Capítulo 7

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Todavía no aclaraba por completo cuando a las siete de la mañana, sonó el despertador. Comenzaba el día en Le Rosey.

Julian se restregó los ojos, le dolía la cabeza y estaba desorientado. Por un momento, creyó estar en su casa.

Había aprovechado la ausencia de Viktor para desempacar y ocultarse en la cama, fingiendo dormir hasta el día siguiente. Sin atreverse a despertarlo, su compañero dejó las presentaciones para la mañana.

-Hola, soy Viktor- se presentó el muchacho- te encontré dormido ayer y no quise molestar. Tú debes ser Julian, ¿verdad?

Asintió con la cabeza, casi sin mirarlo.

-¿Conoces la rutina de las mañanas?

Julian negó sin hablar mientras las expectativas de Viktor por encontrar un compañero alegre y dicharachero caían en picada. "Americano, debí suponerlo", se dijo. Una vez más, pensó que de todos cuantos conocía, Albert debía ser el único estadounidense que valía la pena.

-Allí está el baño- le informó- la ducha matutina es obligatoria. Aunque puedes tomar cuantas quieras, claro. Luego nos toca ordenar el cuarto. Y debes tender tu cama antes de bajar a desayunar. Nunca pero nunca dejes tu cama sin hacer- le advirtió con tal énfasis que parecía obvio que él mismo debió meterse en problemas por eso. (1)

Julian se sentó en la cama con los brazos rodeando sus rodillas flexionadas, la cabeza gacha y la mirada fija en sus manos enlazadas. Viktor supo que aquella expresión de terquedad e indiferencia no le auguraba el mejor de los comienzos. Y en un acto de camaradería, le advirtió.

-Será mejor que bajes, aunque no quieras desayunar.

Julian lo miró sorprendido preguntándose cómo aquel desconocido pudo intuir que planeaba permanecer allí todo el día, hasta sacar de quicio a sus cuidadores. Hasta que tuviesen que moverlo por la fuerza, de ser necesario.

-En el desayuno y el almuerzo puedes usar ropa informal- continuó- en la cena, no.

-¿Cenan desnudos?- preguntó con una seriedad tal que por un instante, desconcertó al muchacho.

-Claro que no- dijo sin saber si debería sonreír- lo que quise decir es que hay que llevar ropa formal.

-¿Formal?

-Blazer y corbata- replicó preguntándose cómo podía ser tan tosco.

"Si así son en New York, cómo serán en el campo", se dijo.

-No te demores o llegarás tarde en tu primer día- dijo arrojando a un bote la toalla con que se secaba el cabello.

-¡Viktor!- respondió Julian antes de que abandonara el cuarto.

Tomó la nota de bienvenida que había hallado sobre la almohada y enseñándosela agregó.

-Gracias.

Su compañero sonrió. "Quizá no todos los americanos sean unos groseros", pensó.


Bajó al comedor. El lugar era amplio y estaba muy concurrido pero aún así, reinaba un silencio sepulcral. Avanzó con paso lento notando cómo se convertía en el blanco de todas las miradas. Su condición de recién llegado no era el motivo de aquella atención desmedida sino su aspecto descuidado. Esmerada y alevosamente descuidado. Lucía desaseado y su expresión malhumorada sólo lo empeoraba. Ropa y calzado parecían haber sido descartados de una tienda de caridad. Pasó junto a Viktor sin hablar y el joven no pudo evitar preguntarse si aquello sería la idea americana de informalidad.

Destino TraicionadoWhere stories live. Discover now