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By BluebxrryHoonie

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[Editando] ๐ƒ๐„๐€๐‘ ๐ƒ๐ˆ๐€๐‘๐˜ | "Cรณmo ser mi novio". Hana comenzรณ a escribir un diario con el fin de crearse... More

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By BluebxrryHoonie

El día pasó rápidamente tanto para Hana como para su acompañante, pues en cuestión de cuatro horas habían pasado una agradable tarde en la piscina, charlando y bebiendo de sus bebidas favoritas. La pelinegra había dejado su timidez totalmente de lado, en algunos aspectos; se encontraba cómoda, sentada al borde de la piscina sosteniendo una lata que bebía a sorbos, cuando, entonces, el chico no tuvo mejor idea que agarrarle repentinamente y tirar de ella hacia la piscina, cayendo así junto a él. Entre risas se percataron de la hora al salir ella corriendo para que no se mojara su reloj de mano, y entonces lo vio: eran las ocho de la tarde.

Como el padre de Sunghoon volvería al día siguiente durante el atardecer, aún tenían tiempo de dormir juntos esa noche. Decidieron quedarse en casa de Sunghoon, pero antes, Hana fue hacia su casa a por algo de ropa para cambiarse, y a por un pijama. Era una ventaja vivir a tan solo diez minutos de él.

Cuando volvió a casa de Sunghoon este le abrió la puerta, "he preparado Ramyeon", dijo. Cenaron tranquilamente y después ambos subieron a cambiarse de ropa para ponerse su pijama.

Hana se dirigió al baño de Sunghoon y este al de su padre. No querían dejar el mínimo rastro de que había estado ahí, ni siquiera su aroma.
Ya en el cuarto de baño de Sunghoon, Hana quedó asombrada, era más grande de lo que parecía desde fuera, tenía una bañera de hidromasaje, una reserva bastante grande de papel higiénico, al parecer solo para él, y un lavabo también muy grande con muchos productos de cuidado facial de precios que parecían desmesurados a pesar de que no los sabía, pero solo con el paquete elaborado y la calidad ya se los podía imaginar.

No tardó en colocarse su pijama rápidamente y salió previamente, Sunghoon aún no estaba en su propio cuarto, y eso hizo que esta, incómoda, decidiera echar un vistazo por los alrededores a pesar de haber estado antes en este.
Decidió inspeccionar aunque supiera que estaba mal.
Y como no tenía tiempo que perder, fue directamente hacia la cómoda más grande de las dos que Sunghoon tenía en su cuarto; la que estaba más cerca de la cama y del escritorio, sorprendiéndose al ver que en un cajón no había nada más que una libreta, en la cubierta ponía "Cuaderno de Matemáticas", pero algo hizo a Hana querer abrirla.
Topándose con la sorpresa en la primera página.

Diario.
"No leer".

Hana guardó rápidamente el contenido de nuevo, cerró el cajón y se aseguró de que todo estaba correctamente y tal y como estaba antes de que ella se entrometiera, revisó todo nuevamente antes de ir hacia donde estaban sus cosas y enterrar bien su diario en el fondo de su mochila, manteniéndolo algo más protegido que Sunghoon el suyo.

Al poco tiempo ella había ido disminuyendo su nerviosismo, pero no su curiosidad por qué estaría escrito allí dentro. El pelinegro ya se encontraba sentado sobre su colchón con ella detrás buscando una película en la enorme pantalla de la televisión que tenía a escasos metros.

Pero finalmente Sunghoon optó por utilizar su ordenador, porque según él esas aplicaciones que tenía en realidad no servían de mucho. Mientras tanto, ella solo observaba. Lo miraba detenidamente percatándose del motivo de su pijama: pequeños dibujos de pingüinos esparcidos tanto por la camisa como por el pantalón.

E instantáneamente sonrió.

-No te rías -ordenó él, ocultando una sonrisa similar.
-Es adorable -se explicó ella.

Sunghoon giró su rostro, la miró de reojo. Inspeccionó de arriba a abajo su cuerpo sentado en su cama, cubierto con un pijama de tirantes y pantalón blanquecino y sin estampado. Arqueó una ceja al ver que no se podía burlar y se limitó a sonreír y volver a centrar toda su atención en el ordenador.
Pero esa mirada provocó algo más en Hana.

-Me he dejado las palomitas abajo -murmuró repentinamente-. Voy a por ellas.

Dejó con ella la pantalla del ordenador mostrando la película seleccionada; una de terror, las cuales Hana odiaba, pero decidió no quejarse porque aún estaba envuelta por la culpabilidad de haber visto su diario. Sin embargo, seguía queriendo leerlo.

Estaba sola de nuevo en el cuarto de Sunghoon. Se paseó por este hasta llegar inconscientemente a la cómoda y, a sus pies, el cajón, hasta el cual se agachó suspirando.

-Solo una página -se dijo.

Lo abrió, encontró el diario y se colocó en la segunda página. La fecha era de un día similar hacía unos años, la letra de Sunghoon era idéntica a la que tenía en ese momento, igual de elegante y delicada. Cada palabra parecía estar escrita con dedicación y lentitud, a bolígrafo negro con el que pareció haber apretado el papel, pues la tinta estaba totalmente impregnada en azabache.

Hoy he comprado este diario para desahogarme cada vez que papá haga de las suyas.

No sé por dónde empezar. No sé expresarme. No sé desatar las palabras ni siquiera hablando, jamás he sabido rebatir a papá, explicarle que no quiero formar parte de lo suyo, pero...

Escuchó pasos cerca y volvió a la cama rápidamente, habiendo cerrado el diario y el cajón en silencio.

Sunghoon entraba sonriente con un par de botes de palomitas con el típico estampado a rayas rojas y blancas. Le tendió uno a ella y se quedó otro para sí mismo. Decidió tomar asiento a su lado y se colocó el portátil sobre las piernas, a la lejanía suficiente.

Habrían pasado casi dos horas cuando los créditos de la película comenzaron a aparecer tras un pésimo final que decepcionó a ambos, somnolientos. Sin embargo, habían pasado la mayor parte del momento riéndose del terrible "terror" antiguo que, a su parecer, debía de ser catalogado como comedia.

Era tarde en la madrugada, Hana bostezó delatando su sueño y él inmediatamente cerró el portátil, lo dejó en su mesilla de noche y se levantó para prepararle a Hana su cama; un sofá bajo la ventana de la habitación que en realidad era bastante grande y cómodo.

Inquietada por lo que vio, siguió los pasos del chico y tomó asiento, revisó sus redes sociales tan solo durante cinco minutos antes de caer rendida una vez él apagó la luz y se acostó también, en su cama.

-Buenas noches, Hana -murmuró.
-Buenas noches, Hoon...

Pero no pudo dormir porque no pudo dejar de pensar en el diario, en que Sunghoon tenía desde hacía ya bastante tiempo la misma afición que ella, con los mismos principios; el desahogo, aprender a expresarse. Y por un momento se sintió comprendida aunque ambos estaban lejos de compartir con el otro aquel secreto. Supo que no estaba tan loca, que no era extraño, pero llegó a sentirse mal nuevamente por haberlo leído sin permiso a pesar de que apenas fueron unas pocas frases.

En medio de la noche, Hana escuchó pasos, sintió sobre sus párpados una luz tenue y no pudo evitar abrir los ojos lo suficientemente como para encontrarse a Sunghoon caminando descalzo hasta la cómoda, abrir el último cajón y sacar aquella libreta que parecía poco sospechosa, pero que, para él, debía ocultar todo un mundo de temores, recuerdos, sensaciones, nostalgia y emociones.

Ella no dijo nada, él no se percató de que le había visto. Escuchó sus pasos huecos hasta la cama y también cómo se situó sobre esta.

9 de Junio

La mañana había estado cargada con un silencio tentador hasta que ambos llegaron juntos al instituto bajo las miradas ajenas. Cuando se encontraron con los demás, llegó el ruido a ellos. Sunghoon ahora hablaba con Jake sobre cómo había sido su convivencia alguna vez, y Hana escuchaba atentamente sin muchas ganas de conversar.

-Aún recuerdo ese día en el que nos regalaron chuletas de cerdo, las metí en el frigorífico y cuando las viste gritaste "¡CERDO!"
-¿Qué? -esa fue la primera intervención de la pelinegra, entre risas entrecortadas. Sunghoon escondió su rostro y se encogió de hombros.
-Era muy tarde y vinieron profesores a reclamar silencio -prosiguió el australiano, recibiendo un leve golpe de Sunghoon para que se mantuviera en silencio, algo que no sirvió-: Sunghoon es la persona más caótica con la que podrías compartir habitación. Si se tíe mientras lava los platos o empieza a bailar en medio del salón, es normal.

Sunghoon rodó los ojos, pero cuando levantó la mirada Hana presenció sus mejillas completamente rojas y entendió que estaba pasando vergüenza por ser expuesto de esa manera.

A pesar de que dejar de reír era imposible, rozó sus manos, captó su atención. Sunghoon la miró, viéndose forzado a devolverle la sonrisa que ella le dio.

-Lo bueno es que es ordenado, demasiado; no desordenes, porque eso le hace enloquecer. En el baño necesita su espacio propio para sus cosas, jamás las muevas de sitio, te deja usarlas, pero como no las vuelvas a poner en el lugar exacto en el que iban, te matará. Y tiene sus cosas, a veces cuando se aburre se pone a gritar, a reírse, a cantar, eso depende de su estado de ánimo, pero te molestará.
-¡Ya! Cállate, a ella no le tiene por qué molestar lo que a ti te molestaba, y deja ya de quejarte de mí, que por suerte no vas a ser tú quien conviva conmigo. Venga, a clase. -el pelinegro rompió su silencio a gritos, empujándolo hacia dentro del edificio principal.

Jake y Sunghoon continuaron su conversación en el interior, en el pasillo, y desde fuera, Jungwon captó la atención de Hana con un comentario sobre un videojuego y empezaron a hablar por separado.

Las campanas sonaron por fin y Hana se dirigió corriendo hacia su taquilla con la esperanza nula de no tardar demasiado y ser puntual en su clase de química. Agarró sus libros, pero antes de poder irse, al cerrar una nota había caído desde dentro, la agarró con curiosidad. La guardó en su bolsillo sin llegar a leerla.

El profesor hablaba y hablaba sobre átomos, partículas, células y muchos otros elementos que pasaban desapercibidos para Hana, quien solo se estaba fijando en los dibujos del libro, con su mente perdida en recuerdos de las noches que había pasado con Sunghoon, su compañero de mesa. Entonces, recordó la nota y la sacó de su bolsillo, posicionándola sobre su escritorio con intención de leerla.

-¿Qué es eso? -la arrebató curioso.
-Creo que una nota que me ha dejado alguien, pero no la he leído...
-Hana... -empezó a leerla él-, sé que esto te sorprenderá, aunque lo que me sorprende a mí es que aún no hayas recibido muchas notas de wste tipo, pero me gustaría que nos encontráramos en la azotea después de tu clase de patinaje, porque desde que llegaste me gustas mucho y no sé cómo decírtelo. Puede que, cuando me veas, huyas, pero date la oportunidad de venir.

Ella se encontró sonrojada y él la miró burlón, devolviéndole el papel.

-¿Irás? -preguntó Sunghoon, curioso.
-Es la primera vez que recibo una nota así. Debería.
-Me sorprende.
-¿Por qué?
-Por nada... ¿Y si es peligroso? -propuso-. Tienes que tener cuidado.
-Iré a ver quién es, si no lo conozco, me voy.

...

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