Capítulo 10🌷

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Sonaba difícil de creer que mi jefe, aquel hombre amargado y odioso me estuviese besando, pero esa era la realidad. El roce de sus labios sobre los míos, se volvió cada vez más y más tentador, provocando en mí algo que no había sentido en mucho tiempo. Su lengua exploró la mía y el choqué de ambas, produjo una sensación excitante que me estremeció por completo. Nadie me había besado nunca con tantas ganas y deseo. Y a pesar de que ese beso era un poco salvaje, también era tierno. Y eso fue lo que más me gustó.

En ese instante no supe darle un nombre a lo que estaba experimentado, no supe ni siquiera por qué no me alejé. Lo único que sabía era que Eliam me estaba besando y me encantaba tanto, que eso también terminó asustándome.

El teléfono de Eliam comenzó a sonar dentro del bolsillo de su pantalón y él se separó de mis labios para buscarlo, deslizó su dedo por la pantalla y decidió contestar la llamada.

—¿Quién es?—preguntó él.

Quedó en silencio, quizás escuchando lo que la otra persona le estaba informando. Lo miré preocupada cuando la expresión en su rostro cambió a una demasiado alarmada. Presionó el botón de cortar la llamada y me miró.

—Massiel ha tenido un accidente.

Se pasó las manos por el cabello, con una expresión demasiado alarmada y comenzó a buscar en el bolsillo de su pantalón algo que no supe que era. Yo por mi parte no pude pronunciar una sola palabra, había quedado en shock y tenía demasiados sentimientos encontrados, habíamos dejado a Massiel dentro de su habitación ¿Cómo era posible que hubiese tenido un accidente? ¿En qué momento?

Eliam se apresuró a salir de la habitación y lo seguí de inmediato, no iba a dejarlo solo en el estado en el cual se encontraba. Estaba ebrio y aunque quizás el licor se había disipado de su organismo debido al susto, no correría el riesgo de que algo malo le sucediera.

—Señor—lo llamé mientras lo seguía—. Espere por favor.

—¡¿Qué diablos quiere Samara?!

Mis ojos se cristalizaron.

—Quiero ir con usted—susurré con la voz entrecortada—. No lo dejaré ir solo, así no puede conducir.

Eliam no respondió, solo siguió caminando por el pasillo hasta llegar frente a la puerta de la habitación de Alisa, quien apareció frente a nosotros después de unos instantes de haber golpeado su puerta.

—¿Qué sucede?

—Iré al hospital, Massiel... tuvo un accidente—le anunció.

El rostro de Alisa adquirió una expresión de tristeza y sus ojos se comenzaron a inundar de lágrimas.

—Ella estaba en su habitación—recordó la pelinegra—. ¿En qué momento salió? ¿Cómo fue el accidente? ¿Está bien?

Alisa comenzó a hacer preguntas sin parar, noté como su pecho subía y bajaba a medida que hablaba. Estaba asustada al igual que todos nosotros y lo único que pedía era que Massiel estuviera bien.

—No lo sé Alisa, no lo sé—aclaró Eliam con la voz firme e insegura a la vez—. Por favor cuida a la niña, Samara irá conmigo.

—Está bien—aceptó su hermana y luego lo miró a los ojos—. Por favor Eliam, llámame cuando sepas algo.

El hombre asintió con la cabeza y luego le dio la espalda para comenzar a caminar de prisa hacia las escaleras, bajó cada uno de los escalones y al abrir la puerta llamó a uno de sus guardaespaldas, el cual de inmediato se subió al auto y comenzó a manejar hacia el hospital. En todo el transcurso hacia el lugar, permanecimos en silencio, ambos con una gran tensión debido a la preocupación que sentíamos por la chica. No estaríamos tranquilos hasta que supiéramos que ella estaría bien.

Mi perfecta melodía, (BORRADOR)حيث تعيش القصص. اكتشف الآن