19| Halloween Party [Parte III]

17.7K 2K 981
                                    

No podía creerlo

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

No podía creerlo. Cuando la vio allí, asomada, con cara de sorpresa, no podía dar crédito a lo que estaba pasando. ¿Por qué, de entre todas las situaciones que pudieran haberse dado aquella noche, Dalia tenía que haber presenciado aquello?

Apenas pudo pronunciar la "D" de su nombre, pues tras titubear unas palabras, se esfumó de la escena.

—Joder —masculló Shirley apartándose de él, aun con sus brazos cubriendo el cuerpo, segundos después de descubrir que su amiga los había visto.

Thomas estaba algo pálido, más de lo usual. Se puso en pie torpemente, su pulso temblaba y no entendía por qué. Se aproximó a paso ligero hacia la puerta, mientras notaba como su corazón bombeada sangre a un ritmo frenético.

—¡Dalia! —Consiguió gritar—. ¡Dalia espera!

Quiso correr detrás, pero sus piernas apenas reaccionaban y ya no se encontraba en la primera planta.

—¿Estás bien? —preguntó Shirley, que analizaba su expresión angustiada mientras terminaba de colocarse el vestido.

Notaba la boca seca. Fue a tragar saliva y todo lo que obtuvo fue una sensación similar a que una piedra se deslizara por su garganta.

—Sí —dijo al fin—. Es solo que no quería que Dalia se enterara. Ni nadie, en realidad.

La joven frunció el ceño.

—¿Por qué no? Quiero decir, sois amigos y tú y yo no estábamos haciendo nada malo. —Miraba a Parker esperando una respuesta, pero este tan solo paseaba los ojos por la habitación, frunciendo los labios y rascándose la nuca alterado, lo cual bastó para que la chica atara cabos—. No me digas que te gusta Dalia. —Cuando la vista de él se posó en ella al fin, terminó de corroborar aquella sospecha—. No jodas, ¡te gusta Dalia! —exclamó llevándose las manos a la boca, sorprendida.

—Vale, está bien, no grites.

Ella sacudió la cabeza, tratando de reorganizar sus ideas.

—No, necesito que me expliques por qué narices te has metido en tu maldita habitación conmigo si te gusta. No lo entiendo.

—Porque lo mío con Dalia es algo platónico. —Bufó, meneando los brazos exaltado—. Y porque soy un tío y me apetecía follar por una vez. No es un delito.

Shirley enarcó las cejas y se cruzó de brazos.

—Claro que no es un delito, Thomas. Y yo encantada de desfogarme contigo, ya te lo dije, pero, ¿sabes qué? Siempre va a ser algo platónico si no se lo dices. ¿Se lo has dicho?

—No.

Ella dio una palmada.

—¡Maravilloso! Te creía más espabilado.

—Ya, Shirley. No me fustigues tú también.

Por primera vez, empezaba a comprender lo que sentía su primo cuando él se ponía pesado.

La risa del ángelWhere stories live. Discover now