Cap 1: Confesión

1.8K 218 71
                                    

"I love you, ain't that the worst thing you ever heard?" (Cruel Summer, Taylor Swift)


Era una noche cualquiera, un viernes, las cigarras del verano rellenan el hueco que el silencio abarcó cuando gritaron al mismo tiempo.

—¡Me gustas!

No sabemos si el momento es el correcto, o si esto que corre por sus venas no es más que la oxigenación haciendo de las suyas en sus cuerpos.

Sin embargo, el sentimiento no podría ser otro que amor. Se escucha el ritmo acompasado del corazón, haciendo "tun tun, tun tun" entre sus costillas, desbocado de tanto moverse en el entrenamiento. O eso quieren creer ellos. ¿La aceleración es por qué Ennoshita se puso bravo de nuevo en la práctica previa a las nacionales? ¿O es el nerviosismo que les carcome por las palabras que han escuchado de la boca del otro?

Un día eres el objeto de burlas, palabras ofensivas (no con el afán de herir sentimientos, sino más bien como el bullying diario parte de la camaradería), competencias estúpidas que no acaban, entre otras cosas, de tu mancuerna en el equipo, rival jurado eterno y, ¿Amigo? Quizás, nunca lo habían definido. Y al final, descubres que ese individuo es tu primer flechazo adolescente.

¿Cómo saberlo? Es cosa de analizarlo, el sonido de sus respiraciones y latidos cómo si el corazón quisiera desprenderse del pecho cuando hay quietud entre ambos después de largas conversaciones triviales en el camino a casa, en las miradas furtivas que llegan a prolongarse concluyendo en sonrisas extrañas pero cálidas, en la alta admiración que se tienen el uno al otro por su progreso, tanto que les enorgullece cada meta cumplida.

El querer hacer más duradero su abrazo cuando celebran una victoria y el como su aroma se apodera de sus pensamientos. La ansiedad que les brota por estar tan cercanos y verse descubiertos.

No podía tratarse de otra cosa, era verdadero cariño la respuesta.

Y aunque dentro de los dos había tanto color y brillo por ello, existía la penumbra del miedo. Miedo a ser juzgado, a los estereotipos, al rechazo, a todo lo desconocido.

Había tanto miedo, pero, ya no quieren esperar más en el limbo de la incertidumbre.

"¡Me gustas!"

El grito sincronizado vuelve a aparecer y se hace un corto en sus cerebros. Transformando la tensión callada en puro estado de pánico.

Pasan los minutos, silencio absoluto en el patio trasero de la escuela, vacío después de entrenar, y lugar en el que se encuentran Kageyama y Hinata, el dúo de raros del Karasuno, quienes habían sido responsables de perder el tiempo en la práctica por discutir sobre sus tontas distracciones.

Por ello se les impuso la tarea de ordenar el desastre que quedó en el gimnasio al terminar.

Es justo la situación que ambos han elegido para decir lo que tenían en mente, no solo durante el entrenamiento, sino desde ayeres pasados. La oportunidad perfecta que se dió por casualidad, algo que ahora es tenso en el ambiente porque los dos han gritado su confesión.

Exacto las mismas palabras, al mismo tiempo y siguen sin reaccionar, con ojos perdidos y bocas abiertas.

—¿Ah? —Responden de nuevo en la frecuencia similar.

—¿Qué parte de "me gustas" no escuchaste, Bakayama?

Kageyama resopla mientras cierra de golpe las puertas del gimnasio, tiene las entrañas vueltas un caos y siente como si de sus orejas saliera vapor. Mira a Hinata, que sacude sus manos rígidas que apuntan hacia el suelo.

—¡¿Quién mezcla "me gustas" con un insulto, idiota Hinata!?

—¡Lo mismo digo, deja de gritarme y responde!

—¡Responde tú primero!

La sangre corre en sus venas, y se mantiene arriba coloreando en tonos rojos sus caras.

¿Cómo pensaron que algo así pasaría? La cosa, es que ninguno pensó que llegaría tan lejos.

Una hora antes, ambos eran un manojo de nervios. Un Tobio trasnochado diciendo durante un descanso en el entrenamiento con una nota en papel de libreta: "Tengo que decirte algo, después de la práctica". Y un Shouyou somnoliento de igual manera respondiendo: "Igual, necesito hablarte de algo". No habían visto venir que se trataría del mismo tema. Y que ambos se corresponden. Es irreal, extraño, lejano. Después de un "bien" que sueltan en un suspiro, vuelven a empezar a comunicarse en volumen regular en vez del modo revienta tímpanos.

—Entonces... —Empieza Hinata sin dejar de pasarse la mano por el pelo dejando ver su inquietud, mientras Kageyama finge inspeccionar sus propios mechones de cabello para olvidar que estos segundos muertos y lentos le están ahorcando— ¿Estamos saliendo o algo así?

—Supongo.

—¿Eso es un sí?

—Si. Es un sí.

Ambos asienten todavía con la mirada nublada por la vergüenza. Giran en su propio eje, golpean sus mejillas recios como una llamada a la reacción, y como si estuvieran programados por computadora salen corriendo hasta llegar a direcciones opuestas a sus hogares, sin dirigirse jamás la palabra en el proceso.

Tobio no deja de correr dejando a un Shouyou que casi se cae a tropezones de su bicicleta. No desvían la mirada, huyen de la incomodidad cuando el camino se divide en sus direcciones. ¿Confesarse debía sentirse así? ¿Cómo aventarse a un acantilado sin saber que hay debajo? Aunque ahora, teniendo el sí de respuesta, todo su cuerpo hervía por dentro, y los pies flotaban en cada pisada/pedaleo. Todo es raro e inexplicable.

Llegando a sus destinos cada uno sigue la pauta de no creerse lo que están viviendo.

Hinata atraviesa como bólido el pasillo central de su casa saludando rápido, justificándose con la excusa de necesitar usar el baño con urgencia. Tobio sube los escalones con torpeza agradeciendo que su familia no se encuentra en casa.

Cada uno de ellos se tumba tras cerrar la puerta de sus respectivas alcobas. Respirando profundo tras ese momento que les ha robado de nueva cuenta, la frecuencia cardíaca.

"¿Qué diablos acaba de pasar?" Piensan, y es justificado. Su amor es correspondido.

Una sonrisa curvó sus labios evidenciando su felicidad en efecto retrasado, ambos son tan idiotas.

Y eso está bien.

Crónicas de homos primerizosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora