capítulo 6

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—¿Me hablarías de moroha? —pregunta inuyasha.

 —Por supuesto. ¿Qué quieres saber? Deja la foto en la mesa de café y coloca su cuerpo en ángulo hacia el mío. 

—Todo. —Me da una débil sonrisa. 

—Vale, es muy inteligente. Le encanta bailar, sobre todo ballet. Pero también le gusta el tap y el estilo callejero. Le encanta Mi Pequeño Pony. Todo lo de Disney. Su princesa de Disney favorita es Rapunzel, y quiere casarse con Flynn Rider cuando sea mayor. inuyasha se ríe. 

—No tengo idea de quién es ese. 

—No te preocupes. —Sonrío—. Pronto lo sabrás. 

—¿Cuándo es su cumpleaños? 

—El seis de abril. 

—¿Cómo era de bebé? 

—Era muy buena. Súper linda, por supuesto. 

—Por supuesto. —Sonríe. 

—¿Quieres ver fotos? Sus ojos se iluminan. 

—Claro, si eso está bien. 

—Por supuesto que sí. Solo espera un minuto, y las traeré. Me levanto y paso a inuyasha. Él agarra mi mano, y me congelo. Su mano grande está envolviendo la mía. Solía amar la sensación de sus dedos alrededor de los míos. Ahora, me siento confundida y herida. Y un millón de otras cosas que no debería sentir. 

—kagome —dice en voz baja. Lo miro fijamente. Sus ojos lucen penetrantes y conmovedores cuando miran a los míos. Y duele como una perra. —Lo siento —dice suavemente, con cuidado—. Por todo. Me encojo de hombros como si no importara. Pero importa. Ya que su disculpa solo abre viejas heridas, y no cambia el hecho de que eligió tener relaciones sexuales con otra mujer cuando se suponía que todavía me amaba. O tal vez ese es el punto que siempre me he perdido. Tal vez ya había dejado de amarme. 

—Ya está en el pasado —digo, quitando la mano de la suya y alejándome—. Iré a buscar esas fotos. Me dirijo al aparador al otro lado de la habitación, con mi corazón latiendo con una tormenta en mi pecho. Me inclino, saco los álbumes de bebés de moroha y se los llevo a inuyasha. Se los entrego, asegurándome de no volver a tocarlo. El toque de inuyasha siempre tuvo una forma de consumir mi cerebro, y parece que algunas cosas no mueren con el tiempo. Me siento en el sofá, pero un poco más lejos. Recojo mi café y tomo un sorbo cuando abre el libro y comienza a mirar las fotos de los primeros minutos de moroha en el mundo. 

—Tenía mucho pelo —reflexiona. 

—Como tú —digo, recordando sus fotos de bebé. Me mira y muestra esa sonrisa suya, y mi pecho se contrae con una emoción oculta hace mucho tiempo. 

—¿Cuánto pesó? —pregunta, mirando las fotos. 

—Tres kilos seiscientos. Su sonrisa se expande. 

—Chica grande. 

—Era todo piernas —digo—. Todavía lo es. 

—Sacó eso de ti. —Asiente hacia mis piernas cubiertas con los vaqueros. 

—Sí, bueno, no eres exactamente pequeño —infiero. Se ríe. Se queda callado mientras mira fijamente las fotos que la tía kaede tomó de mí sosteniendo a moroha poco después de que ella naciera. 

—kaede estaba contigo cuando diste a luz —dice, pero no es una pregunta. 

—Sí. Cierra el álbum de fotos y mete los dedos en su pelo, exhalando con aspereza. Inclina su cabeza hacia un lado y me mira. 

Ruin (Adaptada) (InuKag)Where stories live. Discover now