capitulo 34(últimos capítulos)

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Moroha, Inuyasha y yo pasamos juntos la tarde del sábado en su apartamento. Llevé a Moroha de compras esta mañana. Había pasado un tiempo desde que tuvimos nuestro rato de chicas.
Y luego compramos tres burritos para el almuerzo y los trajimos para comer en la casa de Inuyasha. Todos nos llenamos de burritos, y ahora, estamos sentados juntos en el sofá, mirando Enredados, por la que posiblemente sea la milésima vez. Moroha está tendida sobre Inuyasha como una manta. Él se ve tan contento, sentado allí con ella. Ambos lucen felices. Se me agranda el corazón.
Me podría sentar y mirarlos así todo el día. Inuyasha me atrapa mirándolos fijamente. No miro hacia otro lado. Es mucho más fácil que no tenga que ocultar mis sentimientos. La esquina de sus labios se eleva en esa sonrisa impresionante. También sonrío. Separa los labios, los humedece con su lengua. Mi sexo se aprieta. Cálmate, chica. En este momento estamos en clasificación PG.
Sus ojos parpadean hacia Moroha, cuya mirada está pegada a la pantalla del televisor. Luego, me mira de nuevo. Te amo, articula. Mi sonrisa se ensancha tanto que estoy segura de que mi cara está a punto de quebrarse. Estoy a punto de decir las mismas palabras cuando alguien llama a su puerta. Nuestros ojos giran en esa dirección.
-¿Esperas a alguien? -pregunto. Sacude la cabeza. Va a levantarse, pero le digo que se quede allí. -Yo abro -digo, para que no tenga que molestar a Moroha.

Me pongo de pie y camino descalza hasta la puerta. Reviso la mirilla, y cuando veo quién es, una mala sensación cae en mi estómago. Desbloqueo la puerta y la abro. -koga, ginta -saludo. Ginta también es un oficial en la estación, y los dos están uniformados, lo que significa que se encuentran trabajando. Mi mal presentimiento se asienta mucho más.
-¿Todo bien?
-¿Está Inuyasha aquí? -pregunta koga.
-Um... sí. Está justo en la sala de estar con Moroha. -Sostengo protectoramente la puerta cerca de mí- ¿Por qué?
-Solo necesitamos hablar con él, kag -dice ginta. Oigo pasos detrás de mí. Entonces, las manos de Inuyasha presionan suavemente mis hombros pero de una manera posesiva. Observo cuando koga dirige su mirada hacia ellos.
-¿Qué puedo hacer por ustedes, chicos? -dice Inuyasha.
En el término chicos, koga se endereza hasta su altura máxima, y ni aun así, es tan grande como Inuyasha. Testosterona. La causa de la mayoría de los problemas del mundo.
-Ha habido una denuncia por asalto y destrucción maliciosa de propiedad hecha en tu contra, y necesitamos que vengas a la estación con nosotros -dice koga.
-¿Qué? -Jadeo. El paparazzi.
-¿Y estás aquí para arrestarme? -pregunta Inuyasha con calma. -No -digo, entrando en pánico. Vuelvo mis ojos hacia él. Debe ver el miedo en ellos porque dice:
-Está bien, kag.
-¡No, no lo está! -Mi voz se eleva por el pánico, y me castigo internamente. No quiero que Moroha vea lo que está pasando. Avanzo un poco hacia koga y ginta, pero Inuyasha no renuncia a su control sobre mí. -¿No hay algo que puedas hacer? -suplico a koga. Koga me da una mirada triste. Sacude la cabeza.
-Está fuera de mis manos. -Alcanza las esposas de su cinturón. Las lágrimas brotan de mis ojos. Inuyasha se mueve a mi alrededor, protegiéndome. Y al instante veo que koga y ginta se ponen rígidos.

Inuyasha levanta sus manos en señal de rendición.
-moroha está aquí - le dice directamente a koga, con una sorprendente tranquilidad en su voz-. Iré tranquilamente. No voy a hacer una escena. Simplemente no quiero que mi hija me vea con eso puesto. -Asiente con su cabeza a las esposas en la mano de koga.
Koga mira a ginta, quien asiente. Koga se vuelve a poner las esposas en el cinturón
-Está bien - dice-. Pero tenemos que irnos ahora. Inuyasha se vuelve hacia mí y toma mi rostro entre sus manos. -Te amo y estaré en casa pronto -dice-. Dile a Moroha... solo dile que volveré muy pronto. El dolor en sus ojos hace que las lágrimas vuelvan a mis ojos. Me besa firmemente en los labios antes de que pueda empezar a llorar. Me aferro a él fuerte, sin querer dejarlo ir. Lo respiro, como si nunca lo volviera a ver. Lo voy a ver de nuevo.
-Te amo -susurro contra sus labios. Se aleja de mí, dejándome fría, y sale por la puerta, pasando a koga y ginta, quienes lo siguen de inmediato, pero noto el dolor en los ojos de koga antes de que se dé la vuelta para irse.
Koga y yo nunca estuvimos juntos apropiadamente, pero él sentía algo por mí, y yo por él hasta cierto punto, incluso si dejó que inuyasha lo corriera tan fácilmente. Pero es difícil preocuparse por sus sentimientos en este momento cuando está poniendo a Inuyasha en la parte trasera de su patrulla y cerrando la puerta. Mi corazón late como un tambor contra mi pecho. Volverá, Kagome. Va a estar bien.
-Mami, ¿pol qué papá va en un auto policía con koga? El sonido de la voz de Moroha a mi lado me hace alejar mis miedos y cambiar mi expresión. Me agacho y la levanto. Envuelve sus piernas alrededor de mi cintura, sus brazos alrededor de mi cuello.
-Papá solo está ayudando a koga con algo.
-¿Papá, es policía? -Sus ojos se iluminan.
-No. -Le beso el pelo
-. Solo está ayudando a koga con algunas preguntas; eso es todo. Nada de qué preocuparse. Observo cómo se aleja el coche y veo a Inuyasha en el asiento trasero del coche policía. Sus ojos sobre mí y Moroha.
Me empieza a doler el corazón. Cerrando la puerta principal, vuelvo la cara hacia Moroha, y le muestro una brillante sonrisa.
-¿Qué tal si horneamos unas galletas para papá para cuando llegue a casa?
-¿De chispas de chocolate? -Sonríe esperanzada.
-¿Qué tal suena de doble chispas de chocolate?
-¡Sí! -Aplaude con entusiasmo. -Solo necesito llamar a la abuela kaede muy rápido. ¿Por qué no vas a ver Enredados por unos minutos más, y luego podemos ir a la tienda a comprar los ingredientes, ya que estoy segura de que papá no tiene ninguno? -Sonrío.
-Está bien, mami -dice alegremente. Felizmente inconsciente de que su padre se encuentra actualmente en camino a la estación de policía por agredir a un paparazzi. Y el oficial de arresto es un tipo con el que solía acostarme. Dios, que desastre.
La única cosa consistente y segura en mi vida es esta niña en mis brazos. Y el hecho de que, pase lo que pase, amo a Inuyasha , y siempre lo haré. Pongo a moroha sobre sus pies y se va corriendo a la sala de estar. Espero hasta escuchar Enredados reproduciéndose de nuevo antes de sacar mi celular del bolsillo de mis vaqueros y marcar al celular de la tía kaede. Responde en el segundo timbrazo.
-Literalmente, me acabo de enterar de la denuncia presentada contra Inuyasha -comenta antes de que tenga la oportunidad de decir algo-. Me ocuparé de eso, kag. No te preocupes por nada.
-Gracias -respiro, parpadeando las lágrimas de mis ojos.
-¡Mamá! ¿Podemos ilnos ya a la tienda? ¡Quiero hacel galletas! - Moroha llama desde la sala de estar.
-Un momento -respondo a Moroha-. Lo siento -me disculpo con la tía kaede-. Le dije a Moroha que le haríamos unas galletas a Inuyasha para cuando llegara a casa. La tengo que llevar a la tienda... -Un sollozo se atasca en mi garganta. Presiono mi mano contra mi boca.
-Va a estar bien, kagome. Dilo. Respiro hondo, parpadeando las lágrimas.
-Va a estar bien.
-Buena niña. Ahora, tú y Moroha empiecen a hornear esas galletas, y llevaré a Inuyasha a casa antes de que se enfríen.
-Gracias -digo de nuevo.
-Nunca necesitas darme las gracias. No hay nada en este mundo que no haría por ti o por nuestra chica Moroha. La emoción obstruye mi garganta. -Te amo, mamá -confieso, sorprendiéndome. Es la primera vez que la llamo así. No sé por qué lo acabo de hacer. O por qué nunca la había llamado de esa manera.

Hay una pausa. No sé lo que está pensando, y eso me asusta. Un nudo se forma en mi garganta y mi mano húmeda se aprieta alrededor de mi teléfono. -¿No debería haber dicho eso? -susurro. Hace un sonido ahogado. Y, cuando habla, su voz es gruesa:
-Tú eres mi hija, kag. Siempre lo has sido. Siempre lo serás. Al escucharte llamarme mamá... -Otro sonido de dolor proviene de ella. Nunca la había visto llorar antes. Es la mujer más fuerte que he conocido. Pero estoy bastante segura de que se encuentra cerca de llorar en este momento. Una lágrima rueda por mi mejilla. Me la quito.
-No te quise molestar. Deja escapar lo que parece ser un sonido feliz.
-No me has molestado. Lejos de ello. Me has... solo estoy feliz en este momento. Clasificaría esto como el segundo día más feliz de mi vida.
-¿Cuál fue el primero?
-El día que viniste a vivir conmigo y el día en que nació Moroha.
-Esas son dos cosas -digo.
-Es un conjunto -dice-. No voy a elegir entre mis chicas. Me río suavemente mientras otra lágrima se desliza por mi mejilla. -Ahora, detengámonos antes de que me eche a llorar, y destruya mi reputación de dura en la estación. Déjame sacar a Inuyasha de este problema en el que se ha metido.
-Está bien -susurro. Colgamos y meto mi celular en el bolsillo de mis vaqueros. Me seco la cara con las manos, soplo un suspiro para fortalecerme, vuelvo al modo de mamá y entro en la sala de estar para encontrar a mi chica tendida en el sofá, cantando junto a Enredados. -De acuerdo, Moroha bebé. -Doy una palmada, obteniendo su atención-. Vayamos a la tienda, y luego empezamos a hornear

Ruin (Adaptada) (InuKag)Where stories live. Discover now