Cap. 9: Secreto

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"Y si me siento perdido sé que tú estarás conmigo." (Acompañame a estar solo, Ricardo Arjona)


Una de las habilidades que podía presumir tener Hinata era la de saber cuando algo no está bien.

Kageyama lanzaba como de costumbre sus pases, con perfección y un tino impresionante digno de admiración, en pocas palabras, lo usual. Sin embargo, Shouyou puede notar que el armador del Karasuno no está en su cien por ciento, porque su hambre de poder en el juego está desaparecida así como ha disminuido la cantidad de veces que le ha reñido hoy.

El silbatazo finaliza la práctica, el grupo se dispersa para comenzar los estiramientos posteriores al entrenamiento que comanda el capitán Ennoshita, los de primer año buscan sus espacios y ellos se dedican a seguir el conteo guiandolos. Mientras Hinata toca la punta de sus pies él observa que Tobio es dedicado con las actividades, aun teniendo la mirada vacía.

Al finalizar la práctica, el equipo entero se dedica a ordenar el gimnasio. Cuando Hinata busca a Kageyama tras salir de la bodega lo puede ver charlando con Chikara, quien se sorprende en sobremanera tras ver la reverencia de Tobio para luego asentir y dejarlo tras dar una palmada en su espalda. "Extraño." Piensa. Todo lo es en este momento.

El capitán del equipo camina en su dirección despertando sus alertas, le pide que lo acompañe en lo que terminan de desenredar las redes, sabe que es su oportunidad de aclarar sus dudas.

—Ennoshita-senpai...

—Kageyama me pidió permiso para ausentarse mañana. —responde el mayor sin dejarle espacio a la duda— No me dió razones, pero sé que no es algo común en él.

—¡¿Qué?! ¡Pero si mañana tenemos práctica de saques! ¿Por qué?

—Lo siento, estoy en las mismas.

Hinata abandona sus labores tras terminar, está decidido a averiguarlo. ¿Quién en su sano juicio faltaría a la práctica? Más bien, ¿Por qué Kageyama se perdería del voleibol por un día? Debía tratarse de algo grave. Los escenarios mentales del pelirrojo empezaron a armarse en un abrir y cerrar de ojos. El gimnasio de la escuela es cerrado cuando las actividades finalizan, al igual que el local del club tras recoger el equipo sus pertenencias. Una despedida al aire aparece para que todos vayan a sus hogares, uno a uno desapareciendo por los diferentes caminos que deben tomar, quedando al final el par de idiotas del vóley, el camino a casa es sereno, callado, tranquilo y todos los adjetivos posibles que atribuyen a la paz, Kageyama no ha dicho nada, esto lo tiene preocupado.

—Kageyama, Ennoshita-senpai me contó que no vendrás mañana. —Shouyou va directo y sin escalas, no tiene nada que ocultar— ¿Pasó algo?

—No es asunto tuyo.

La respuesta es fría aunque los ojos del menor se ven nublados aún entre la oscuridad que los envuelve entre los pasillos de la callejuela. La garganta de Kageyama está tensa, como si quisiera hablar más pero lo reprimiera, esto hace enfadar a Hinata, que no le cuenta que sucede, es tan obvio como que al más bajo le encanta rematar.

—Mira, puedo ser de ayuda. Solo dime.

—Ya dije que no es asunto tuyo.

—¡Escúchame To-bi-o! —Hinata no solo había usado su nombre de pila, sino que estaba articulando. También había recargado su bicicleta sobre la acera con desdén. Estaba lo que le seguía de enojado— ¡Si es mi maldito asunto!

El silencio vuelve a apoderarse del entorno, Hinata toma las manos del chico de cabello negro acariciando las palmas, mirandole con decisión. Le asusta que ni siquiera la voz de Tobio sea reacia como debería, retadora y burlona, ahora está apagada sin color en su sonido.

Crónicas de homos primerizosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora