Agapios.
-muéstrame lo que te he enseñado, Afrodita- hablo mientras deposito un arma en sus manos, la mira, me mira y después mira el objetivo que está frente a nosotros, uno de mis hombres coloca el blanco y ella vuelve a mirarme.
-¿debo de dar en el blanco?- pregunta señalando tenuemente el blanco que acaban de colocar sobre el objetivo.
-por supuesto que sí- suelto mientras me cruzo de brazos, traga saliva y vuelve a mirar hacia el frente.
Antes de levantar el arma vuelve a dirigirse a mi.
-¿qué ganaré si doy en el blanco?- pregunta y solo sonrío mientras sus ojos grises coinciden con los míos.
Me quedo en silencio pensando por algunos segundos.
-¿qué es lo que quieres?- pregunto.
Es ella quien piensa ahora, sonríe después de unos segundos.
-una cita en yate- responde finalmente y elevo una ceja- ¿qué?- pregunta- ¿no tienes un yate?- suelta burlona.
-tengo hasta para elegir, Afrodita- respondo de la misma manera- y si no lo tuviera lo compro.
Rueda los ojos mientras sonríe, señalo con mi barbilla hacia el frente y vuelve a mirar, traga saliva y entonces se prepara para disparar.
No duda ni un instante, el disparo resuena y después los gritos del hombre quien era el objetivo comienzan a escucharse, Acacia sonríe y voltea a verme.
-lo hice, Adonis- miro al hombre que ahora tiene las bolas perforadas, la sangre comienza a manchar el piso bajo él y se retuerce de dolor- tendremos una cita en yate- suelta con entusiasmo.
No dejo de mirar al hombre baleado asombrado, Acacia había disparado justo en el blanco que habían colocado, no lo pensó, solo actuó y lo hizo de maravilla.
Giro a mirarla y solo camina para dejar el arma en la mesa detrás de ella, no luce arrepentida, no luce como si esto le hubiese afectado, es la primera vez desde que comenzamos a entrenar en que le pido que dispare a alguien no a algo.
-bien- escucho su voz y me regresa a la realidad mientras se llevan al hijo de puta que había sido nuestro conejillo de indias- ¿qué sigue?
Estoy a punto de responder pero una llamada llega a mi celular, la acepto y comienzo a hablar con la persona del otro lado de la línea, en el proceso miro a la castaña quien solo mira y examina las armas en la mesa al igual que las dagas. Esta mujer no deja de sorprenderme, la Acacia que conocí y rescaté en el burdel ya no era la misma, ahora lo único que veo es a una mujer que ha madurado y que sabe lo que quiere: venganza.
-estaré ahí- aviso a Neo del otro lado de la línea después de que me diga todo lo que necesito saber en estos momentos.
Cuelgo la llamada y comienzo a caminar hacia la castaña.
-tengo un asunto importante que atender- aviso, sus ojos grises me miran, le había prometido que estaríamos todo el día entrenando.
-está bien- responde mientras se cruza de brazos, duda unos segundos y finalmente habla de nuevo mirándome- ¿puedo ir contigo?
Elevo una ceja cruzándome de brazos también.
-¿quieres ir conmigo?- pregunto y levanta sus hombros como si quisiera restarle importancia.
-en la mansión a veces me aburro- responde con simpleza mientras se acerca y entrelaza sus brazos en mi cuello haciendo que mis manos vayan en automático a su cintura- además, así podemos pasar tiempo juntos- deja un beso en mi comisura.
-¿estás seduciéndome?- pregunto mientras mis manos bajan a su trasero y lo estrujo ganándome una sonrisa de su parte.
-seducido ya estás- responde y no puedo negarlo.
-ganas tú- respondo mientras tomo su mano y comienzo a caminar con ella a mi lado.
-¿a dónde vamos?- pregunta después de que subimos al jeep.
-tengo que encargarme de algunas ratas- respondo con franqueza mientras enciendo el jeep- ¿aún así quieres ir?
Asiente sin dudar y solo abrocha su cinturón de seguridad.
Comienzo a conducir, voy hasta la dirección que Neo me había mandado y después de unos minutos estoy frente a una mansión a las orillas de Atenas, estaciono el jeep, veo a algunos de mis hombres aquí y bajo seguido de Acacia.
-deberías esperar aquí- hablo hacia la castaña quien mira sobre mi hombro.
-no- responde- quiero ir contigo.
No le prohibiría nada, ella a estas alturas ya sabe lo que soy y lo que hago, es su decisión y no iría contra lo que quiera hacer.
Solo continúo el camino hasta la entrada, escucho sus pasos detrás de mi, algunos de mis hombres nos resguardan.
Me adentro a la mansión, el ambiente adentro es caliente, la mansión en la que estamos es usada como un centro de apuestas, prostitución y trafico de drogas.
El lugar está a oscuras y es alumbrado por un montón de luces neones que se posan en las mujeres semidesnudas que bailan en algunas tarimas, otras se refriegan en los hombres que las miran como perros, hay hombres que beben, fuman, se drogan o apuestan, el ambiente me recuerda un poco al burdel de Cibran, miro sobre mi hombro a Acacia quien solamente camina detrás mío, me detengo un poco y una vez que la siento más cerca mío sigo el mismo camino.
Algunas mujeres con los senos expuestos y con una falda que apenas les cubre interrumpen mi camino, sonríen y me miran con coquetería pero solo me abro paso entre ellas para continuar caminando.
Llego a la habitación que me interesa, Neo espera afuera por mi, en cuanto me mira abre esta y deja que pasemos.
El ambiente que hay en la enorme habitación es aún más intimo que el ambiente afuera, hay personas follando como si nada, las mujeres en esta sección están completamente desnudas y bailan sin pudor alguno, siento la mano de Acacia tomar la mía y solo entrelazo mis dedos con los suyos.
Llego a una de las mesas en donde hay dos hombres quienes me miran de inmediato mientras aceptan a unas mujeres en sus piernas.
-Agapios Thalassinos- habla uno de ellos mientras mira rápidamente a Afrodita.
-Raymon- hablo hacia uno de los hombres obligándolo a que deje de mirar a mi prometida- Rhyes- saludo al otro.
Tomo asiento y acerco a Acacia a mi lado quien solo mira alrededor.
-vengo por lo que me interesa- suelto sin rodeos, quería irme rápido.
-¿por qué las prisas?- pregunta el de nombre Raymon- ¿no quieren disfrutar de nuestro espectáculo? Las mejores bailarinas actúan esta noche.
-¿no fui claro?- pregunto con voz dura y la expresión divertida en su rostro se borra- ¿acaso parece que tengo todo tu jodido tiempo?
Hace que la mujer en sus piernas se mueva y solo saca un sobre de su pantalón para dármelo.
-es todo lo que tengo- responde mientras lo extiende hacia mi.
Abro el sobre y solo comienzo a revisar las fotografías en su interior, siento a Acacia inclinarse hacia mi y mira lo mismo que yo.
-¿ese es Cibran?- pregunta y solo asiento, las fotografías muestran a ese hijo de puta con otro hombre que no logro reconocer a simple vista.
Acacia solo mira las fotografías, Raymon me tiende una dirección.
-lo que conseguimos es que abrirá un nuevo burdel- comienza el mismo hombre- está entre la espalda y la pared, se está quedando sin dinero así que le urge- mis puños se aprietan con lo que dice a continuación- y ofrece una recompensa por quien le entregue a una tal Medusa.
Acacia voltea a verme de inmediato y veo como traga saliva.
Maldito y mil veces maldito.
-ha dicho que está dispuesto a lo que sea con tal de tener a esa mujer bajo su poder una vez más- continúa- al parecer de todas las mujeres que tenía es ella quien más dinero le dejaba es por eso que la quiere de vuelta.
Miro a Acacia, se mantiene firme aunque sé que está luchando por no doblegarse.
-¿qué más?- le pregunto a los hermanos frente a mi.
-es todo- responde- no he conseguido nada nuevo sobre el nuevo burdel, solo sé que se ha conseguido buenos anfitriones.
Arrugo las fotografías en mis manos a excepción de una que meto en mi chaqueta.
-¿dónde están los otros cabrones que te encargue?- pregunto y con su quijada señala una puerta a la distancia.
Lanzo unos fajos de billetes que aceptan de inmediato, me pongo de pie, tomo la mano de Acacia y comienzo a caminar hasta aquella misma puerta.
Ella no dice nada y solo camina a mi lado, entramos a esa habitación y cuatro de mis hombres ya están aquí mientras rodean a dos hombres más quienes están atados de las manos y tienen cinta en la boca.
Suelto la mano de Acacia quien se hace a un lado y camino hasta acercarme lo suficiente.
-ven aquí, Afrodita- miro sobre mi hombro a la castaña quien comienza a acercarse lentamente, una vez que llega a mi lado señalo a los dos hombres, deja de mirarme y mira lentamente en aquella dirección- ¿los reconoces?
Veo como traga saliva duramente, sus puños se aprietan y sus ojos se llenan de ira. Asiente lenta y pesadamente con la cabeza sin decir nada.
Aquellos dos hombres miran a la mujer que tienen enfrente, sus ojos destilan confusión, indico con la cabeza a uno de mis hombres que les quiten la cinta en la boca y así lo hacen, de inmediato la irritante voz de esos hombres hablan.
-Medusa- uno habla con desesperación- ayúdanos.
Ella no dice nada y solo se queda en silencio mirando con enojo a los cabrones.
-¿qué te hace pensar que ella va a ayudarte?- pregunto yo haciendo que me miren- ¿cómo una Diosa como ella podría ayudar a un hijo de puta como tú?- tragan saliva duramente y miran de nuevo a aquella mujer a mi lado.
