Capítulo 13🌷

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Mara me observaba con detenimiento, concentrada en las preguntas que le estaba haciendo. Ella era demasiado inteligente y talentosa. Le encantaba mucho dibujar y para tener tan solo siete años, lo hacía muy bien. Movió sus manos encima de la mesa y tomó uno de los creyones para juguetear con ellos al mismo tiempo que pensaba.

—Entonces mi florecita—la miré a los ojos y ella sonrió—. ¿Por qué debemos cuidar la tierra?

—Porque la tierra es nuestro planeta. Vivimos en ella y debemos cuidarla, no podemos contaminarla, si lo hacemos nos hacemos daño nosotros mismos.

—¡Excelente!—sonreí.

Me encantaba la manera en la cual Mara solía desenvolverse, lo hacía con demasiada confianza y seguridad. Y eso era fascinante. Estuve en la habitación de Mara, como por tres horas ayudándola a realizar cada una de las tareas que tenía pendiente. Cuando salí de la habitación de la niña, me dirigí hacia la de Massiel. La chica se encontraba sentada frente a su pequeño escritorio, en el cual tenía muchos marcadores, lápices y bolígrafos esparcidos por todo el lugar.

—Hola mi niña—dije tocando la puerta—. ¿Puedo pasar?

—Sí—se giró a mirarme y me dedicó una sonrisa.

Caminé hasta llegar a su lado, pero como no había ninguna otra silla para sentarme, decidí tomar asiento en el borde la cama.

—¿Qué estás haciendo?

—Es un pequeño proyecto que debemos culminar lo más pronto posible, ya sabes que estoy a punto de entrar a la universidad y bueno, los profesores se vuelven locos.

—¿Y qué piensas estudiar?

Massiel me miró a la cara, un poco pensativa.

—No lo sé—bajó la cabeza—. A veces siento que no tengo futuro en nada.

—Claro que sí mi niña. Quizás aún no has encontrado lo que te apasiona y eso está bien, nadie nace sabiendo las cosas. Es algo que se aprende con el tiempo, no de la noche a la mañana.

—¿Puedo hacerte una pregunta?—dejó el bolígrafo encima del escritorio y se giró hasta quedar de frente a mí—. No es nada sobre universidad o clases.

Fruncí el ceño. Le tenía cierto temor a las preguntas de Massiel, ella era muy analítica y no quería que se diera cuenta de cosas de las cuales no quería hablar con nadie. Relamí mis labios y ella me observó esperando que respondiera.

—Está bien. Puedes hacerla.

—¿Tienes novio o esposo?—hizo la pregunta observándome con curiosidad—. Me refiero a si estás en alguna relación con alguien.

Ay chama, yo no tenía ni perro que me ladrara.

—No—respondí de inmediato—. No estoy en ninguna relación, estaba en una hace poco pero terminó de una manera desagradable. Mis relaciones no han sido las más indicadas para establecer un matrimonio. Solo estoy esperando que el verdadero amor llegue pronto a mi vida.

La chica sonrió.

—Así será. Eres una buena mujer y te mereces estar al lado de un buen hombre.

—Es lo que espero—me pasé las manos por la cara—. Porque me han tocado solo hombres que lo único que hacen es joderme la existencia.

—Qué triste.

—Demasiado triste—rodé los ojos recordando a cada hombre de mierda que me había roto el corazón—. Mejor me iré mi niña, no quiero entretenerte, tienes tareas por hacer.

—Igual podría hacerlas luego.

—No—la señalé con mi dedo índice—. Las tareas son primero.

Ella suspiro resignada e hizo un puchero mientras desviaba su mirada hasta sus labores. Salí de la habitación de Massiel y caminé con cautela hacia la habitación en la cual se encontraba el piano. El sol se estaba comenzando a ocultar, dando paso a un atardecer maravilloso, mezclado entre un color rojo y un morado con destellos celestes. El atardecer era increíble, pero me causaba cierta nostalgia que pronto llegara la noche. Mi mente aun recordaba lo fría y desolada que había sido mi noche el día que mi padre me había abandonado.

Mi perfecta melodía, (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora