capitulo 36

358 32 0
                                    

—No entiendo. ¿Por qué necesitarías dinero para bankotsu?
—Para pagar su tratamiento continuo y su asistencia vital. Está en una puta silla de ruedas, kag. Puede que no vuelva a caminar.
—Entiendo eso, pero ¿su seguro no lo cubre?
—No es el nivel de tratamiento y fisioterapia que se merece. Y no tiene familia, kag. Está solo.
—¿En serio?
—Se crió en un hogar de acogida. Sus supuestos amigos, junto con su representante, no fueron vistos en ningún lugar después de su hospitalización. Todos lo dejaron. Se alejaron sin mirar atrás.
—Idiotas —digo, pensando en la suerte que tuve de tener a la tía kaede, o podría haber terminado en un hogar de acogida cuando mi madre murió. —Mucha gente está en este negocio. Solo les importa el dinero y la posición. Un luchador es un sueldo para los promotores, y si no gana dinero, entonces no vale nada para ellos. Echaron a bankotsu como si fuera basura. Estuvo en mal estado durante mucho tiempo. Pasé casi todos los últimos doce meses visitándolo en el hospital. Tratando de ayudar de cualquier manera que pudiera. Solo volví a Nueva York para empezar mi entrenamiento para la pelea de Dimitrov. Pero entonces te encontré a ti, y... todo cambió.
—¿Dónde está siendo tratado?
—En Arizona. Hay un gran centro de rehabilitación allí. Lo hice trasladar allí desde el hospital en Atlantic City una vez que estuvo lo suficiente bien como para ser transportado. Bankotsu no me ha pedido ni un centavo. No me pidió ayuda. Solo cuando me encontraba allí, de visita, escuché una conversación que estaba teniendo con su médico, sobre sus opciones de tratamiento. Odia que pague por su tratamiento e insiste en que me devolverá cada centavo, como el idiota obstinado que es. Pero lo puse ahí, kag. Pagar por su tratamiento y cuidados y ser su amigo, es lo menos que puedo hacer.
—No creo que haya sido tu culpa, Inuyasha. Todos se meten en ese cuadrilátero sabiendo los peligros, pero entiendo por qué te sientes responsable y lo quieres ayudar.
—Es por eso que necesito el dinero de la pelea de Dimitrov. Es mucho dinero, kag. Me permitirá ayudar a bankotsu mientras lo necesite. Pero también asegurará el futuro de Moroha. Miro fijamente la pared detrás de él, odiando que sienta que tiene que hacer esto pero entendiendo por qué.
—¿Por qué no me lo dijiste antes? Se pasa la mano por la cara.
—Porque estaba avergonzado. Me avergüenzo. Bankotsu está en esta posición por mi culpa. Sabía que algo no estaba bien. Debería haber detenido la pelea.
—No. Para eso están los árbitros. No es tu responsabilidad parar la pelea.
—Fue mi puño el que lo golpeó lo suficientemente fuerte como para hacer que su cabeza se retraiga, rompiendo una arteria, causando un coágulo de sangre en su cerebro. Soy la razón por la que dejó de respirar y perdió oxígeno en el cerebro durante más minutos de lo aceptable. Múltiples cirugías, un derrame cerebral, una maldita silla de ruedas. Kag... yo le hice eso. Es mi responsabilidad. Cierro los ojos ante la franqueza de lo que está diciendo.
—Entiendo... —digo, abriendo mis ojos—. Pero creo que estás siendo demasiado duro contigo mismo.
—No estoy siendo lo suficientemente duro. Tengo todo aquí. Te he recuperado. Tengo a Moroha, a mis hermanos pequeños, e incluso a mi papá. Bankotsu no tiene nada ni nadie, excepto a mí y los médicos que lo atienden y las enfermeras que lo cuidan. Toda su vida cambió. Su futuro, todo lo que pudo haber sido, le fue arrebatado con un solo golpe.
—Y, ahora, para ayudarlo, vas a luchar contra alguien más, corriendo el riesgo de que vuelva a suceder lo mismo. —Envuelvo los brazos a mi alrededor al pensar en eso, tratando de evitar el frío que siento.
—Dimitrov no es un tipo por el que tengas que preocuparte. Lo que le pasó a bankotsu no le pasará a él. La cabeza del tipo está hecha de piedra.
—¡No es él quien me preocupa que lastimen! —exclamo
—. ¡Eres tú! Inuyasha frunce el ceño, tomando mis palabras como un insulto. Como si pensara que es débil. No creo que sea débil. Pero creo que Dimitrov es impredecible. He leído y escuchado las historias sobre él.
—No se acercará a mí —rechina inyasha.
—Es un animal, que no tiene concepto de las reglas. Debería estar en una jaula. No en un ring de boxeo. Inuyasha toma mi cara entre sus manos.
—No se acercará a mí — enuncia—. Nunca he perdido una pelea. En todos estos años, nadie se ha acercado a hacerme daño. Señalo la cicatriz en su frente.
—El tipo que hizo eso se acercó, mucho, a lastimarte.
—Una pelea de bar con una botella de vidrio es muy diferente a dos tipos enguantados en un ring de boxeo. Suspiro, sabiendo que su mente está decidida, y nada de lo que diga o haga le hará ver las cosas de manera diferente.
—Paloma —Me cubre la barbilla con la mano—, prométeme que no te preocuparás por esto. Muevo mis ojos a los suyos.
—No puedo prometer eso.
—kag... Me salgo de su agarre.
—No me pidas que no me preocupe por ti, ¿vale? Te amo. Viene con el territorio. Entiendo por qué necesitas hacer esto, por qué sientes que necesitas pelear con ese loco de Dimitrov, pero eso no significa que me tenga que gustar. Solo... necesito algo de tiempo para calmar mi cabeza, así que —Retrocedo un poco—, voy a volver al trabajo. Mi pausa para el almuerzo casi ha terminado de todos modos. Me inclino y le doy un beso rápido y superficial en la mejilla. Luego, cruzo la habitación y levanto mi bolsa del suelo, colgándola en mi hombro.
—Paloma... Me detengo en la puerta y lo miro.
—¿Vamos a estar bien? —pregunta en voz baja. Le doy una pequeña sonrisa.
—Vamos a estar bien —digo. Porque es verdad. No somos nosotros lo que me preocupa. Es saber que va a meterse en ese ring con Dimitrov lo que me hace correr asustada.

Ruin (Adaptada) (InuKag)Där berättelser lever. Upptäck nu