Capítulo 4🌷

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—Sí.

Me quedé un momento pensando en la canción que podría cantarle hasta que una apareció en mi mente.

—Que todo el mundo sepa cuánto te quiero, que pase lo que pase tú eres primero, que se ilumina el cielo cuando tú estás, que se me apaga el mundo cuando te vas. Que todo el mundo sepa cuánto te quiero, y si es verdad que existe amor verdadero, no pienso equivocarme con nadie más, no pienso ver mi vida con alguien más que contigo.

Cuando terminé de cantar me incliné hacia adelante para mirar a Mara y me di cuenta que yacía dormida en mis brazos. Miré sus pestañas largas, su cabello rubio el cual estaba esparcido por casi toda su cara y sonreí.

Esa niña se había convertido en mi debilidad.

Y no me iba a importar ser su niñera, hasta que ella cumpliera al menos unos treinta años.

La puerta de mi habitación comenzó a sonar y me levanté de golpe de la cama, lo que menos quería era que la despertaran.

—Disculpa la hora—Alisa esbozó una sonrisa avergonzada.

—Aún estaba despierta—le hice saber—. ¿Sucedió algo?

—Solo quería decirte que mañana es el cumpleaños de Eliam y no quisiera dejar pasar la fecha. Sus cumpleaños siempre se han celebrado, pero desde que Melissa murió las celebraciones dejaron de agradarle.

—Todo dejó de agradarle.

Mierda, volví a pensar en voz alta.

Alisa me miró.

—Tienes razón—soltó una risita—. En fin, quería pedirte ayuda para poder celebrar su día especial. No me lo estás preguntando, pero la verdad es que no soy nada creativa.

¿Y qué le hacía pensar que yo sí lo era?

—El señor Eliam es de las personas a las que les incomodan las demás personas, así que opino que una fiesta sorpresa en la que solo esté su familia debería de agradarle.

Eso fue lo primero que me llegó a la mente. Y fue también la idea que a ella le gustó.

Y menos mal, porque fue mi única opción.

Por esa razón, al siguiente día nos encontrábamos sentadas en medio de aquel elegante comedor. Massiel y Mara se encontraban desayunando. Alisa se preparaba un vaso de café con leche y por mi parte, solo me limité en mirar las redes sociales en mi teléfono. Ese día acordamos algo muy importante: Ninguna de nosotras debía felicitar a Eliam. Teníamos que aparentar que el once de Marzo era un día común en esa casa.

Sí, era una manera un poco cruel de prepararle a alguien una sorpresa. Cumplir años, a veces puede llegar a ser un día lleno de ilusiones y darse cuenta que nadie lo recuerda, puede romper tu corazón.

—Buenos días—saludó Eliam con seriedad, entrando al comedor.

Su traje negro se encontraba impecable, libre de cualquier tipo de arrugas. Toda aquella elegancia que él portaba iba acompañada por una corbata roja, un reloj negro en su muñeca y un exquisito perfume.

Eliam Ibarra olía delicioso.

Y yo, bueno, a lo mejor y olía a culo.

—Buenos días papá—respondió Massiel.

—Bendición papi—Mara le sonrió.

Él se acercó a ella y plantó un beso en su frente, para luego tomar asiento a su lado.

—El día se siente diferente—comenzó a hablar Eliam mirándonos a cada una por un pequeño instante—. Está más brillante, más resplandeciente ¿Por qué será?

Mi perfecta melodía, (BORRADOR)Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang