Capítulo 4

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Arturo había visto como Harry escapaba escaleras arriba, pensó en seguirle, pero sabía cuando alguien necesitaba estar solo, y conociendo lo que le había explicado su hermano hace unos minutos, no le extrañaba que el muchacho corriera lejos del hediondo olor a muerte que se inhalaba en el ambiente. Echó un vistazo al interior del Gran Comedor, el ritmo de trabajo no decaía, observaba a los enfermos siendo atendidos, su ceño se frunció viendo como había personas que rechazaban el tratamiento de Severus, pero lo que más le molestó era la forma en la que su hermano sumisamente se iba a otra camilla sin siquiera responderles, si él estuviera en su situación los mandaría a todos al infierno y se largaría con los "mejunjes" incluidos, pero Severus no era así y él lo sabía.

Los recuerdos inundaron su mente como un tsunami y entonces rememoró el rostro de incredulidad que tuvieron todos al descubrir la magnitud de su familia, y que Tobias Snape no se había quedado precisamente quieto. Seis familias se habían encontrado el día de la lectura del testamento. El ambiente no fue el mejor, si algo sabía por experiencia es que jamás era buena idea meter a dos ex-esposas de un mismo hombre en una sola habitación, la situación era aún más irrisoria sabiendo que no fueron dos ex-esposas sino cuatro y la esposa actual. La cosa estaba tensa, cierto es, pero cambió mucho con la llegada de Severus, él fue el lazo que los unía a todos, Tobias les había hablado a todos sobre él pero la historia contada no iba sobre un hombre larguirucho, más bien feo y mal vestido que era profesor de una escuela de magos, para nada, la versión que todos conocían era que había muerto junto a su madre en un accidente de tráfico, por ello, cuando Severus llegó y contó que aquel hombre los había abandonado cuando él tenía 3 años llevándose consigo todo el dinero de su madre, se hizo la luz en la sala. Y es que Tobias Snape no era un buen hombre, ni un hombre especialmente guapo, pero si era muy inteligente y repitió el mismo modus operandi con todas las presentes menos con Melanie, su última esposa. 

Cada uno de sus hermanos era diferente, ni siquiera las gemelas eran iguales entre ellas, pero el que más le sorprendió fue Severus, su dulce, tímida, pero a la vez sensual personalidad, escondida bajo un falso halo de amargura, rudeza y poco gusto por la ropa, los cautivó lentamente a todos y los unió en torno a él, creando un circulo perfecto en el que todos los puntos se centraban en el más mayor de los Snape. Recordó con una sonrisa como Aston, el menor de todos, negaba con fervor el hecho de que su padre era un monstruo maltratador y estafador que había creado y arruinado a 5 familias enteras, y como poco después se hizo inseparable de Severus, y Severus de él, porque para que su hermano se comprase un portátil y se abriese un email solo para hablar con Aston ya tenía que quererlo. Su pequeño viaje por sus recuerdos terminó cuando Scott lo llamó desde dentro del habitáculo.


Mientras el ajetreo en el Gran Comedor seguía, Harry subió corriendo las escaleras y, con cuidado de no caer con el movimiento de estas, avanzó a paso veloz hasta el despacho del fallecido director Dumbledore. Para su gran suerte el despacho estaba intacto, algunos papeles descansaban sobre el viejo escritorio de ébano junto con tinteros, plumas y libros. Si realmente el profesor Snape estaba de su parte aquello que buscaba debía estar en algún lugar del despacho, revisó cajones, gavetas, archivadores, armarios y hasta el las estanterías y libros y nada, hasta que alcanzó a distinguir un pequeño trozo de pergamino pegado debajo del escritorio. 

3 losas al frente y 4 a la derecha partiendo del escritorio

Pudo distinguir la estilosa y alargada escritura de su profesor de pociones en aquel papel, siguiendo las instrucciones, y tomando el frente del escritorio como referencia, avanzó tres losas al frente y cuatro a la derecha, y notó que la losa sobre la que estaba más alzadas que las demás, había estado en aquel despacho decenas de veces con el director Dumbledore y jamás había habido una losa por encima de las demás. Intentó con una multitud de hechizos, pero ninguno conseguía alzar la losa, moverla o romperla, Harry paró sus intento un momento y reflexionó.

-Muy bien Harry, respira, esto no es tan difícil. ¿Qué haría Hermione? - revolvió su cabello y anduvo toda la estancia hasta que en un momento de lucidez dio la vuelta a la hoja y lazó el hechizo revelio. 

Buen trabajo Potter, veo que no eres tan idiota como creía, utiliza esto para abrir la losa: abreté sesamo, no pienses en el nombre, ya hablaremos de eso más adelante si es que salgo vivo de todo esto. 

Una pequeña risa silenciosa resonó por el lugar, mientras empuñaba su varita y observaba el pequeño pero claro dibujo que le había dejado en una esquina del papel. Practicó el movimiento de varita un par de veces antes de sentirse preparado para lanzar el hechizo, sorpresivamente la loza se alzó y dejó a la vista una pequeña caja de madera ricamente decorada con remates de plata, cogió la caja, la abrió y descubrió la famosa piedra de la resurrección, la tomó y salió del castillo asegurándose de que nadie lo viese.

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Buenos días, tardes o noches, os deseo un feliz año. 

La familia de Severus SnapeWhere stories live. Discover now