INSOMNIA.

Von enigma_caroline_

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Shikamaru Nara es un joven de veintiún años y un genio policía que asciende rápido. Shikamaru nunca consigue... Mehr

Introducción.
Prólogo.
Capítulo 1; Parques y juegos.
Capítulo 3; Del colgante y helados.
Capítulo 4; Encuentros casuales.
Capítulo 5; Una cita.
Capítulo 6; El cuarteto de plata.
Capítulo 7; Muñeca.
Capítulo 8; Salidas y confesiones.
Capítulo 9; El policía y el girasol.
Capítulo 10; Nuestra cita I.
Capítulo 11; Nuestra cita II.

Capítulo 2; Moretones y flores.

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Von enigma_caroline_

Shikamaru mentiría si esperaba que cualquiera de las cosas que sucedieron esa noche estaban planeadas pero podría confirmar el dicho de que las cosas que no se planeaban salían mejor. Aun así, no quería presionar al rubio y debía pensar muy bien en sus siguientes movimientos.

Con suerte llegaron veinte minutos luego a la casa Namikaze. Suerte y que Shikamaru conducía que daba miedo cuando estaba apurado, Naruto bajó con las piernas entumecidas.

—Me duelen las piernas —se quejó—, es tu culpa.

—Yo no fui el de la idea de hacer ese tipo de cosas —replicó Shikamaru.

Ambos se intimidaron con la mirada hasta que un carraspeo los hizo sobresaltar. Naruto y Shikamaru se pusieron extremadamente pálidos enseguida. ¿Sería este el final de ambos?

—¿Qué creen que están haciendo-ttebane?

—Kushina-san. 

—¡Mamá! —Dios, pero sí que se le había bajado la presión, por un momento creyó que era su padre.

—¿Dónde estabas, jovencito? —arqueó la ceja, mirándolo de arriba abajo con ojos escrutadores.

—En mi casa, buenos días —Shikamaru bostezó—, bien, me voy. Yo sí quiero dormir algo.

—Claro —Naruto se sonrojó y miró a su madre. La mirada de la Uzumaki parecía querer atravesarlo pero no comentó nada al respecto e inflando los cachetes se giró hacia Shikamaru para entregarle el casco tras quitárselo—, descansa, Shika. Dile a tu madre que me perdone por no haberme quedado a hablar con ella.

—No creo que le afecte, pero tendrás que darle un par de explicaciones —aseguró, tomando el casco en sus manos—. Nos vemos, zorrito. Hasta luego, Kushina-san, un gusto verla —encendió el motor. Kushina le sonrió al pelinegro y lo despidió con la mano. 

Los Uzumaki se quedaron viendo como el pelilargo conducía lejos de la calle y luego Naruto suspiró, si se había salvado de un castigo antes, ahora seguro que no lo hacía. Volteó a ver a su madre. La pelirroja tenía una mirada seria y los labios fruncidos, pero su melena estaba en control. Eso era una buena señal, además no tenía ningún sartén cerca, otra buena señal. 

—¿Y bien? Me gustaría tener una explicación de por que tuve que mentirle a tu padre sobre que te habías ido a correr esta madrugada —comentó con los brazos cruzados sobre su pecho. Naruto sintió que le volvió el alma al cuerpo cuando la escuchó decir eso. De lo contrario, si su padre se enteraba que había pasado toda la noche en otra casa seguramente lo enviaba de internado a Narnia—. Entra ya, jovencito, hablaremos esto adentro. ¿Ya desayunaste?

—No, lo siento, nos quedamos dormidos... viendo películas y en el momento en que nos despertamos corrimos aquí, lo siento mucho —claro, películas. Sus orejas rojas podrían haberlo delatado de no ser porque iba caminando atrás de su madre, suspiró cuando entraron a la casa y su madre no dijo nada, Naruto sonrió con nerviosismo—. No era mi intención. 

—Muy bien, te creo —no, no le creía—, sólo diré que una película no te deja esas marcas, cariño.

La sonrisa nerviosa de Naruto desapareció enseguida y se cubrió el cuello instintivamente. Uh, eso había sido jugar sucio, miró a su madre completamente rojo y carraspeó. Kushina solo se rió ante la acción, la forma en que su hijo palideció en menos de un minuto fue impresionante.

—¿Y ahora qué hago? Papá va a matarme...

Oh, kami, ahora su madre no creería que estuvo todo el tiempo en la de Shikamaru. ¿Y si creía que tenía novia y se había pasado toda la noche en su casa? Hizo una mueca inconsciente.

—Descuida, cariño, ven conmigo a la cocina —le comentó la pelirroja mientras caminaban hacia allá—, ¿y bien? ¿Cómo está Shikamaru? 

—Está bien aunque un poco cansado —comentó, recordando como bostezaba a cada rato. Si bien era algo normal en el flojo de su amigo, parecía que no había estado durmiendo bien últimamente—, supongo que es normal considerando su trabajo, tiene horarios muy complejos a veces. No lo sé —suspiró, su madre le indicó que se sentara en una de las sillas del comedor y éste lo hizo sin rechistar.

—Ya veo, seguramente no está durmiendo bien —Kushina suspiró, mientras buscaba algo en los cajones de la cocina—, no es fácil ser policía y vivir solo, Naruto —se detuvo un momento con las manos sobre la cintura, pensativa—. Especialmente la parte de vivir solo —apuntó un cajón. 

—Sí, es una lástima que no tenga alguien que le ayude en casa —el rubio apoyó su mentón en su mano y bufó, sin seguridad de porque le molestó la idea de que alguien viviera con el pelinegro, o más bien, alguien más.

Kushina le miró de reojo por un momento y se guardó la sonrisa para sí misma, gritando de euforia cuando encontró lo que buscaba, lo sacó y enseguida lo apuntó hacia Naruto, quien ladeó la cabeza confundido. La Uzumaki tenía una sonrisa de diez en el rostro.  

—¿Una batidora de mano?  —no entendía—. No entiendo —de verdad. La pelirroja rodó los ojos y apuntó el moretón en su cuello como si fuera obvio, de nuevo, Naruto no entendía.

—Toma esto y con la punta hacia el moretón, hará que circule la sangre más rápido y al cabo de cinco minutos desaparecerá —le explicó con tranquilidad—, te traeré un espejo, espera aquí.

Naruto se quedó mirando en silencio la batidora de mano por un momento sin entender. ¿Cómo una batidora de mano le ayudaría? Es que, aunque le hubiera explicado, no lo creía. Todavía no entendía que había sucedido esa noche y su madre no estaba ayudándole a descubrirlo. Suspiró.

No es como que no entendiera, no era la primera vez que Shikamaru y él... se entretenían. Ya lo había dicho antes, fue su primer amor y aunque las cosas no hubieran funcionado antes, le aterraba la posibilidad de que esa noche no significara nada y de nuevo no funcionara nada. Antes de que pudiera dar rienda suelta a su destructiva imaginación, su madre volvió con un espejo mediano y se lo puso en frente, mostrándole el movimiento que debía hacer. Al cabo de dos minutos su piel comenzó a tornarse roja. 

—¿Esto es normal?

—Sí, sigue, sigue —Kushina se sentó frente a él con los ojos entrecerrados. 

—Bien —Naruto continuó, notando a medida que iban pasando los minutos que iba desapareciendo—. Vaya —parpadeó, luego de cinco minutos no tenía nada, como había dicho su mamá—. ¿No es esto genial? Mamá, eres una genio —la miró y ésta sonrió de lado. 

—Escucha, Naru, aún eres joven... 

—Okay —él carraspeó y cerró los ojos—, uh, ya tuvimos esta conversación antes-ttebayo. ¿En serio hay necesidad de volverla a tener? Te prometo que no sucede nada, solo fue un moretón.

—¿Seguro? —oh, ahí estaban los ojos juzgadores de Kushina Uzumaki sobre él de nuevo. Naruto tragó y solo movió la cabeza afirmativamente un par de veces. Ella arqueó la ceja y suspiró.

—Y-yo...

—Okay, okay —Kushina no pensaba presionarlo—, solo espero que algún día tengas la confianza de decírmelo. Por ahora, cambiando de tema, ¿qué castigo debería ponerte? —se puso pensativa. Ah, obviamente no desaprovecharía la oportunidad para castigarle.

—Ah...

—Na-ru-to.

—Mamá —ahora el rubio estaba temblando. 

—¿No te dije que no le causaras problemas a tu padre acaso? —Oh, la voz tranquila de su madre era sin duda la más aterradora de todas. Naruto hizo una mueca—. ¿Qué hiciste toda la tarde de ayer? No apareciste desde las cinco de la mañana de ayer cuando saliste a correr hasta casi las ocho de la noche y luego te fuiste a comer con Shikamaru. Y no vol-vis-te.

—Ah...

¿De la mañana? Claro, es verdad. Ni siquiera llamó para avisarles que estaría en la de Chouji toda la mañana y tarde, tampoco les comentó de ello cuando volvió a casa, y luego se había ido de nuevo junto a Shikamaru. Y él había pasado toda la noche en la casa de... Negó con la cabeza abochornado.

—Naruto —Kushina aseveró la voz.

—Estaba con Shikamaru-ttebayo, en su casa —afirmó. Con los años había aprendido que la mejor opción en la vida era no mentir, tarde o temprano su madre siempre se enteraba de las cosas, solo no le diría desde qué hora estaba allá.

—¿Shikamaru se despierta temprano? —A Naruto le cayó una gotita en la cabeza.

—Eh, sí —masculló en voz baja la reputación de su perezoso amigo, carraspeó—. Por el trabajo, nos encontramos en el parque cuando salí a correr y me invitó a jugar con Chouji en la play.

—Ah, es verdad. ¿No se ve lindo con su uniforme? —Naruto respiró levemente cuando el modo fangirl de su madre se activó y sonrió levemente—. Te dije que no debías dejarlo ir-ttebane... Aunque a juzgar por el moretón que traías ya se reconciliaron, eh.

—¡Oka-san! —estaba rojo, tan rojo como un tomate, de esos que le gustaban a su hermanita Karin por una extraña razón—. N-no digas tonterías-ttebayo, sabes perfectamente que solo somos amigos —carraspeó.

—Sí, sí, y los Namikaze no son unos dioses griegos —le restó importancia—, en fin, cariño. Espero que no vuelva a pasar, hablaré con Minato sobre tu mesada, seguro que no es nada grave pero no vuelvas a hacerlo —todos se enamoraban alguna vez y Kushina conocía bien su pequeño—. ¿Bien?

—Lo prometo. Adiós, mamá —le dio un beso en la mejilla y se abrazó a ella—, gracias por confiar en mí. 

—Ah, sobre tu estu-

—¿Llegó alguna carta? —Naruto se levantó cual resorte, con los ojos brillando y Kushina sonrió. Cuando Naruto se comportaba de esa manera le gustaba imaginárselo con orejas y colita de cachorro, moviéndola con emoción de un lado para el otro—. ¿Y bien?

—Por desgracia, no, cariño, no ha llegado nada —le dedicó una mirada comprensiva—, pero Bill no ha venido aún. Son las siete y media aún, quizá llegue algo en breve. Ya verás —afirmó. 

—Oh —Naruto volvió a sentarse con las orejas y la cola agachadas, Kushina sonrió con melancolía—. ¿Bill no ha pasado aún? —Bill era el cartero—, es buena noticia. Oye má, voy a darme una ducha, ¿está bien? 

—Oh, sí, cariño. Yo prepararé el desayuno mientras tanto —afirmó con una sonrisa. 

Naruto asintió con una sonrisa que no llegó a sus orejas y subió las escaleras enseguida. Ah, ¿cuándo iba a dejar de pensar tonterías? Una vez que entró a su cuarto sacudió la cabeza. Luego de sacar la ropa y la toalla que utilizaría fue hasta el baño y se metió a la ducha. Bien decían que el agua curaba todos los males y ayudaba a despejar dudas. 

—¡Naruto! —escuchó a su madre abajo, sí, la mujer tenía unos pulmones que daban miedo—. ¡Bill está aquí! 

Naruto maldijo entre dientes cuando se estaba enjabonando el cabello. ¿Era en serio? Suspiró, sabía que su madre no insistiría y recibiría la correspondencia por ella misma así que lo ignoró. Aun así, apresuró el paso y se enjuagó y vistió tan rápido que su padre se sentiría orgulloso de su velocidad. Salir del baño y casi saltar las escaleras para llegar al comedor fue pan comido. 

—Dime que hay algo para mí, por favor —pidió enseguida, con los ojos bien abiertos.

—Oh, sí —Kushina estaba terminando de poner el último plato sobre la mesa cuando se giró a verlo con una mini sonrisa—, dile hola a tu hermana, Naruto, no seas grosero.

—Hola, Karin —se acercó para darle un beso en la cabeza, la pelirroja menor solo le hizo un movimiento de mano pues estaba comiendo—. Má, dime que hay algo para mí, ¿sí?

—Sí, cariño, sobre la mesa de allá junto al resto de correspondencia —le señaló una pequeña mesa donde solían poner la correspondencia, Naruto saltó y se acercó enseguida—. Karin, ¿qué te he dicho de comenzar antes de que todos estemos en la mesa? —regañó a la niña entonces. 

—Pero es que él no va a sentarse hasta que no descubra esa aburrida carta y tengo hambre —se quejó la menor—, ¿piensas matar a tu única hija de hambre? Mala madre —se cruzó de brazos e hizo un puchero. Kushina rodó los ojos.

Naruto soltó un gruñido de molestia que las hizo mirarlo y se giró con las cartas en mano. 

—Mamá, aquí no hay nada que diga mi nombre —se quejó con un gran puchero en los labios. 

Kushina dejó salir una pequeña risa antes de negar con la cabeza. 

—Nunca dije que era un sobre, cariño —señaló entonces al lado de la mesa donde había un ramo de girasoles y tulipanes amarillos en un lindo jarrón naranja, Naruto ladeó la cabeza—. Son las flores a su lado, la tarjeta está en el girasol más grande.

—¿Ah? —Naruto dejó la correspondencia sobre la mesa y se empinó un poco para agarrar la tarjeta que tenía el ramo, era pequeña y roja con las palabras "Para: Naruto" en dorado. Su sonrisa apareció de repente—. ¿Flores?

—No cualquier flor, Naruto, son girasoles y tulipanes amarillos —canturreó Kushina. 

—Mis favoritos —sonrió, mordiéndose el labio inconscientemente y mirando entonces el interior de la tarjeta—. Oh, tiene algo escrito —esta vez su sonrisa alcanzó sus orejas. 

Quería que tu día fuera tan especial como lo son mis días cada vez que te veo, 

quería que tu sonrisa fuera tan grande como lo es la mía cuando te miro, 

quería que tus ojos brillaran tan fuerte como brillan los míos cuando estoy contigo. 

-Shikamaru.

—Es todo un poeta, ¿no te lo parece? —Kushina se había puesto a su lado con una sonrisa. 

—¡Mamá! —se quejó, cerrando la tarjeta, con el rostro tan rojo que le hacía competencia a la manzana más roja del mundo—. ¡P-privacidad, por favor! —Kushina soltó una carcajada—. No puede ser, vamos a desayunar mejor. 

—Escríbele un mensaje y dile gracias —lo golpeó en la cabeza—, luego lo llamas a agradecerle.

—Okay, okay —sacó su teléfono del bolsillo de su pantalón—, vamos al comedor y le escribo.

Shikamaru dejó caer su cabeza sobre la mesa de la casa de sus padres, mientras suspiraba. 

—Shika, ¿qué es todo este desastre? —Yoshino arqueó una ceja mientras observaba su mesa llena de fotografías, periódicos y carpetas llenas de evidencia—. ¿Estás trabajando en un caso?

—Sí, mamá, normalmente los detectives hacemos eso —respondió con un bostezo, sin apartar su cabeza de la mesa ni por un instante. 

—No seas maleducado, joven Nara —lo golpeó en la cabeza y rodó los ojos—. ¿De qué se trata ahora?

—Madre, eso es información clasificada —volvió a bostezar y cerró los ojos. 

—Si tan clasificada es la información no deberías andar dejándola en la mesa de tu madre, es mi mesa por lo tanto todo lo que este sobre ella, incluyéndote, también es mío y puedo mirarlo si quiero —Yoshino tomó una de las carpetas sin importarle y la abrió, dejando escapar un chillido en el momento en que sus ojos vieron de qué se trataba. 

—¿Qué te dije? —se quejó al ver que no le había hecho caso—. Hay una razón por las que estas cosas son clasificadas. Es un asesinato. 

—¡Por dios, qué horrible! —Sacudió su cabeza—. Es una niña —el horror no abandonó su rostro.

Shikamaru tomó la carpeta de las manos de su madre y asintió con una mirada triste. Aunque no era la primera ni la única en que era asignado a investigar un caso de esos, seguía siendo triste. 

—Tiene la edad de Karin —asintió, bajando la cabeza—, pero descuida, tu hijo le pondrá fin a su sufrimiento una vez que atrape al maldito que hizo esto. Lo prometo. 

—¿Tienes alguna pista?

Shikamaru asintió. 

—Los moretones que ves en la foto pertenecen a un tipo de arma específica y las flores que tenía cerca en la escena del crimen pertenecen a una zona delimitada —comentó—, así que estoy haciendo una lista de posibles. En el momento hay cuatro sospechosos y al menos dos de ellos suelen frecuentar esta zona a menudo así que...

—Entiendo, perdón por entrometerme —incluso ella podía ver lo obsesionado que su hijo estaba con el caso, pero podía entenderlo de alguna forma. La victima era solo una niña de nueve años—. Oh, tu teléfono acaba de encenderse —se lo alcanzó enseguida. 

Shikamaru miró enseguida, era un nuevo mensaje de Solecito, aquello lo hizo sonreír. 

—¿Ah?

—Es Naruto —le restó importancia pero la sonrisa lo detalataba—, dice que le gustaron las flores que le envié.

—¿Le enviaste flores?

—Sí.

—¿A Naruto?

—Sí.

Yoshino no comentó nada más pero asintió con la cabeza. 

—Muy bien, me alegra que le hayan gustado, sabes que tienen que venir a cenar pronto —dijo, aunque para Shikamaru aquello sonó como una especie de amenaza. El pelinegro asintió—. Y dime, cariño, ¿Cuándo piensas pedirle matrimonio?

Shikamaru se ahogó con su propia saliva.

—¿Q-Qué? Perdón, por un momento me pareció que hablaste de matrimonio —comentó el de pelo largo, alzando la mirada hacia su progenitora, a juzgar por su mirada no se había equivocado. Shikamaru se pasó una mano por el cuero cabelludo—. ¿No crees que estás sacando conclusiones a la ligera?

—Hijo, ya consumaron el matrimonio no veo porque no hacerlo legal —Yoshino se encogió de hombros. Su hijo se coloreo de rojo, cosa que le causó gracia—. No puedes engañarme. Más sabe el diablo por viejo que por diablo.

—Okay —Shikamaru decidido, la ignoró—. Ni siquiera le he pedido noviazgo y tú esperas que le proponga matrimonio.

—¿Y qué estás esperando, jovencito? —se puso las manos en la cintura y le dió una de sus miradas terroríficas. Shikamaru dio las gracias a ser gay, pues le tenían terror a las mujeres.

Simplemente eran tan problemáticas.

—Todo a su tiempo, madre —no pretendía apresurar las cosas. Sabía bien que Naruto tenía problemas, si corría muy rápido podía arruinarlo todo.

Tenía que seguir el plan como estaba, lento y conciso. Una vez que el terreno estuviera seguro, daría el siguiente paso. Naruto se sentiría confiado y ambos podrían retomar el romance.

Aunque le dolía recordarlo, no era la primera vez que lo intentaban. Al menos sabía que el cuerpo de Naruto lo había extrañado y que sus sentimientos seguían ahí.

—Todo a su tiempo...

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Segundo capítulo de INSOMNIA.

Disclaimer: Los personajes le pertenecen a Masashi Kishimoto, creador del manga y anime Naruto. Universo alternativo. Novela BL. Lee bajo tu propio criterio. Créditos de las imágenes a sus respectivos autores/as. Atente a las consecuencias en caso de leer. Historia alternativa a HIPERSOMNIA (Itanaru).
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Apuesto a que eso no se lo vieron venir, eh.

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