de lo normal, pero lo disimulo.
—No relaciones, solo sexo — habla Hakim con una voz rara lo que hace que ría.
—Exactamente — digo parando de reír.
Hakim es muy amigable, aparenta algo que no es, siempre serio y dándole una mirada de muerte a cada uno que se cruza en su camino, pero en realidad no es para nada así, dentro de todo ese corazón de hielo, tiene sentimientos de pollito, al igual que Loukas.
—¿Soportaras a Wolfgang? — pregunta.
—Ya me dijo su nombre, así que sí — suspiro.
—¿Te dijo su nombre? — pregunta sorprendido.
—Heinz — lo digo.
Él me mira sorprendido y esboza una sonrisa.
—Eso sí que es un gran paso.
—¿Por qué?
—Él no tiende a decirle su nombre a nadie —sonríe como si no lo creyera — ni siquiera Bellamy lo sabe, todos le dicen Wolfgang, hasta yo con, Loukas.
—¿Por qué? —frunzo el ceño — digo, porque solo, Wolfgang.
—Tal vez para que todos sepan quien es — se encoge de hombros.
—Un mafioso, el más grande de New York — termino por él.
—El cual no tiene ni una idea de cómo funciona la mafia — dice burlón.
Lo que hace que los dos riamos.
—Aquí estás — dice Heinz entrando a la cocina, y me mira como si se hubiera tranquilizado.
—Aquí estoy — afirmo.
—Pensé que te habías ido, ya iba a empezar a sentirme usado — dice dramáticamente caminando hacia nosotros.
—Ja — se burla Hakim.
En efecto, los mafiosos, no son tan mafiosos del corazón, o tal vez porque nunca antes habían estado en una mafia. Puedo entenderlo, digo ellos tres tienen apenas seis meses en esto, antes de todo esto llevaban una vida tranquila y normal, como la mía.
—¿Tan temprano tomando tequila? — me mira burlón — ¿Te quedo tan seca la boca de anoche?
Eso hace que casi me atragante con mi propia saliva, siento mis mejillas arder, me llevo el vaso a los labios para disimular la vergüenza. Puedo ver como Wolfgang esboza una sonrisa burlona, mientras que Hakim trata de no reírse.
—Fue una buena fiesta la de anoche, lástima que no te quedaste más tiempo — Hakim le habla a Wolfgang.
—Uh, prefería tener mi cabeza en otro lado — Wolfgang comenta.
Me quedo parada sin decir nada, viendo hacia un punto no tan especifico, con el vaso en los labios, para ocultar mis mejillas rojas, y el nerviosismo que me causan sus palabras en doble sentido. Fue solo sexo, claro, pero por alguna razón me siento un poco incomoda.
—¿Por qué se levantan tan temprano? — Loukas habla entrando a la cocina.
—Son las diez de la mañana, Loukas — Hakim le recalca.
Loukas me ve y su cara cambia a una de sorpresa.
—Paris — menciona mi nombre sorprendido—, no sabía que te ibas a tomar tan enserio lo de la relación con Wolfgang.
—Lo... lo tengo en claro, así que por profesionalismo lo tomo en serio — hablo elevando la cabeza y quitando el vaso de mis labios.
Nos quedamos en silencio por un tiempo, Loukas está entretenido en su celular, Hakim está igual, mientras que Wolfgang no quita la mirada encima de mí.
—Deja de verme — le digo seria en un susurro cerca.
—¿Ahora tú me ordenas? — preguntó burlón en un susurro.
Lo veo entrecerrando los ojos y luego rodo los ojos.
—Ya tengo que irme — está vez, elevo un poco más la voz.
—¿A dónde? — pregunta Wolfgang.
—Por si lo olvidabas, tengo una paciente en casa — le recuerdo.
—Pensé que iríamos a tu bodega — Hakim habla.
—No me acordaba — digo sincera — entonces, vamos a la bodega — si me interesa averiguar todo esto.
—Bien, iré a cambiarme — Loukas avisa y sale de la cocina.
Hakim sale detrás de Loukas y yo camina también para salir y Wolfgang viene detrás de mí. Caminamos los dos por los largos pasillos de la mansión para llegar a la puerta principal. No puedo creer que está casa se fantástica, blanca, todo brilla demasiado.
Todo tiene un buen aspecto y un muy buen gusto, miro a un par de personal limpiando los vidrios de las ventanas de enfrente, mientras componen algunos cuadros o estatuas de yeso.
Luego de unos minutos, Loukas y Hakim bajan y nos dirigimos a los autos, Loukas y Hakim van en una camioneta negra con un par de guardaespaldas, mientras que Wolfgang insistió en ir conmigo... no, la verdad cuando entre de piloto, él ya estaba sentando de copiloto y no se quería bajar.
Yo voy adelante y traigo la camioneta atrás, ya que solo yo conozco el camino. Pero antes de seguir más con el viaje a Brooklyn, paso por un Starbucks.
—¿Enserio? — Wolfgang me pregunta luego de que ordeno un café.
—¿Qué? — pregunto sin verlo.
—¿Ese es tu desayuno? No es saludable.
—Te mueres de la envidia, que yo sí puedo comprar uno y tú no — esbozo una sonrisa.
—Pareces una niña cuando contratacas — dice burlón.
—Te pregunte si querías uno, dijiste que no, yo iba a invitar — me encojo de hombros.
—Claro, yo invito al sexo y tú a un Starbucks.
Pago y tomo mi vaso de café, medio ignorando el comentario de Wolfgang.
—Creo que alguien quedo traumado con el sexo de ayer — me burlo— sé que puedo moverme bien — le doy un sorbo al vaso.
—Solo maneja, mafiosa — su tono de voz ahora es serio, pero por lo último, hace que no pueda tomarlo enserio, así que esbozó una sonrisa.
Manejar con Wolfgang de copiloto creo que es lo peor que me ha sucedido en toda la vida. Siempre quiere cambiar de canción por una que a él le guste, lo hace cada vez que escucha y ve que una canción que me gusta está sonando, y no ha parado de hacerme preguntas sobre el arte y por qué me gusta tanto, cuando a él se le hace aburrido.
Heinz Wolfgang es insoportable.
Llegamos a las bodegas, estaciono el auto enfrente y la camioneta negra se estaciona atrás, bajo del auto juntamente con Wolfgang, quien me sigue dando su sermón, del porque el arte en pintura es aburrido.
—¡De regreso, te vas con tus amigos! — le grito fastidiada cerrando la puerta del auto.
—Y por esas razones, el arte en pintura, es aburrido — finaliza acercándose a mí.
—¿Por qué le gritas? — Loukas me pregunta acercándose a mí.
—Me dio un sermón del porque el arte es aburrido — le explico.
—¡Wolfgang, retráctate! — Loukas le grita dramáticamente — pensé que ya lo habíamos hablado — suena "dolido".
Wolfgang se limita a rodar los ojos.
—Dos contra uno — digo victoriosa.
Apacho un par de botones y la persiana se abre automáticamente, entro y los demás chicos entran detrás de mí, dejando a los guardaespaldas afuera por si acaso.
—¿Cómo se supone que encontremos información entre todas estas cajas? — Hakim me pregunta confundido.
—Encontraremos información, pero no de esté lado — lo veo — de otro lado
Los tres me miran sin entender.
—Hola, Franki — hablo.
—Hola, Paris —la voz robótica de mujer me responde.
—¿Qué mierda? — Loukas suena sorprendido
—¿Es un robot? — Wolfgang pregunta sin entender.
—Algo... así — entrecierro los ojos un poco dudosa.
Me acerco a una pared de metal, y la toco, entonces está hace lo mismo que la otra vez, las paredes cambian, y todas las cajas pasan a otro lado. los adultos, serios muy serios, como los mafiosos que son, justamente ahora están asustados.
—Asustados — me burlo.
—Esto es de otra dimensión — Loukas dice casi en un grito emocionado.
Y aparece de nuevo los autos, las armas, los archivos, todo lo que estaba la otra vez.
—¿Wolfgang, tienes uno de estos? — Hakim le pregunta.
—Que yo sepa, no — contesta. — Pero quiero uno.
—Estos son los archivos — comento acercándome a los archivos— y de ahí, no miro ni encontré otra fuente de datos.
—¿Qué otros tipos de datos deseas encontrar, Paris? — Franki me pregunta.
Veo a los chicos sin saber que decirle, entonces Wolfgang habla.
—Sobre Heinrich Wolfgang y Thomas Wilhelmine.
—Bienvenido, Heinz — Franki lo saluda.
—¿Sabes quién soy? — le pregunta.
—Claro, el señor Wilhelmine es mi creador y el señor Wolfgang mi socio, debo de conocer a toda la familia — Franki responde.
Wolfgang me mira sin entender y yo me encojo de hombros.
—Entonces, Franki, nos puedes dar información sobre nuestros padres — pido.
—¿Qué desean saber? — pregunta.
—Sobre su trabajo — hablo.
—Claro, tengo una fuente de información muy amplia y una memoria alta — habla.
En la pared donde va la entrada aparece una cara, es de mujer, pero no se su cabello ni nada de eso, así que deduzco que es ella, es Franki.
—¿Tienes forma física? — Loukas pregunta con curiosidad.
—Claro, ¿desean verla? — pregunta.
—Sí — Loukas suena como un niño pequeño.
La forma de Franki cambia totalmente, esta vez tiene cabello negro, ojos azules, test beige, sus cejas un poco pobladas, sus labios con un color rojo un poco suave.
Es idéntica a ella.
Siento una opresión en el pecho y doy un par de pasos hacia atrás sin tener la noción de las cosas, los recuerdos vuelven a mi cabeza, la mansión, los tipos de negro, él, mi padre, y... mi madre. Me empiezo a sentir débil y los pies los siento como gelatina, me agarro de una mesa del centro antes de caer al suelo, entonces puedo sentir como los tres chicos se acercan a mí.
En especial Wolfgang y Loukas, colocándose cada quien, a mis lados, mientras que uno de ellos me agarra de la cintura y los escucho mencionar mi nombre.
—Mamá — mi voz sale en un hilo.
—Soy Franki, Paris, no creo algún día poder compararme a tu madre — habla con un toque delicado — tu padre amaba mucho a tu madre, creo que, por eso, me coloco su aspecto físico.
Parpadeo un par de veces y me sostengo un poco más de la mesa y me coloco recta.
—Franki... a... abre las puertas — pido rápidamente y ella lo hace — Heinz, sigue preguntándole — es lo único que le digo antes de salir de la bodega.
La puerta vuelve a cerrarse y llego a la parte de enfrente del auto, me recargo sobre él, mientras trato de controlar mi vulnerabilidad, y que los recuerdos desaparezcan. Estoy equivocada, su muerte nunca va a dejar de doler, nunca la voy a superar, no a ella.
Siento alguien irse a colocar a la par mía, y con mi mirada en un punto no tan especifico, se de quien se trata.
—¿Cuál era su nombre? — el menor de ojos cafés y cabello castaño me pregunta.
—Fransheska — respondo.
—Me imagino que tuvo que ser muy hermosa — comenta.
—Lo era — trato de esbozar una sonrisa y miro a Loukas — cada día cepillaba su cabello negro, cada día lo hacía con delicadeza, la misma delicadeza con la que me trataba a mí.
—Me imagino — Loukas esboza una sonrisa — una madre no se compara con cualquiera.
Su voz se escucha nostálgica, los dos hemos perdido una madre.
—Las madres no conocen ley ni piedad, se atreven a todo, y aplasta cuanto se le opone — esbozo una sonrisa.
Loukas pasa su mano por detrás, colocándola en mi cintura un poco más arriba y me hala a él para darme un abrazo. Mi cabeza yace en su pecho, escuchando los latidos de su corazón, mis brazos detrás de él juntándolo más a mí, puedo escuchar el río que está dentro de él, el cual saldrá por sus hermosos ojos cafés, causando una lluvia sin siquiera salir del cielo de las nubes.
Loukas Wyatt es la persona más sensible, cariñosa y de algodón de azúcar que jamás he conocido en mi vida. Sera como mi hermanito y no tengo duda que será para toda la vida. Pocas personas entra a mi vida para siempre, y presiento que aún tengo mucho que ver y descubrir a la par de estos tres mafiosos.
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La foto representa el acto sentido de Wolfgang al quejarse que Paris invita a un Starbucks y él a sexo. Pobre je, je.