Por fin el Bulgaro y su sequito han abandonado el edificio, y puedo mear a gusto. Como no sabía si el video de la cámara de seguridad se estaba grabando, no me atrevía a pedirle a la señora Daisy que le pusiera la pausa para ir a hacer pis, y es que no pensaba perderme ni una palabra ni un gesto aunque me estallara la vejiga.
No entiendo porque Kenji no le pregunto por mi camarada de regimiento, ¿Cómo estará? Me siento tan unida a ella por haber vivido juntas la traumática experiencia de la subasta pero realmente no sé nada sobre ella, ni su nombre si su edad o su procedencia. Ya no sé si debería preguntarle siquiera, quisiera intentarlo. Si como propuso el Bulgaro fuéramos todos, incluidos Miriam y Yamam, a pasar unos días a su mansión.
Valdría la pena armarme de valor para adentrarme en el lado oscuro con tal de saber de ella.
Estoy pasando por la puerta que da a la antesala y veo a Daisy sentada en la silla frente a su escritorio, ¿Ya no vamos a cotillear?
—Querida, el presidente espera por ti en su oficina.
Fui a su puerta y la abría, asomándome por ella:
— ¡Amo Kenji!—exclame sonriente, yo pretendía reanudar la sesión de besos que el Bulgaro interrumpió.
— ¡Pasa y toma asiento!—tenia aun la imperturbable calma en el gesto de su rostro que le brindaba al Bulgaro y me señalo una silla frente a su escritorio. ¿Qué pretendía?
—Dime: ¿Disfrutaste del programa? ¿Estuvo interesante el episodio de hoy?— ¡oh, no! Nos descubrió, ¿va a reñir a la señora por mi culpa? ¿Qué hago? Ya sé, lo niego. Negare todo hasta el final, a fin de cuentas no tiene pruebas ¿o sí?
—No sé de qué me habla—eso no pudo sonar más a la defensiva, necesito clases de actuación.
—¡¿No lo sabes?!— el tono de retar, con las cejas alzadas empezó a acelerarme el pulso. Solo espero no ruborizarme.
—No, no tengo idea de a que se refiere—las manos con los dedos entrelazados en mi regazo.
—Pues has de sufrir de doble personalidad—me decía escribiendo algo en el teclado táctil en el escritorio del cual surgió una clara imagen de mí y la señora Daisy en el cuarto de descanso viendo su reunión con el Bulgaro en la pantalla de la laptop con palomitas y todo—o esta es tu gemela—¡maldición, nos pillo infraganti! Estoy ruborizada hasta las orejas, lo sé.
—Amo, Kenji, le puedo explicar...
—No hace falta que me expliques nada. Una de las muchas funciones de mi asistente es hacer de centinela cuando recibo visitas ce la calidad del Bulgaro para avisar a seguridad por si algo ocurre. Para algo le di esa laptop. Es lógico que como estabas acompañándola te invitara a ver.
¡Uff, que alivio, abuela Daisy no se meterá en problemas por mi culpa!
—Lo que si me puedes explicar es esto—la imagen fue reemplazada por una de mi cuando me escabullí e intente escuchar su conversación—¡Adelante, explica...—me reto con cara de pocos amigos.
Estaba muda, sabía que cualquier cosa que dijera solo me condenaría aún más.
—Estoy esperando una explicación—daba medias vueltas en su silla giratoria.
—Yo solo...—me temblaba la voz, me sentía en un juzgado sabiéndome culpable.
—No, sabes que... ¡Guarda silencio! No estoy de humor para oírte inventar mentiras—él tenía toda la razón. No había sido honesta, ahora me avergonzaba de ello. — ¡Ven aquí!—mando malhumorado y autoritario, yo me puse se pie para rodear el escritorio—No, no des rodeos, se directa— ¿a qué se refería?— ¿Ves el hueco del escritorio a tus pies?—veía un rectángulo como un pequeño pasadizo en el escritorio—Ya que te gusta andar saltando y escabulléndote, escabúllete por esta madriguera, conejita desvergonzada. Ven a por la zanahoria—el pasadizo era tan bajo y estrecho que tendría que pegar el cuerpo a la alfombra y gatear, lo hacía con la intención de humillarme pero con el chiste de la zanahoria y una sonrisa torcida me transmitía que su humor ya era más sexual que vengativo.
Me arrastre como soldado en las trincheras; ya del otro lado avanzando en mis rodillas veo una sonrisa juguetona que esconde tras sus nudillos, las piernas separadas y una mano con la palma hacia arriba sobre la rodilla, me incitaban, me hacían sentir bienvenida.
Con las rodillas apoyadas al pie de su asiento, tome su mano y apoye el antebrazo en su muslo, hipnotizada con las arruguitas que lentamente se formaban alrededor de sus ojos y en su nariz.
—A ver, monita capuchina, ¿Cómo te lo explico?—esto ya ha alcanzado extremos hilarantes. He sido perrita, gatita, zorrita y hoy hasta coneja-mona. Empiezo a pensar que Kenji en vez de traficante quería ser dueño de un zoológico—A la señora Daisy lo que hiciste solo le pareció la inocente travesura de una niña curiosa. Para mi es deliberada desobediencia...—me sujeto con firmeza de la barbilla—que ahora pienso pude haber evitado sin tan solo te hubiera dicho de quien se trataba—suavizo el agarre, me comprendía, no estaba enojado—Pero para alguien como el Bulgaro, haberte descubierto, serias una espía y los círculos en los que se desenvuelve el espionaje es un delito gravísimo que se castiga con la muerte—se me hizo un nudo en el estómago y cada cabello en mi cuerpo se erizo. ¡No quiero morir!—En el mejor de los escenarios posibles —apretó los lóbulos de mis orejas provocándome molestia— acabarías con una o dos... orejas cercenadas— el espanto que me produjo escuchar esto fue intenso, instantáneo. Debí poner cara de congoja pues él se apiado de mí soltando mis orejas y acariciando mi cabeza con ambas manos para luego depositar un beso en mi frente— ¡No me mires como si yo quisiera que algo así te ocurriera! El objetivo que persigo es que estos lindos oídos permanezcan siempre unidos a tu bonita cabecita, al igual que cualquier otra parte de tu cuerpo. Pero como pretendes que lo consiga si no pones de tu parte—él tenía toda la razón, y la forma pausada y amable en la que lo explicaba me hacía sentir querida.
—Lo siento mucho, amo Kenji—bese sus nudillos y él relajo la postura, descansando hombros y cabeza en el respaldo.
— ¿Lo sientes?—asentí enérgicamente— ¿Qué es exactamente lo que sientes?
—Siento haberle desobedecido, querido amo, no pensé en la gravedad de mis actos—me acogió el torso en su regazo haciéndome verlo a los ojos.
—Deberías reflexionar más antes de actuar, en especial cuando tu integridad corre un riesgo. O si es mucho esfuerzo mental sencillamente me haces caso y problema resuelto—me regañaba en voz tan suave que creía sentirlo decir "Me importas".
—Prometo que le hare caso de ahora en adelante. No lo volveré a hacer. ¡Por favor, perdóneme, Amo!—me ofreció la mano para que me pusiera de pie.
—Estas perdonada desde el momento que lo hiciste—me sonrió bondadoso y mi corazón solo podía latir emocionado ante su comprensión. Mi mente gritaba "Quiero a este hombre" y mi boca no podía esperar para expresarlo—No obstante, voy a tener que castigarte— ¡¿Qué?!
Oír esto represento una amenaza contundente a la que todo mi ser reacciono automáticamente; quería alejarme, poner la mayor distancia entre yo y este hombre ambivalente, que un minuto te abraza paternal y al otro quiere pegarte. Pero me agarra la mano impidiéndomelo:
—Dafne, tranquilízate— ¡que se calme él! Tirando y con ayuda de mi otra mano conseguí zafarme, y veloz cruce la habitación en dirección a la puerta principal.
Pero estaba cerrada, por más que tire de las bisagras no se movieron ni un centímetro—¡Dafne!—me di la vuelta, poniendo la espalda contra la puerta que me había fallado dos veces hoy , para ver al hombre que me había desilusionado parado en el centro de la habitación.
— ¡No me castigue, por favor!—poniendo ojos de cachorro quise conmoverlo.
— ¡Vuelve aquí en este instante!—demando en voz potente, como si no hubiera oído mi suplica.
— ¿Qué vaya para que pueda golpearme? ¿En serio me cree tan estúpida?
—Pues un poco tonta si has de ser, huyendo de mi cuando sabes que me enoja y alzando la voz como si te conviniera faltarme al respeto. Haz cometido una falta y ahora te someterás a mí—he aquí el hombre que intentaría ser flexible y ver más por mis necesidades— ¡Te quiero aquí en treinta segundos!—pues que sepa que infringirme un castigo a la primera falla minúscula no me parece flexible de su parte. Y en cuanto a necesidad, de verdad necesita mi trasero no ser azotado para tener un buen día.
— ¡No quiero!— las piernas me temblaban al recordar la reprimenda anterior.
—Ya estoy empezando a perder la paciencia—lo decía muy en serio.
¡Me ofuscaba y entristecía la idea de que me pegara, pensé que ya no lo haría! Aunque mi cuerpo me pedía que no me acercara, yo quería evitar que volviera a arremeter furioso contra mí. Temía que perdiera el control, así que tragándome mi orgullo avance hacia el en pasos cortos.
—Sinceramente no sé cómo estás pensando hoy. Aunque lograras salir por esa puerta seguirías dentro de mi compañía. ¿Qué tan lejos creías que llegarías?—sonaba molesto, no le veía el rostro con la vista en sus zapatos.
Llego a medio metro de él, frustrada, sintiéndome pequeña torpe e indefensa. ¿Por qué tiene que hacerme esto justo cuando estábamos tan bien?
Siento dos repentinas palmadas en los laterales de mis brazos justo bajo mis hombros, la sorpresa hace desbordar mis ojos húmedos:
— ¡Así está mejor!—me clava un beso en la sien sonriendo ampliamente. ¿Quién de los dos tiene doble personalidad?— ¡No llores!—gentilmente me seco con los pulgares las lágrimas que él había provocado, hizo un hueco entre sus brazos y su pecho para mí— ¿Por qué lloras? Te he asustado al mencionar la palabra castigo ¿es eso?—asentí con el rostro escondido entre las solapas de su chaqueta —Pues olvida lo que dije...—me separo de su cuerpo y froto vigorosamente los laterales de mis brazos—nada de castigos—mi corazón latía animado con la idea de ser bien acogido y empezar a ser correspondido— ¡Jugaremos un pequeño juego educativo!
Hola, mis Pequeñas Imortales!!!! Feliz Navidad!!!!
Cuentenme: ¿Qué les ha traido Santa?
A mi me a traido a una querida amiga que reside en Francia.
¿Que tramara Kenji ahora? ¿Piensan k Dafne es traviesa o es solo su curiosidad natural?
Diganme: ¿Cuales son los topicos mas cliché del "Chico malo" en las novelas? ¿Podrian ponerme algunos ejemplos de "Chico malo" clasico?
Hasta pronto, mis Pequeñas.