-por favor- insiste el otro hombre- por todos los momentos que pasamos juntos.
Mi sangre hierve y cuando estoy a punto de hablar ella lo hace.
-¿¡momentos que pasamos juntos!?- pregunta con voz dura- ¿¡momentos en dónde pagabas para tener sexo conmigo!?- se acerca un poco y solo miro lo que hace- ¡abusaron de mí en más de una ocasión!, ¿recuerdan?- no cede, por el contario, su voz se llena de más coraje, indico a mis hombres que esperen afuera y salen dejándonos solos en la habitación- ¿¡por qué mierdas debería de ayudarte ahora que por fin vas a pagar por la mierda que me hiciste y que seguramente hiciste a más de una mujer!?
Su respiración se agita y sus puños se aprietan cada vez más haciendo que sus nudillos se vuelvan blancos, de un momento a otro voltea a verme.
-quiero que los mates- sus palabras son frías y duras- quiero que mueran y ardan en el Hades.
La mujer frente a mi no duda en ninguna de sus palabras, sabe lo que quiere y en este momento quiere que los dos hombres frente a ella se vayan al infierno.
Sonrío mientras saco el arma que tengo en mi pretina, miro el silenciador que esta tiene y ella lo hace también, disparo a uno de los hombre en medio de sus cejas y este muere de inmediato cayendo al piso, el hombre a su lado mira con terror y vuelve la mirada a nosotros.
-¡por favor!- grita desesperado pero a ninguno de nosotros dos nos importa eso.
Me acerco hasta que quedo frente a ella, le extiendo el arma y me mira.
-tu turno- suelto, sus ojos grises se oscurecen, el gris claro que los invaden ahora va más hacia el negro, es una mirada fría, vacía y calculadora, toma el arma después de unos segundos.
Esto es una prueba, quiero saber que es capaz y que no es capaz de hacer. Si ella me dice que no quiere matarlo entonces no la presionaré ni la obligaré a hacerlo, pero si ella lo hace entonces demostrará que está lista para enfrentarse a lo que sea.
Mira el arma en sus manos, me mira a mi y después mira al cabrón que tiembla mirándonos.
Solo observo sus movimientos, se mueve de tal manera que queda frente a él, lo mira, lo fulmina con la mirada, puedo percibir el aura molesta que ella desprende y no es para menos, tiene frente a ella a uno de sus abusadores, ambos hombres solían siempre pagar por ella.
-Med...
-¡mi nombre no es Medusa!- grita ella, me cruzo de brazos y solo miro lo que hace, carga el arma y se prepara para disparar, duda algunos momentos hasta que baja el arma y gira a mirarme.
-no te preocupes, si no puedes hac...
-quiero que se arrodille- me corta y oculto la sonrisa que amenaza en mis labios ante sus palabras- quiero que se arrodille ante mi.
Miro al hombre quien solo tiene lágrimas en sus ojos.
-ya escuchaste, basura- suelto entre dientes- mi mujer quiere que te arrodilles.
Su cuerpo tiembla y se niega a hacerlo.
-¡hazlo, maldita sea!- sigue sin reaccionar así que no me queda más que acercarme y tomarlo con brusquedad, golpeo su rostro con dureza haciéndolo salir del trance en el que está y con dureza lo tomo por sus hombros para después doblar sus rodillas y obligarlo a quedar arrodillado frente a la castaña.
Su mirada fulmina al hombre que ahora está arrodillado ante ella, sus ojos llenos de odio no dejan de mirarlo de mala manera.
-ruégame porque no lo haga- ella suelta con voz fría- quiero que me ruegues como yo lo hice.
El hombre no duda ni un segundo.
-perdón- suelta con voz temblorosa- yo pensé que tú lo disfrutabas, perdón.
-dije que rogaras, no que te disculparas- responde ella.
Me alejo unos pasos y solo me cruzo de brazos viendo todo.
-no lo hagas, por favor- suelta el hombre sin poder mirarla a la cara- juro que no volveré a hacerlo, me iré lejos si así lo quieres, solo por favor, no lo hagas.
De un segundo a otro ella dispara en el abdomen del hombre quien comienza a gritar.
-tus súplicas me valen mierda- habla antes de soltar el disparo que impacta entre sus cejas haciéndolo morir de inmediato.
Miro su reacción y una vez más en este día me sorprende, pensé que al matar por primera vez la vería arrepentida o con remordimiento pero lo único que hay en su rostro en este momento es alivio y una pizca de felicidad.
Mira el cuerpo en el piso y sonríe un poco antes de caminar hasta mi, me extiende el arma y la acepto, sus ojos coinciden con los míos, el gris se ha vuelto casi negro.
-quiero ser yo quien termine con Cibran- suelta sin dudar.
Lo compruebo finalmente, mi Diosa de la tortura ha nacido.
◇
Capítulo nuevo.
Nos leemos pronto.
-Neftali.