EXTINCTION【Libro I】|Disponibl...

By hanabiXO

189K 25K 14.4K

《𝐀𝐁𝐑𝐀𝐊𝐀𝐃𝐀𝐁𝐑𝐀 #𝟏》 ❝𝕯𝖎𝖔𝖘 𝖍𝖆 𝖒𝖚𝖊𝖗𝖙𝖔❞... Y su raza está maldita. ¿El amor será suficiente... More

✧ Disponible en FÍSICΩ & E-BOOK ✧
✧ Guía ✧
✧ Mapa ✧
✧ Booktrailer ✧
☽ Prólogo ☾
☽ Capítulo 1 ☾
☽ Capítulo 2 ☾
☽ Capítulo 3 ☾
☽ Capítulo 4 ☾
☽ Capítulo 5 ☾
☽ Capítulo 6 ☾
☽ Capítulo 7 ☾
✧ La luna escarlata ✧
☽ Capítulo 8 ☾
☽ Capítulo 9 ☾
☽ Capítulo 10 ☾
☽ Capítulo 12 ☾
✧ Luna y Avellana ✧
☽ Capítulo 13 ☾
✧ Cromo ✧
☽ Capítulo 14 ☾
☽ Capítulo 15 ☾
☽ Capítulo 16 ☾
☽ Capítulo 17 ☾
☽ Capítulo 18 ☾
☽ Capítulo 19 ☾
☽ Capítulo 20 ☾
☽ Capítulo 21 ☾
☽ Capítulo 22 ☾
☽ Capítulo 23 ☾
☽ Capítulo 24 ☾
☽ Capítulo 25 ☾
☽ Capítulo 26 ☾
☽ Capítulo 27 ☾
✧ Nota de autora ✧
☽ Capítulo 28 ☾
☽ Capítulo 29 ☾
☽ Capítulo 30 ☾
☽ Capítulo 31 ☾
☽ Capítulo 32 ☾
☽ Capítulo 33 ☾
☽ Capítulo 34 ☾
☽ Capítulo 35 ☾
☽ Capítulo 36 ☾
☽ Capítulo 37 ☾
☽ Capítulo 38 ☾
☽ Capítulo 39 ☾
☽ Capítulo 40 ☾
☽ Epílogo ☾
☽ Extra 1 ☾
✧ Agradecimientos ✧
A V I S Ω
☽ A B R A K A D A B R A #2 ☾

☽ Capítulo 11 ☾

3.7K 538 230
By hanabiXO

Lyanna

El comedor se sume en un silencio repentino y denso. Nadie se mueve, como si en el tiempo se hubiera abierto una brecha de estatismo mudo en la cual se gestan terribles sentimientos. Todos los pares de ojos observan al alfa al mismo tiempo, grávidos de conmoción.

¿Está muerto?

Gil empieza a llorar, rompiendo el hielo que paraliza el flujo temporal. Inmediatamente desplazo mi atención a Hazel, el único que sigue congelado en tanto se desata un torbellino de acciones a su alrededor. Erice se encarga de calmar al niño y Srinna se levanta para socorrer a Moon mientras Kuro y Nathan debaten si ayudar a una o a la otra. Pero Hazel parece ser quien en verdad ha perdido todo asidero.

Conozco esa expresión. La tuvo grabada a fuego en su rostro durante meses luego de que Seth nos dejó. Esa pincelada de desolación en sus pupilas es el interruptor que me impele a volar hasta él para salvarlo de sí mismo, para sujetarlo antes de que sucumba bajo las fauces de sus monstruos internos. Intento que me mire pero el témpano de estupor es inquebrantable y le impide incluso parpadear. Si sus ojos no se secan, es por las lágrimas que han comenzado a recubrirlos.

—Cariño, ¿me oyes? Hazel —insisto, pensando en cargarlo en brazos y sacarlo de aquí si es necesario, aunque oigo un gruñido de fastidio que disipa mis intenciones.

En el décimo zamarreo de Srinna, Moon reacciona. Más bien hace algunas muecas de enfado y frunce el ceño ante el fulgor de la luz artificial al abrir mínimamente los ojos. Se ve algo desorientado, pero le recrimina a Srinna con una expresión arrufada el haberle frustrado el sueño, hasta que cae en la cuenta de que algo no va bien al notar que el pobre Gil lloriquea y que Hazel se ha quedado en shock. Como si los sentidos se le encendieran de a uno por vez, el alfa se lleva una mano al rostro y finalmente se espabila por completo al palpar la sangre que surca sus mejillas.

—¡Tío! ¡¿Qué te sucede?! —exige saber Gil, que se suelta de los brazos de Erice para arrojarse a los de Moon.

—No es nada. Me quedé dormido.

—¡Pero estás sangrando!

El niño se muestra reacio a aceptar tan fácilmente la mentira, que probablemente no es nueva a sus oídos. Moon se restriega rápidamente la cara con una servilleta, pero la tela blanca queda húmeda y tiznada de sangre y asusta aún más al pequeño.

Un ruido a mi lado me sobresalta. La silla donde Hazel se sentaba ha ido a parar al suelo y Hazel a la puerta. Desaparece en un raudo momento en el que ni siquiera lo he sentido zafarse de mis manos.

—¡Hazel!

Corro tras él pero me aventaja enseguida; por cada uno de mis gritos la distancia se estira metros hasta que lo pierdo de vista. De igual manera sigo trotando hasta su habitación guiada por la amargura de su aroma, encontrándome la puerta cerrada con llave al llegar.

—¿Cariño? ¿Puedes abrir?

El silencio me da una respuesta negativa desde el otro lado.

—Hazel, por favor, abre la puerta —persevero, golpeando el roble al son.

—Lyanna.

Me giro hacia la dirección de esa recia voz, enervada y dispuesta a espantar a Moon con algún exabrupto.

—Tú no tienes que estar aquí. ¿Qué es lo que quieres, alfa? ¿No te es suficiente con monopolizar y agraviar a Hazel? Por favor, ya deja de hostigarlo.

—No es mi intención lastimarlo —modula con calma, pero deja patente la consternación en su rostro.

—La intención me importa un carajo, ¿sabes? Debes estar al tanto de todo lo que ha vivido. Está destrozado y tú simplemente le pasas por encima pisoteando sus trozos de alma para quebrarlos más. Lo que haces con él es cruel —remarco con rabia, odiándolo y a la vez deleitándome con el Schadenfreude¹ que me genera su perturbación.

No llega a replicar. Desde el interior del cuarto se escucha el estallido de un vidrio al romperse. Se me enfría la sangre.

—¡Hazel!

—Apártate —espeta Moon, sin embargo me empuja antes de siquiera terminar de pronunciar la orden.

La puerta hace un "clic" y se abre sola, suceso demasiado extraño como para no preguntar pero irrelevante en este momento, por lo que entro tras el alfa con el corazón galopando salvajemente, teniendo únicamente a Hazel en la mente.

No está. Solo diviso lo que fue un vaso, ahora hecho trizas en el suelo, y gotas de sangre que salpican el parqué, marcando un camino tétrico hasta la puerta del armario.

El alfa ya se halla dentro del recinto cuando logro superar el pasmo. Lo sigo temblando de miedo y descubro en la penumbra del armario varias prendas, aunque todas son prácticamente iguales: abrigos largos de colores sobrios, oscuros, y preñados de feromonas penetrantes. Hazel se encuentra hecho un ovillo en una de las esquinas del fondo, sobre, bajo y dentro de un montón de abrigos que ha descolgado de las perchas para anidar en ellos. Parece un polluelo desamparado, tiritando por el frío aparejado a la soledad. El líquido escarlata que se escurre de su puño apretado me alarma, me hago la idea de dónde ha ido a parar el fragmento más grande del vaso que no estaba entre el resto.

—Cariño, suelta eso, te estás lastimando. —Pretendo sonar elocuente, pero mi voz se desgarra por la tristeza y oscila por el terror de que se haga daño.

Hazel me aparta bruscamente cuando tomo su mano para quitarle el trozo de vidrio al que se aferra como si su vida dependiera de ello. Gimotea con su rostro oculto bajo una capucha que casualmente —o no— se ha acomodado en su cabeza, por lo que no llego a ver más allá de los labios enrojecidos que vocalizan lamentos.

No sé cómo acercarme, porque él nunca me enseñó ni me dejó hacerlo. Plantó a su alrededor límites impenetrables y se deterioró dentro de ellos, al igual que una estatua olvidada en alguna ruina, consumida por la dejadez y las enredaderas. A mi lado Moon se arrodilla y acuna el puño sangrante de Hazel entre sus manos. Hazel se remueve y musita algo inentendible, pero se calla súbitamente cuando el alfa habla.

—Mírame —le dice—. Soy real.

Hazel se vuelve a encogerse y desaparece un poco más bajo su nido. Moon no retrocede, sino que toma su mano sana sin soltar la herida y, dirigiendo la palma sudorosa a su boca, la besa devotamente. La naricita de Hazel se asoma olisqueando. Un momento después todo su rostro está fuera de su guarida, investigando si aquella voz es fidedigna y si ese beso también es tangible a sus ojos.

—Déjamelo a mí —me pide por lo bajo Moon.

En cualquier otro escenario me hubiera negado de manera tajante, incluso lo habría mandado al coño por creerse el amo y señor, pero no puedo hacerlo cuando, a fin de cuentas, es el único a quien Hazel escucha y legitima como si en verdad fuese su soberano.

Me marcho sin decir nada, mis palabras no tienen voz aquí y mi presencia carece de forma. Me duele. Hazel me daña como nadie, porque aunque su corazón es inmenso también está lleno de niebla negra. Muchas veces pienso que esa bruma ocupa todo, y entonces me pregunto por qué debería seguir luchando si no hay acceso ni lugar para mí. ¿Es suficiente el amor para vencer un imposible?

Moon

Siempre he sido de aquellos que piensan que los demonios son capaces de conmover corazones y los ángeles de volverlos de plástico, o de goma, o de algún material con el cual los dioses puedan jugar, poniendo en práctica sus cruelmente divertidas anatemas. También pienso que Hazel es un poco de los dos.

Como los demonios hace del amor dolor y del dolor placer, pervierte lo amable en pasión trágica y goza en la catástrofe de los sentimientos incontrolables. Y como los ángeles, convierte todo ese bello caos en plástico, para que, si sale hacia afuera, rebote inanimado como un juguete inofensivo. Demonio por dentro y ángel por fuera.

Sus orbes golpean con el ímpetu de un ocaso, tienen un lindo color amarillo-anaranjado, pero no se trata de un pigmento lo indómito en ellos, es el fuego que ruge dentro, es el demonio arrobador que quiere hacerse ver pero que no ve. El ángel represor lo condena a la reclusión por ser impiadoso e inmoral, aunque él mismo sea más inicuo que cualquier criatura del Infierno. Le aseguro a ese ángel cínico que soy real, que aunque quiera volverme de plástico no podrá, porque yo tengo el demonio por dentro y por fuera. La palma de su mano tiene un gusto salado y extremadamente dulce, el esfuerzo por dejar de sufrir adultera su exquisito sabor, pero fracasa en quitarlo del todo y lo deja, al contrario, más manifiesto, más saboreable.

Este omega es tan contradictorio que me enloquece, me encanta que desee donde odia, que sea azúcar donde sufre y que sea incapaz de eclipsar un polo con el otro, hallando milagrosamente la armonía aun siendo pura antítesis.

Consigo que Lyanna se retire sin hacer mucho escándalo, es obvio que no me estima demasiado, pero sí quiere lo suficiente a Hazel como para anteponerlo a su orgullo. Cuando nos quedamos solos, me quito la gabardina y la camiseta para que mis feromonas fluyan directo de mi piel hacia él. No puedo evitar que mi alma se entibie al ver a mi Cadena usando mi ropa para anidar, joder, estoy celoso de toda esa tela que cree lo resguarda. Sonrío ante su ávida nariz y sus ojos cristalizados que comienzan a brillar de nuevo al respirar el pábulo de mi aroma y la protección de mi cuerpo, y aguardo inmóvil a que se aproxime con cautela.

Al reconocerme como real se agrieta su escudo y él comienza a llorar sin consuelo. Su puño se afloja y el cristal cae junto a un buen chorro de sangre. Su manito exhibe una herida de tejidos rotos pero, aunque tiene un aspecto doloroso, no parece ser tan tortuoso como el sentimiento de dejar su propio desastre al desnudo.

Respetando su luto sigo esperando, ahora a que se exonere de parte de ese cúmulo de emociones desbordante que escapa por las trizaduras, aprovechando la posibilidad de descarga antes de que el ángel retome el control y repare las fisuras.

Me siento a su lado y lo acomodo entre mis piernas recién cuando reduce su llanto a hipidos. Se hace una bolita y frota su mejilla afanosamente en mi pecho; mi corazón se calienta un poco más y temo que comience a arder.

—Alfa... —murmura.

—Omega.

—Si vas a desaparecer, no vuelvas a acercarte a mí.

No creo que sea realmente una advertencia, o el desesperado pedido de un favor. A mis oídos suena más como la melodía meliflua de un ruiseñor, que reza en cada nota que me quede con él para siempre. Quizás estoy siendo un nefelibata².

—No está en mis planes desaparecer, a pesar de que muchas veces tenga que perderme para volver a encontrarme.

Permanece en silencio por un rato, reflexionando, buscándose, no lo sé.

—Lo siento —dice inesperadamente—. Les fallé.

Siento una punzada de molestia por el plural, a mi lobo no le gusta compartir lo que le pertenece. Clavo mis ojos en la mordida que dejé en su fino cuello y pienso en morderlo de nuevo, por si acaso. Es un instinto agresivo, bestial y posesivo, pues no solo quiero marcarle la piel, quiero marcarle el alma para que lleve mi sello en todas sus vidas. Mis feromonas deben de haberse disparado porque el omega ladea la cabeza y me enseña el lado de su cuello opuesto a la mordida, raso, de piel cremosa y como el terciopelo. ¿Debería alquilar un ángel sustituto para cuando mi demonio se desmande? Ahora me haría falta uno.

—Omega, ya te dije que no voy a lastimarte con mordidas.

—Pero si ya lo hiciste —evidencia. Prenso los labios.

—Fue una excepción.

—¿También lo fue el frotarte indecorosamente contra mí?

—Por supuesto. La próxima no me conformaré simplemente con una friega.

Me observa desde abajo, su mirada es intensa y aventurada. Probablemente va a darme un guantazo.

—Puedo ofrecerte mi cuerpo. Pero nada más.

Estoy sorprendido. No por el permiso de la primera oración, sino por la crudeza de la segunda. Me ha acariciado, sí, con un ramo de hiedra venenosa. Hubiera preferido el guantazo.

Tomo su mano y lamo la herida para que mi saliva se encargue de cerrar el corte. Hazel se deja hacer con el cuerpo relajado. Sin cuestionar, contempla su palma recomponerse.

—¿Ves lo que hice? —le señalo con cierta amargura—. Bien, quisiera poder hacer lo mismo con mi corazón, porque acabas de destruirlo.

—Solo te estoy cuidando.

—No tienes que hacerlo.

Les fallé —repite.

Mi pecho y garganta vibran por un gruñido de amenaza. Hazel inclina un poco más la cabeza y comienzan a cosquillearme las encías. Las venas se me inflan por la violencia del deseo que no puedo satisfacer. Quiero hacerlo mío por completo. No quiero un cuerpo sin alma.

—Dime, ¿me estás provocando para usarme como reemplazo de ese trozo de vidrio? El dolor no es ningún ancla y yo no soy alguien con quien deberías jugar.

—Lo sé. Eres tan bueno como pareces y tan malo como dicen. Es un cincuenta-cincuenta, y la suerte jamás está de mi lado.

Es cierto, casi olvido que quien debe tener cuidado soy yo. Su masoquismo puede llegar a ser fatal y no quiero a mi omega muerto en mis brazos. Tengo que calmarme.

—Dejaste los supresores —digo, en parte para cambiar de tema y en parte porque en verdad me sorprende que haya accedido a hacerlo—. Tu aroma es más puro y delicioso.

—Lo hice.

—Me alegra. Será mejor que te prepares para mañana. Si quieres te traigo la cena hasta aquí, no es bueno que te quedes con el estómago vacío.

—Puedes llenármelo —susurra sugerente.

Me muerdo los labios. Me tiene completamente descolocado. Sabía que era cáustico, pero no sabía que me dolería tanto quemarme con él. La venganza contra sí mismo es tan sádica que golpea también hacia el exterior. Si complazco su necesidad autodestructiva y me apodero de su cuerpo, nada me asegura que no acabe facilitándole el trabajo. Los reemplazos nunca serán igual al arquetipo, por mucho que cueste aceptarlo.

Maldito Seth.

—Iré a decirle a tu amiga que ya puede hablar contigo. —Me pongo de pie, pero me agarra impulsivamente de la muñeca para detenerme.

—No te vayas.

—Tengo que prepararme.

—¿Morirás? —pregunta con urgencia. Tiene miedo y eso me hace vacilar más de lo recomendado.

—Seguramente, algún día.

—¿Será por mi culpa?

—No lo sé. Pero sería genial morir por amor.

Parpadea desconcertado. Es entendible. De seguro se pregunta qué tan idiota puedo ser como para alabar una de las más devastadoras formas de morir. Vale, puede ser la más devastadora, pero también es la más hermosa. Es como él.

Mi respuesta debilita su amarre hasta que me deja ir. Intuyo que necesita un tiempo a solas, consigo mismo, con el ángel y con el demonio. En su batalla puedo alentarlo, pero no luchar por él, aunque quisiera poder hacerlo, en serio.

—Descansa. —Es mi única palabra de despedida. No tiene sentido decir más, sé que la lucha ya ha comenzado y le deseo suerte en mi mente.

Hazel

Un nuevo día comienza con la caída de la luna y la luz sonrosada de la aurora que le otorga al cielo un color inocente e infantil. Moon me dijo que me preparara para partir, pero no explicitó cuánto tiempo estaríamos afuera, ni qué tipo de vestimenta debería usar, ni cómo recuperar energías después de librar la guerra —eterna, inacabable— de mi mente contra mi mente. Nadie más vino luego de que el alfa me dejó a merced de mi destino, por lo que después de pasar toda la noche oculto en el armario y paradójicamente demasiado descubierto, decido finalmente tomar un baño para intentar luego pegar ojo. Milagrosamente me duermo en el momento en que me recuesto en la cama. No tengo sueños, ni pesadillas, creo que ya lo agoté todo dentro del placard. No me sorprendería descubrir que ahora está lleno de monstruos.

Me despierto al mediodía. Moon no me ha llamado a entrenar y yo tampoco pienso buscarlo, no porque no tenga ganas de ejercitarme —cosa que de hecho es totalmente cierto—, sino porque me ha empezado a doler el corazón cuando lo veo, sea muerto en mi mente o vivo en la realidad externa. No creo poder aguantar una dosis más de desazón, hasta las puntas de mi cabello se quejan de cansancio.

Agradezco que nadie me haya golpeado la puerta. Tal vez ha sido Moon el que dio la sugerencia de dejarme en paz, o quizás cada uno lo dedujo por su cuenta, pero la tarde pasó y seguí meditando en mi habitación, en ayunas y sin moverme demasiado. Siento que un simple movimiento puede desordenarme de nuevo, y temo que la estabilidad endeble que logré establecer con mucho esfuerzo en mi soledad se arruine en un par de segundos.

Tiempo después, cuando el que cae es el sol y la luna reconquista el firmamento, finalmente alguien llama a mi puerta. Es Erice, le oigo decir bajito que Moon me espera en el jardín para marcharnos. Contesto con un sucinto "de acuerdo", hago pis y me encamino fuera del cuarto y del castillo con mi ropa casual: bermudas, tenis, camiseta de mangas cortas y sudadera. Ah, y mi cepillo de dientes y los ansiolíticos en el bolsillo.

Moon apenas me echa un vistazo cuando salgo a su encuentro. Ouran se halla a su lado y me dedica una sonrisa enorme; me alegra que se encuentre bien, pero otra punzada dolorosa me atraviesa y me pregunto cómo demonios subsistiré en este viaje con dos —tres— alfas que me destrozan el alma. La respuesta me llega desde mis espaldas a los gritos.

—¡Esperen! ¡Y-Ya estamos listos! —chilla Nate agitado, saliendo del castillo pitando con una mochila más grande que él a cuestas.

Lya y Kuro vienen detrás. Lya me observa e instantáneamente gira la cara, barbilla arriba y ojos en rendijas. Su enojo es tenaz. Kuro se ve radiante como siempre, la aventura a flor de piel. Parece más asiático cuando sonríe así.

—¿Quién les dijo que podían venir? —dice Moon con aspereza.

—Yo lo digo.

Lya sale al frente con un aura que escarcha cielo y tierra cien metros a la redonda. No me asombra que le haga frente a un alfa, ni siquiera a uno que parece un dios del tártaro como Moon. Para mi sorpresa, él no se ve ni remotamente irritado, es más, su comisura se desliza hacia arriba, sonriendo a medias mientras se voltea y empieza a caminar hacia, imagino, el estacionamiento donde guarda su veintena de carros, como un personaje del GTA.

—El avión nos espera —informa.

Casi me ahogo con mi saliva. En serio, no sé por qué me sigue chocando su ridículamente exagerada cantidad de bienes.

Kuro pega un grito de satisfacción y me da unas fuertes palmadas en la espalda a lo bruto.

—¿Tienen avión privado? ¡Qué pasada!

—Sí —confirma Moon—, aunque tendremos que abordar en el aeropuerto de los humanos, en la ciudad. Yo iré con Ouran, ¿puedes encargarte de llevarlos hasta allá?

—¡Por supuesto!

Quisiera que mi amigo me comparta un poco de su emoción. Quizás así logre dar tres pasos sin trastabillar por el desaliento. Será la primera vez que viajaré en avión, la primera vez que saldré del estado, y la segunda vez que me enfrentaré al cadáver de mi alfa. Mis ojos zumban a la espalda ancha de Moon. Niego discretamente con la cabeza y sigo caminando hacia la incertidumbre.

(1) Schadenfreude es una palabra del alemán que designa el sentimiento de alegría o satisfacción generado por el sufrimiento, infelicidad o humillación de otro.

(2) La palabra nefelibata alude a un individuo soñador o fantasioso.

Espero les haya gustado el cap y hayan tenido un lindo comienzo de año 🖤

Continue Reading

You'll Also Like

333K 33.9K 60
❝ Taehyung se encuentra el extraño blog de Min Yoongi, aquel chico homofóbico del salón de música. Más grande es su sorpresa al descubrir que una de...
11.6K 1.8K 30
# 3 libro de la saga sangre Justo cuando Bradly creía que había acabado el drama, surgen nuevos problemas entre los cuales involucra ser el hijo del...
13K 803 19
Una promesa del destino, un regalo. La soledad ya no será un problema, aún si muero estoy decidió a pelear por ti. (Jasper Hale.) Yo estoy dispuesta...
129K 14.2K 68
Ethan West (Alfa) es un agente secreto fiel a su trabajo, por ello, cuándo su jefe le ordenó investigar a Allan Miller (Alfa) otro agente de su organ...