Cap. 1º: "El Comienzo"

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—Oh, ya entiendo. —dijo dedicándome una sonrisa irónica— ¿Esto tiene que ver con la graduación?

Solté un bufido involuntario.

—¿Graduación? —elevé una ceja— Ya sabes que ni siquiera planeaba ir. 

Cam me ofreció el casco, el cual me abroché con facilidad.

—¿Sabes?, a veces me pregunto si de verdad eres humana. Eres la única de la clase que no compró su boleto para la fiesta. —dijo al tiempo que se apartaba de los ojos el largo cabello castaño.

Me encogí de hombros

—Tengo muchas cosas que hacer antes de irme.

El recuerdo de cientos de cajas que descansaban en mi habitación para ser llenadas con mis pertenencias acudió a mi mente instantáneamente. En una semana exactamente, me encontraría tomando un avión que me llevaría directo a Italia, específicamente a la ciudad de Florencia, donde comenzaría mi primer año en la universidad.

—Si quieres te puedo ayudar a empacar —se ofreció mi amigo, al ver mi repentina cara de agobio— Tampoco es como que me haga mucha ilusión ir a esa fiesta sin ti.

—¿Qué dices, Cam? Ya le pediste a Cristina que te acompañara al baile. —le dediqué una sonrisa de agradecimiento— No te lo vayas a perder por mí.

Cameron me devolvió el gesto algo dubitativo, antes de subirse a la moto. Había tardado más tiempo del que le gustaba admitir, en convencer a esa chica que lo acompañara al baile, y yo no iba a permitir que su cuento de hadas se viera frustrado por mi renuencia a asistir.

—Tú ganas, Katherine Hastings—dijo finalmente antes de que el estridente ruido del motor inundara nuestros oídos.

La carretera, ofrecía un paisaje alucinante a nuestro alrededor. Los cientos de árboles gigantescos se elevaban hasta al cielo y pasaban a un lado de nosotros como un enorme borrón verde. Me encantaban los trayectos que hacíamos todos los días para ir a la escuela, porque a pesar de que eran largos, me brindaban el tiempo necesario para perderme en mis pensamientos por 30 minutos, aunque debía admitir que en los días de lluvia la sensación de cientos de gotas perforando mi cuerpo, no era tan agradable.

Cam y yo vivíamos en los suburbios de la ciudad de California en los Estados Unidos, por lo que, nos encontrábamos rodeados de toda la naturaleza que aquello ofrecía. Nuestras respectivas casas se encontraban en un fraccionamiento llamado "Los Cerezos", el cual era tan grande, que incluso tenía su propio lago, gimnasio y centro comercial, todo sin la necesidad de abandonar los altos muros de concreto y las amplias puertas metálicas ubicadas en la entrada.

—Buenos días, jóvenes —nos saludó el vigilante, al momento de abrir las rejas de par en par.

Cam se desplazó por entre las calles de la privada, con la facilidad de alguien que había vivido todos los años de su vida en aquel lugar, y en menos de un minuto llegamos delante de mi casa, una construcción de estilo europeo, con una fuente a los pies de las escaleras que conducían a la puerta principal. 

—¿Quieres pasar? —le ofrecí.

Cameron vivía a unas cuantas calles lejos de mí, sin embargo, acostumbrábamos a comer juntos y hacer los deberes casi todos los días, por lo que conocía su respuesta a la perfección.

—Claro, me estoy muriendo de hambre —exclamó, sin molestarse en esperarme para abrir la puerta de par en par.

La casa se encontraba en completo silencio, lo cual indicaba que mi madre aún no llegaba del trabajo. Así era la mayoría de los días, ya que regresaba del juzgado a altas horas de la noche.

Good Girls love Bad BoysWhere stories live. Discover now