Cap 5: Apodos

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"Vuelves a ser el Universo de repente." (Tornasol, La gusana ciega)


—Kageyamaaaaaa...

Escuchar su apellido de la boca de Hinata normalmente no sería molestia, pues está bastante acostumbrado a esto, sin embargo la estridencia de su voz y el cómo alarga la última vocal le desespera tanto que ha recurrido a taparle la boca con un bocado de su almuerzo.

—¡Cállate! —El pelirrojo mastica el arroz envuelto en alga mientras Tobio retoma la lectura de la guía de vocabulario— Tenemos examen de inglés en la siguiente hora y necesito aprobar.

—¿Acaso te distrae mi belleza?

—Me distrae tu estupidez.

Las mejillas de Shouyou se inflan haciendo un puchero infantil, retoma la práctica de rebotar el balón con la yema de sus dedos. El sonido de la pelota siendo barrida con ellos se vuelve algo más tolerable y ayuda a crear un ambiente agradable.

De fondo solo se escucha el rebote junto a la voz del mayor susurrando el conteo.

"Ton", uno. "Ton", dos. Así sucesivamente.

Cuando llega al "ton", cincuenta y tantos, Hinata acaba con la quietud por su voz. Aunque el tono es más sereno.

—Kageyama.

—¿Qué?

—No se dice "que", es "mande". —Regaña el bloqueador, quien recibe la mirada enojada de su pareja sobre el material de estudios— ¿Por qué me dices "idiota" siempre?

—Porque es lo que eres.

—¿Y? Las chicas no llaman así a sus novios, les dicen cosas bonitas. —Hinata remarca entre sus dedos su propio pelo, los mechones se enredan en el caos que es su cabello.

—¿Cómo cuales? —Tobio de veras intenta concentrarse en los ciento mil tiempos verbales. Con el pelirrojo no le es posible.

—Veamos, ¿Qué te parece "amor"? —El armador hace caso omiso, da pena ajena escuchar estas palabras que transforman las personalidades de la gente en azúcar— Muy genérico, ¿no?

—Suena tonto.

—Coopera. —El más bajo inclina la barbilla en la superficie rugosa del balón— ¿"Cielo"?

—Así llama mi mamá a mi papá...

—Supongo que es algo de gente casada, y para eso falta mucho.

—¿Te ves casado conmigo?

—No sino me pones un apodo cariñoso.

Hinata resopla contra los ojos rodando de Kageyama, está tan a la defensiva que hasta suena ridículo que de verdad están discutiendo por esta tontería.

—No eres una chica, ¿Para qué quieres un apodo?

—¡Para que podamos ser más como una pareja!

—Ya somos una pareja, idiota.

—Pues no parece. No cuando siempre le dices "idiota" al chico que te gusta.

"Al chico que te gusta" no deja de repetirse en la cabeza del armador. El crispido de las páginas de estudio es proporcional a la fuerza con que Kageyama las tuerce. "¿¡Quién te crees para decirme estas cosas!?".

—¡Calla, idiota! ¡No tengo tiempo para esas estupideces!

—Ahg, olvídalo. —Entre susurros agrega:— No sé cómo me puede gustar un amargado como tú.

Las nubes pasean encima de ellos, cubriendo cada espacio del sol, brindando una brisa agradable en la terraza de la escuela. Respiran a bocanada larga, el bloqueador del Karasuno derrotado se presta a su juego individual, es una batalla perdida y tal vez debería dejarla pasar.

Porque sabe que con o sin apodo, Kageyama le quiere como nadie.

—Shouyou.

La cadencia del juego entre la pelota y las manos de Hinata es interrumpida. Esta ha caído en su cabeza, pero no hay una queja de dolor, nada más hay una cara tan roja que parece que va a estallar en instantes. Tobio al ver el rostro de su novio no puede evitar el resoplido bobo de la risa.

—¿De qué te ríes, Torpeyama? —El calor que se le ha subido no baja, y ver a Kageyama sonreír no le está ayudando.

—¿Por qué te sonrojas? —Responde el de cabello oscuro acercándose para molestarlo.

—No... No es como que pueda controlarlo.

El balón de Hinata ahora se posa entre ambos, pues no quiere que lo mire en lo que baja el color de sus mofletes. Tobio le deja en paz sin alejarse, raya las esquinas de su libro como si pudiera encontrar las respuestas con marquitas.

—Es porque me llamaste por mi nombre. —Acepta Hinata, quien reposa en el suelo abrazando la pelota, cubriendo su boca. Kageyama muerde el botón de su lapicero mirándolo.

—¿Hmm?

—Me dijiste "Shouyou", es mi nombre de pila.

—Eso ya lo sé.

—Entonces, ¿Por qué...?

Kageyama toma la nariz de Hinata halandola para que deje de pensar tanto. Pues se podría atrofiar entre el recorrido de su tren de pensamiento.

—Tu querías un apodo que no fuera "idiota". Ahí lo tienes.

—¡Bien! —Rezonga molesto el pelirrojo apartando la mano que lo pellizca— Entonces te diré, Tobio. ¡¿Qué te parece?!

El armador es quien resguarda su rostro entre las páginas de la guía. Sin embargo, Shouyou puede ver las orejas ardiendo. Toma esto como el consentimiento que nadie admite en voz alta.

Ahora es él quien sonríe con el timbre alcanzando de fondo a ambos.

—Maldita sea, no pude estudiar nada por tu culpa.

Kageyama y Hinata se incorporan para bajar de la azotea, mientras el sonido aun repiquetea avisando la entrada a clases. Y eso es muy bueno porque así no se escucha en el plantel como el novio del más alto grita sin cesar. "Tobio, Tobio, Tobio".

Los dos corren a sus respectivas aulas, con el pulso aun apretando los corazones, el cerebro aturdido y la adrenalina en su cabeza.

Cabe señalar que en unos días se repetiría la travesía de viajar a Tokio con Saeko, porque reprobaron ese y más exámenes por andar pensando en nada más que el nombre del otro.

Y porque son estúpidos, claro.

Crónicas de homos primerizosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora