1. Casualidad

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"Las casualidades son las cicatrices del destino

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"Las casualidades son las cicatrices del destino.  

No hay casualidades, somos títeres de nuestra inconsciencia."

La sombra del viento. Carlos Ruiz Zafón

Olivia:

— Estos turnos van a matarte Livie. — Ana, mi compañera, me golpeó suavemente el hombro mientras se ponía el abrigo.

— No son tan terribles como parecen. — aunque intentaba aparentar, estaba realmente cansada, tanto que casi no podía mantener los ojos abiertos.

— Cada vez que vengo, tú ya estás hace varias horas. No sé cómo lo haces. ¿Cómo es que lo resistes? — rió por lo bajo. Estábamos ya dejando atrás los vestidores y ahora caminábamos por los pasillos, casi vacíos, del hospital.

— Es el precio que debo pagar por ser quien soy. — dije sin ánimos de verme como una egocéntrica. — Tengo que demostrar que me he ganado el lugar y que nadie me lo está regalando. — sabía que para ella eso era una tontería, pero la mayoría no pensaba así.

— Cualquier persona que te conoce sabe eso amiga, te esfuerzas demasiado. Si yo tuviera tu padre y la mitad de las influencias que tienes... me relajaría un poco más, aprovecha. — siempre tan sonriente, optimista.

— Ese es el problema. Todos creen que de alguna forma aprovecho mi posición, por lo que debo ganarme su respeto.

—Tienes el mío, sin dudas. — replicó sonriendo. — Hasta mañana casi enfermera Anderson.

— Hasta mañana enfermera Roberts.

Ambas sonreímos antes de saludarnos una vez más con la mano y tomar senderos separados.

Comencé a caminar con tranquilidad. Había hecho esa ruta miles de veces, por lo que conocía todos los movimientos de la calle. Ya era tarde y hacía frío. Solo los centinelas de guardia, eran mis compañeros en mi camino a casa.

Me conocían y yo lo sabía. No se les permite saludar o hablar con los civiles cuando están con el uniforme, en consecuencia, la mayoría me ignora o solo me sigue con la mirada cuando paso por su lado, pero algunos, hacen un gesto, casi imperceptible, cuando estoy cerca.

Es nuestro código, me hace sentir segura el saber que hay alguien que me espera, que sabe que camino por esas calles y que está cuidando de mi.

Giré por uno de los callejones, el camino más corto para llegar a casa.

— ¡Toma tu merecido maldita! — escuché a alguien decir entre jadeos.

Afine la mirada y pude ver un grupo de 4 adolescentes, no podían tener más de 17 años, estaban pateando algo en el suelo.... una persona.

El muro ✔️Where stories live. Discover now