3. Saga Cree en mí - Heavy Cr...

By desirealba

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Cuando has sido alguien tan importante, cuando has sido el rey, no puedes dejar tu corona sin las consecuenci... More

Prólogo
Uno. "Vuelta a Ontario"
Dos. "Se que estás cuidandonos desde ahí arriba"
Tres. "Lo siento"
Cinco."¿Cómo era mamá?
Seis."No puedo amar a nadie más"
Siete. ¿Por qué quieres besarme?
Ocho. "No va a hacerme daño"
Nueve."Nunca sabes quien puede ser tu enemigo"
Diez."Esto no puede volver a ocurrir"
Once."Deja de investigar"
Doce. ¿Quien será la siguiente?
Trece."Ha llegado la hora"
Catorce."No la ames como amaste a Aria"
Quince. "¿Quien eres?"
Dieciseis."Eso es porque no la conoces,pececito"
Diecisiete. "Teneis que iros"
Dieciocho."¿Has vuelto al negocio?
Diecinueve. "Lo sé todo"
Veinte. ¿Por qué yo?
Veintiuno. "Corre"
Veintidos."Estaba perdida"
Epílogo

Cuatro."Nos vemos pronto, Alice de Nueva York"

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By desirealba

Alice.

Miré el vaso de zumo de naranja que tenía frente a mi. No había dormido nada bien estos días después de la visita que mamá nos hizo. Una parte de mí decía que todo había sido un sueño. Había sido tan real...

Abrazarla, respirar su perfume... 

Negué con la cabeza. - Vale, ya estoy - Jennifer se sentó frente a mí en la mesa de la cocina después de haber acostado a Annie.

Ni siquiera sabía cómo empezar. Me tomaría por loca. Aunque papá no lo hizo. Él dijo que mamá también lo había visitado.

Respiré profundamente antes de soltarlo - La otra noche vino a visitarme mamá.

La tía Jennifer dejó de remover su café y me miró. Sus ojos expresaban sorpresa y confusión.

- ¿Aria? - Asentí - ¿Soñaste con ella o...? - sacó la cuchara del café y la dejó en el plato.

- No, no era un sueño. Ella estaba allí - moví mi cabeza lentamente acordándome de esa noche.

Sentí a alguien acariciar mi pelo y abrí mis ojos. Me incorporé rápidamente al ver allí a mamá. Me quedé mirándola asustada mientras sentía a mi corazón latir con fuerza contra mi pecho.

- ¿Mamá? - susurré.

- Hola cariño. - sonrió.

Puse las manos en mi boca ahogando un jadeo. Me abalancé sobre ella, abrazándola.

- Mamá - sollocé y me abracé más fuerte a ella.

- Estoy aquí, cariño - acarició mi pelo. - Estás muy grande. - Lloré en su hombro.

Ella estaba allí, abrazándome.

- No llores, Alice, cariño. No tengo mucho tiempo. Quiero ver tu sonrisa.

Me separé de ella y la miré. Todo se veía borroso debido a mis lágrimas. Mamá me las limpió con sus dedos y cogí su mano.

- ¿Cómo es que estás aquí? ¿Es un sueño? - intenté hablar con claridad debido a los sollozos.

- Bueno, no exactamente. Me dieron una oportunidad para venir a veros.

- ¿Quien?

- Estás preciosa - tocó mi mejilla - ¿Lo sabes, no? Es increíble verte crecer, aunque no esté aquí, sabes que siempre estoy contigo, ¿Verdad?

Asentí sorbiendo mi nariz.

- Te echo mucho de menos - sollocé  miré nuestras manos cogidas.

- Yo también cariño. Siento no poder estar contigo. Pero tienes que ser fuerte, ¿Vale? Por papá, y por mí. No quiero verte triste.

Negué con la cabeza. Eso era totalmente imposible.

- Cuida a papá por mí. No dejes que él vuelva a las sombras, estar aquí no es bueno para él.

- ¿A las sombras?

- Mantenlo contigo, Alice. - Asentí no sabiendo muy bien a lo que se refería. - Por cierto, me gustó el vestido que llevaste al baile.

Sonreí entre mis lágrimas.

- Aunque la próxima vez, ponte un vestido azul, te favorece más. - Asentí y mamá suspiró. - No dejes de ser quien eres, cariño. Prométemelo.

- Te lo prometo - limpié las lágrimas con la parte trasera de mi mano. - ¿Me lees antes de irte?

Ella sonrió y asintió. Me acosté y mamá se puso a mi lado. Cogió el libro y lo abrió por la página señalada. Cogí su mano mientras ella me leía.

...Aunque construyan murallas que lleguen hasta el cielo, yo encontraré la forma de volar sobre ellas. Aunque intenten atraparme con cientos de armas, yo encontraré un modo de resistir. Y hay muchos como yo ahí fuera, más de los que crees. Gente que se niega a dejar de creer. Gente que se niega a volver a tierra. Gente que ama en un mundo sin murallas, gente que ama frente al odio, frente al rechazo, sin miedo y contra toda esperanza.

- Te quiero, Alice. - mamá besó mi frente.

- Yo también te quiero, mamá.

Volví a la realidad cuando Jennifer me llamó. - Alice, cariño, ¿Estás bien? - ella se había sentado a mi lado y estaba frotando mi espalda dulcemente.

- Si. Mamá me dijo que mantuviera a papá fuera de las sombras. ¿A qué se refería? - la miré y vi que se quedó mirando a un punto fijo.

- No lo sé.

- Escuche a papá decirle a la abuela Pattie que mamá murió porque él había vuelto al negocio. - Jennifer se tensó a mi lado. - ¿A qué negocio se refieren?

- No lo sé - ella se levantó y pasó una mano por su pelo para después recogerlo en una cola.

- Estoy confundida, tita. Papá no deja de echarse la culpa de la muerte de mamá. - La tía Jennifer me miró fijamente. - Y él no tuvo nada que ver. Aunque bueno, intentaré saber a qué negocio se refería. - me bajé del asiento.

- Déjalo, Alice. No hagas nada de eso.

- ¿Por qué? Eso significa que lo sabes.

- Cariño, el pasado es mejor no removerlo. Simplemente pasó y ya está. No te metas en nada más.

Su rostro expresaba preocupación.

- Está bien - dije para que se tranquilizara. Ella respiró tranquila.

- ¿Te parece si después vamos al parque con Annie?

- Claro.

Jennifer bajó a Annie del coche y ella nos cogió de la mano a ambas. Caminamos hacia el parque, pasando por los caminos, sin pisar el césped. Se escuchaban los gritos de los niños mientras jugaban y las madres hablar mientras los vigilaban.

La tía Jennifer se puso al lado de Annie para que no se cayera.

Las observaba desde un banco mientras jugaba con el móvil en mis manos. Ojalá tuviera algún recuerdo de mamá jugando conmigo en el parque, o cualquier otra cosa.

Recibí un golpe en mi cabeza y puse mis manos en ella viendo como una pelota de fútbol se paraba casi a mi lado.

Miré hacia atrás verdaderamente molesta mientras escuchaba varias risas. Fruncí mi ceño y las ganas de darle una patada a la pelota y mandarla más lejos aumentaban.

- Lo siento, ¿Estás bien? - me levanté y vi a un chico, estaba mostrándome su sonrisa de anuncio de dentífrico y sus ojos verdes me miraban atentamente.

Moví mi cabeza de un lado a otro mientras mi mente me decía que tenía que decir algo.

- Sí, estoy bien.

Vi cómo el chico se agachaba a coger la pelota. Se incorporó y después me miró. Pasó una mano por su pelo castaño y miró hacia atrás para ver a sus amigos esperando impacientes a que volviera con la pelota para poder continuar el partido.

- ¿Cuál es tu nombre? - preguntó apoyándose con una mano en el banco y con la otra jugando con la pelota.

- Vamos tio - escuché a sus amigos a lo lejos y ambos miramos.

- Esperen, estoy intentando ligar con esta chica de aquí. - alzó su voz y mi corazón bombeó con fuerza. Mi pulso se aceleró y me puse nerviosa.  - ¿Y bien? - me miró alzando una ceja.

- Alice. - dije rápido.

- Alice - repitió. - Bonito nombre, encantado de conocerte. Soy Austin.

Sonreí, creo.

- Nunca te había visto por aquí.

- Vivo en Nueva York.

- ¿Nueva York? ¿Y qué haces aquí?

- Visitando a la familia.

- Maldita sea, Austin, como no vengas voy a ir y patearé tu trasero. - miramos de nuevos a sus amigos.

- No eres capaz, Alex. Bien, ¿Por dónde íbamos?

- Será mejor que vuelvas con tus amigos. - conseguí decir.

Él me miró sonriendo. - Esta bien. Nos vemos pronto, Alice de Nueva York. - dio con sus dedos en mi barbilla en un gesto cariñoso y el aire se quedó estancado en mi garganta mientras él se iba. Ni siquiera había podido decirle adiós.

Me senté de nuevo en el banco y Jennifer se acercó a mi junto con Annie. - ¿Quién era ese chico? - Se sentó en el banco sentando a Annie en sus piernas.

- Austin. Me ha dado con la pelota en la cabeza, ha venido y se ha disculpado.

- Estás roja - dijo sonriendo burlona.

- Es guapo - me encogí de hombros y Jennifer miró hacia los chicos.

- Quizás encuentres un amor de verano.

Miré de nuevo a los chicos y me fijé en las chicas que acababan de llegar. Yo no era como ellas.

Negué con la cabeza sabiendo que eso era realmente imposible.

- Oh vamos, Alice. Eres preciosa - tocó mi rostro. - Se que tú crees que cuando te lo decimos, es porque somos de tu familia, y te queremos - la miré - Tienes un pelo precioso - tocó mi pelo castaño - Unos ojos increíblemente bonitos. Tienes a Justin y a Aria como padres, por dios, Alice, tu padre se ganaba todas las miradas de las chicas.

Sonreí de lado. - ¿Y qué hay de mamá?

- Aria también tuvo sus pretendientes - sonrió recordando - Pero no fue capaz de sacarse de la cabeza a tu padre desde la primera vez que lo vio.

- ¿Cómo se conocieron?

- ¿No te lo ha contado Justin?

Negué con la cabeza. - Papá no habla de mamá.

Jennifer suspiró y Annie se puso a retorcerse en sus brazos.

- Quiero ir a casa - dijo la niña. Jennifer me miró y asentí.

- Pues vamos a casa - ella se levantó y le cogió la mano a Annie.

Mientras me alejaba miré hacia atrás. Austin estaba mirando cómo me iba. Mi corazón latió con fuerza cuando él me hizo una seña de despedida.

Miré hacia delante sonriendo como una auténtica estúpida.

Solo ha sido amable, Alice, te ha pillado mirándolo, es normal que se despidiera de tí.

Llegué a casa feliz y entré en la cocina sonriente para ver a papá haciendo de comer.

- ¿Cómo te lo has pasado? - me preguntó.

-Muy bien - sonreí abiertamente.

- ¿Quieres comer aquí? ¿O en el salón viendo la televisión?

- Prefiero en el salón. ¿Cenarás hoy? - le pregunté cogiendo los vasos. Él asintió y cogí dos. - Cuando mamá vino a verme, me dijo que te cuidara, que no dejara que volvieras a las sombras. Que no era bueno que estuvieras aquí.

Papá me miró realmente sorprendido. - Por un momento llegué a pensar que ambos habíamos soñado la visita de mamá debido a los recuerdos... ¿Ella te dijo eso?

- Si. ¿A qué se refería?

- A nada, pon la mesa.

- ¿Que escondes?

- No escondo nada, Alice. Pon la mesa.

- La tía Jennifer se comportó de forma extraña cuando se lo conté. Sé que escondéis algo y eso es el motivo de la muerte de mamá.

Papá dio un golpe en un mueble y yo me sobresalté. Ambos nos quedamos callados. Podía observar la vena de su cuello y la rabia con la que miraba al mueble.

Sus ojos se posaron en mi y me estremecí ante su mirada. - Pon la mesa, Alice. Y no te metas donde no te llaman.

Asentí efusivamente y salí de allí casi tropezándome con mis pies.

Esa noche papá tampoco cenó, y todo por mi culpa. Debería de haber mantenido la boca cerrada, pero no lo hice.

Pude notar que papá estuvo en la puerta de mi habitación mirándome por un buen rato antes de él acostarse.

Al día siguiente fui al centro comercial con las titas, vinieron todas. Iríamos a comprar ropa, todas menos Paula se volvían locas con las compras.

- Hemos quedado con una amiga nuestra - me dijo Paula. Asentí y esperamos a que su amiga apareciera.

Kristen sonrió al ver a una mujer bajita y con el pelo negro rizado corto.

- Martha - la abrazó. - ¿Cómo estás? Te hemos echado de menos.

- Yo también os he echado de menos - dijo esta abrazando a las demás.

Después me miró. - ¿Ella es la hija de Aria?

- Si - dijo Jennifer.

- Vaya, como se parece a ella... la última vez que la vi tenía tres años y se parecía más a Justin.

- El destino quiso torturarlo - comentó Kristen. Paula le dio en su brazo mientras que Jennifer la miró mal.

- Hola, soy Martha. - ella me abrazó y correspondí a su abrazo. Se separó de mí y sonrió. - Bien, ¡A comprar!

¿El destino quiso torturarlo? ¿A papá? Cada día estaba más segura de que a lo mejor papá si había tenido algo que ver en su muerte. Necesitaba respuestas, pero no iba a encontrarla en papá o en las chicas, aunque quizás Kristen....

Miré los zapatos de deporte, tenía que comprarme unos ya que los otros se me habían olvidado en Nueva York. No, al final no lo llevaba todo, como le había dicho a papá.

Necesitaba unos nuevos porque no podía estar mucho tiempo sin salir a correr. Era mi momento para despejarme, y me sentía realmente bien después de hacer ejercicio.

- Esos zapatos son de chico - me giré ante esa voz y vi a Austin allí.

Solté los zapatos avergonzada.

- Te quedarían bien estos - él me hizo una seña y lo seguí hasta ver los zapatos de chicas. Cogió uno blanco con una línea en morado.

- Gracias, ¿Es mi número?

- Sí, es tu número, pruébatelo.

- ¿Trabajas aquí? - dije sentandome para probarme el zapato.

- Si

- ¿Qué edad tienes?

- Diecinueve.

Adiós a mi amor de verano.

Me probé el zapato bajo su atenta mirada - ¿Diecisiete, dieciséis? - me preguntó.

- Dieciséis.

Me levanté y moví mi pie en el suelo por si me molestaba en algún lado.

- ¿Haces ejercicio? - me preguntó.

- Si

- ¿Que deporte practicas? - negué con la cabeza.

- Solo voy a correr.

- Pienso que correr es aburrido.

Me quité el zapato y lo miré - Bueno, supongo que sí. Pero me gusta porque es un deporte solitario y me mantengo en forma.

- Mmmmm... ¿Es que eres antisocial?

Negué con la cabeza.

- Unos amigos organizan una fiesta este fin de semana, por si quieres acompañarme, para conocer a más gente. El verano es muy largo.

Mi corazón se aceleró. Me estaba pidiendo que fuera con él.

- Claro, creo que podré.

Antes de que se fuera intercambiamos los teléfonos y miré hacia atrás para ver a Kristen mirandome mientras sonreía tiernamente.

Me acerqué a ella - Lo conocí el otro día en el parque. Me ha dicho que podría acompañarlo a una fiesta este fin de semana, para conocer a gente.

- ¿Qué edad tiene? Parece mayor que tu.

- Diecinueve.

Kristen asintió - Es un poco grande para ti.

- Yo no he dicho que me haya pedido salir, en plan cita.

Kristen juntó sus labios en una fina línea -Buen punto. ¿Te vas a llevar los deportes? - asentí.

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