Capítulo 7🌷

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La rubia permaneció en silencio, observándome con cautela. Abrió la boca e intentó decirme algo, pero al parecer las palabras se atoraron en su garganta y solo se limitó a acomodarse en su asiento, rodando los ojos de mala manera. Massiel fue la única que volteó a mirarme y sonrió alegre, quizás, porque había sido capaz de defenderme.

No muchas personas son capaces de hacerlo. No muchos pueden defenderse ante los malos comentarios, o los malos tratos. Y no los juzgo por eso, porque sé que hay veces en la que nuestra alma quiere gritar, pero no con la suficiente fuerza, como para hacer abrir nuestra boca.

—Les presento a Claudia—habló Eliam, interrumpiendo el incómodo silencio—. Es una clienta importante de mi empresa. Por esa razón necesito que la conozcan. Puede que no sea la primera vez que la vean por aquí.

—Ojalá y sea la última—susurró Massiel.

Claudia sonrió mirando a Eliam a los ojos, pero prefirió quedarse callada.

—¿Puedo hablar?—preguntó Alisa mirando a su hermano, quien asintió con la cabeza, no muy convencido—. Gracias Eliam, por otorgarme la palabra. Simplemente, antes de comenzar esta agradable cena quiero hacer un brindis—levantó su copa de vino al aire—. Un brindis por mi color favorito. El azul.

Eliam entrecerró los ojos, mirándola extrañado.

—¿El azul?—cuestionó.

—Sí—afirmó, con seguridad—. El color de la elegancia.

Relamí mis labios, un poco nerviosa. Aún más al darme cuenta, de que yo no era la única persona de azul en esa mesa. La corbata de Eliam, combinaba a la perfección con mi vestido. Ambos eran del mismo color.

No supe que trasfondo había en toda aquella situación, sin embargo, levanté también mi copa de vino al aire y sonreí un poco. Eliam hizo lo mismo, solo que con una profunda seriedad que estaba amenazando con acabar en ese momento, con cada una de nosotras.

—Por favor Claudia, brinda conmigo—suplicó Alisa.

—No soy del tipo de personas que consumen mucho vino.

Alisa tomó de la copa, luego la dejó encima de la mesa y miró a la rubia a los ojos.

—Claro, solo lo consumes en las citas a solas.

—Es mejor que cenemos—intervino Eliam, mirando a su hermana con seriedad y dejando la copa encima de la mesa.

Miré al hombre quien me dedicó una corta mirada, agaché la cabeza y concentré mis ojos en el plato. La cena se veía realmente deliciosa. Eran unas pechugas de pollo, envueltas en una salsa exquisita. Y un montón de comida servidas en bandejas, que yacían encima del comedor, las cuales estaban, para chuparse los dedos.

—Está deliciosa la cena—murmuró Claudia después de varios minutos en silencio.

—Si pruebas la comida que prepara Helen, te aseguro que no querrás irte de aquí—fue Eliam quien le respondió.

—Gracias a Dios que está de reposo—dijo Massiel.

Traté de controlar la risa. Aún más cuando su padre volteó a mirarla y ella le devolvió una mirada fría y retadora.

—Claudia—volvió a hablar Alisa—. Tengo algunas dudas que quisiera que me aclararas, sé que no me incumben en lo absoluto, pero créeme que nunca me quedo con la duda.

—Claro, puedes preguntar lo que quieras.

—¿Eres casada? ¿Tienes hijos?

Claudia entreabrió los labios y esbozó una media sonrisa, un poco tímida.

Mi perfecta melodía, (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora