CAPITULO 5

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Liv

Me levanté de la cama. La cabeza no me daba vueltas, solo sentía un ligero malestar. Nada a lo que no estuviera acostumbrada. Sorprendente teniendo en cuenta como acabé la noche...

Ayer volví a casa en el coche de Maddie con una copa encima. Recordaba haber dejado el coche aparcado de cualquier manera en la puerta, entrar en casa, lanzar las llaves de mala manera y encontrar el lugar donde Raph guardaba el suministro de cervezas para las fiestas. A partir de ahí no recordaba nada más...

Con la incapacidad de pensar en algo coherente más allá de yo cagándola anoche, salí de mi habitación, cerrando la puerta y bajé las escaleras, pero el panorama que me encontré abajo fue aún peor de lo que me esperaba. Siete botellines de cerveza yacían vacíos y desparramados por la cocina. Por suerte, nadie había presenciado el desastre todavía, nadie se había enterado y nadie haría preguntas que no quería responder. Cogí la única botella que había quedado intacta y me dispuse a ponerla de vuelta al lugar de donde la había sacado la noche anterior, pero cuando abrí el armario me di cuenta de que no había tomado solo cerveza. La botella que sostenía en la mano era lo único que quedaba en toda la casa de alcohol. Parecía ser que ayer también había arrasado con lo que quedaba de ron. Flashbacks de la noche anterior, conmigo bebiéndome todo lo que pillaba, inundaron mi mente. Me apunté mentalmente que tenía que reponer toda la cerveza que había tomado y quizás también comprar algo un poco más fuerte. Para la próxima.

Ya habían bajado todos a desayunar, Stella también... por desgracia.

–Y entonces se fue ¡y no me dejó ninguna propina! ¿te lo puedes creer? –la voz irritante de Stella resonaba por toda la cocina, haciendo que mi enfado y estrés creciese gradualmente. Estaba contando una historia de esas que se inventaba porque era surrealista todo lo que supuestamente le ocurría en el restaurante pijo en el que trabaja de camarera. Ese al que iban los mismos cuatro viejos forrados todas las noches y no apuestos y sexis jóvenes como contaba, delante de su novio. A este ni siquiera parecía importarle. Demasiada fe tenía en la zorra.

Mientras Stella contaba su graaan historia (nótese la ironía), sonó el timbre de la entrada y yo aproveché la oportunidad para escapar de la cocina dada la excusa. Al abrir la puerta, supongo que esperaba ver a algún amigo de Nick o a Rodrick apoyado en el marco de la puerta de esa manera estúpida que él considera sexy, pero la realidad era completamente opuesta porque cuando abrí lo único que vieron mis ojos fue a un repartidor que me pidió distraído que firmara una cosa para después tenderme dos paquetes y subirse en su furgoneta de nuevo. Me quedé ahí plantada un rato preguntándome por qué tenía dos cajas en la mano, pero no tardé en recordar que era por la misma razón por la cual me emborraché ayer. Y un par de días antes.

Cerré la puerta de mi habitación y tiré las dos cajas a un lado sin importarme lo más mínimo lo que contenían. Si se rompían, seguro que a mis padres adinerados no les faltaba tiempo para reponerlo. Me tumbé bocabajo en la cama, aislándome del mundo por unos instantes. Puse la música de mi móvil en aleatorio y dejé que los primeros acordes de Stressed out, una de mis canciones favoritas, inundasen la habitación. A lo largo de los años había descubierto que, a parte del alcohol, la música también era una de mis vías de escape. Esta canción en especial hablaba de como se pasa de ser niños a ser adultos en dos segundos. Cómo el mundo te obliga a madurar abruptamente. La inseguridad te come por dentro porque no sabes qué hacer. Solo eres un crío ¿Qué esperan de ti? Mi vino a la mente mi época adolescente. En especial cuando tenía quince años. Mis muros no se habían erguido todavía, aun dejaba que las personas se metieran en mi vida y en mi corazón.

Solo para ver cómo se acababan marchando, dejando detrás de ellos un desastre.

La canción terminó, una nueva comenzaba.

Cuando Las Circunstancias Se Dan - Circunstancias 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora