Capitulo 30.

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—Ambos se miraban atónitos. No sabían qué hacer. ____ solo quería correr y desaparecer, pero sentía que la penetrante mirada de Samuel no la dejaba moverse. Y Samuel solo quería tocarla, quería saber si era real. Saber que no se estaba equivocando. Quería estrecharla contra sus brazos. Y besarla hasta que los labios le dolieran. Bajo la mirada y vio su panza. Se veían aún más hermosa embarazada. Podría calcular que estaba a punto de cumplir los cinco meses de embarazo. Y no había podido estar con ella. Sintió como lagrimas comenzaban a brotar de sus ojos. Vio las pequeñas fotografías que tenía en las manos y vio que eran sus ecografías. Eran las ecografías de su hijo. Lentamente estiro su mano y le tendió las fotografías. Ella las tomo con manos temblorosas. —

—Gracias…—su voz era un leve susurro. Su mente no estaba muy clara. —

—____, eres tu…—fui acercándose más, quería poder abrazarla. —

—Ella retrocedió un paso. —No… no Samuel. —Suplicaba ____. —aléjate por favor. —

—Pero ___, cariño. —le tomo una mano y ella rápidamente se zafó. —

—No me toques. —escupió ahora con desdén. Bastaron unos segundos para que volviera a recordar lo que Samuel le había hecho a ella y a Ruben. —

—Cariño… creo que deberíamos hablar en privado. —dijo Samuel un poco dolido por sus palabras. —

—Yo no tengo nada que hablar contigo. Puedes largarte por donde viniste—ahora hablaba con amargura, iba a voltearse para poder salir de ahí, pero el le tomo el brazo, tan fuerte que estaba comenzando a sentir dolor. —

—Creo que quise decir que: vamos a hablar en privado ahora. —si ____ no iba a aceptar por las buenas, seria por las malas. —

—____ sintió un escalofrió recorrer todo su cuerpo. O más bien una ola de miedo la estaba arrasando sin duda alguna. Solo asintió. —

—Sera mejor que te vuelvas a cubrir la cara. No quiero que los periodistas hagan un escándalo. Ten póntelos. —dijo Samuel tendiéndole sus gafas oscuras. Ella obedientemente las tomo y se las puso. —debo hacer una llamada. —saco su iPhone 5 de color negro con gris, una belleza tecnológica. Cuando ya había marcado el número comenzó a hablar. —Willy, quiero que tú y Mangel vengan a la puerta principal del hospital. Tienen tres minutos. —corto y volteo a ver a ____ y no la encontró. Volvió a girar su cabeza y la vio sentada en una banca con las manos en su cabeza, al parecer lloraba. Cuando iba a acercarse a consolarla escucho pasos acercándose a ellos. Y no eran precisamente Willy y Mahe. —

— ¡Oye Luque! —grito Alex. —

— ¿Ya te vas? —ahora gritaba Luzu. —

— ¡Y nosotros esperándote como unos idi.otas! —añadió Rubius con otro grito. —

— ¡Jo.der! Esto no podría ser más genial. —susurro Samuel derramando sarcasmo en sus palabras. —




Maltratada (Vegetta y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora