15. Duda

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William:

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William:

Olivia se había quedado dormida, lo sabía porque estaba murmurando algo en sueños.

Afine el oído. Moría de curiosidad, la vez que tuve que quedarme en su habitación, escondiéndome de los guardias, había hablado, pero casi no se le entendía; ahora sí, parecía estar manteniendo alguna conversación con ella misma.

- No. No. Deja... Basta. - se comenzó a sacudir, una pesadilla y estaba seguro de que sabía de qué se trataba. La apreté un poco más contra mi. - Will. - susurró y se relajó al instante.

¿Cómo era posible que el corazón no me pudiera latir a una velocidad normal cuando le escuchaba decir mi nombre?

***

Había pasado toda la noche mirándola dormir. Sentía demasiada impotencia al verla temblar en sueños o quejarse cuando la almohada le rozaba la mejilla.

- ¿Quieres desayunar? - me preguntó en cuanto despertó. Parecía una niña pequeña y eso me dio demasiada ternura.

- Buenos días para ti también. - se mordió el labio mientras sonreía. - ¿No nos arriesgaremos a que tenga que correr a esconderme como la otra vez?

- Puedo solucionar eso. Espera aquí. - se levantó y la frené.

- Aguarda. - observé su mejilla, estaba hinchada, aún más que ayer y su ojo tenía un derrame. No soportaba verla así.

- No te preocupes, con unos analgésicos y un poco de hielo estaré bien en dos o tres días. - dijo mirando hacia abajo.

- No deberías ser experta en sanarte golpes, deberías saber curar a otros. - se encogió de hombros, como diciendo, "es lo que me toca" e intentó volverse a ir.

La tomé nuevamente de la muñeca y la besé. Había querido hacer eso desde hacía demasiado tiempo.

Se mordió el labio: - Quédate aquí. Quieto. - me señaló con el dedo índice y yo levanté los brazos, rindiéndome... completamente, ante ella.

A los 20 minutos regresó con una bandeja llena de comida, creo que nunca había visto tanta en mi vida.

- Eso es más de lo que esperaba. - confesé mirando con asombro.

- No sabía lo que te gustaba. Me dijiste tu color favorito, pero no que te gusta comer. Tuve que improvisar.

Puso la bandeja en el medio de la cama y comenzó a comer. Pasamos unos minutos en silencio. Usualmente no me quedaba sin palabras, era bastante difícil, pero con ella... todo cambiaba.

- ¿Por qué te fuiste? - preguntó mientras mordía una frutilla y sonreía. Lo estaba haciendo a propósito. - No lo sé, tal vez no te gusto o... no lo que no te gusto fue...

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