Cap. 4º: "Aeropuerto de Londres"

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Cuando me adentré en el avión, pude notar que ya todos ocupaban sus lugares, rápidamente desvié la mirada a mi boleto, donde se podía leer la fila y el número de asiento que me correspondía.

Fila A asiento 3

Miré con desconcierto los números y letras marcados en los porta-maleteros por encima de los asientos ¿Me había confundido? Ahí las letras empezaban con B ¿Dónde estaban las A?

—¿La puedo ayudar en algo, señorita? —escuché la voz de una sobrecargo a mis espaldas.

—Lo siento —me giré a ella con una sonrisa apenada— Es que no encuentro mi sitio.

La mujer tomó mi boleto y después de revisarlo me sonrió con amabilidad.

—Oh, lo que pasa es que no está en la sección correcta—dijo al tiempo que posaba su mano en mi hombro y me encaminaba hasta topar con una cortina azul marino.

Al momento de adentrarnos, todo el contexto cambió. Los llantos de los bebés habían sido reemplazados por una música de elevador algo reconfortante, y en lugar de asientos azules de tela, eran de piel blanca, reclinables y con una mesa de madera oscura delante, así como una televisión. Mis ojos se abrieron de par en par.

¿Mi padre me había comprado boletos en primera clase?

En mi corta vida, nunca había tenido la oportunidad de viajar en VIP, ya que en los viajes que había hecho con mamá no habíamos considerado necesario hacer un gasto más por tan sólo un par de horas de comodidad.

La sobrecargo me ayudó a acomodar mi maleta en uno de los compartimentos de la parte superior, y después de eso me recosté en el asiento, que en realidad parecía más una cama, y me dispuse a ver por la ventana. Fuera, era de noche y apenas si se lograba ver una sola estrella, ya que estaba demasiado oscuro, por lo que mi reflejo terminó por devolverme la mirada. Tenía los ojos hinchados a causa de la falta de sueño, tal vez lo más sensato era dormir durante todo el trayecto, finalmente tendría que entretenerme por 10 largas horas.

El avión comenzó a deslizarse con lentitud por la pista de despegue, y sin poder evitarlo me aferré a los reposabrazos con fuerza y cerré los ojos. Siempre me había dado un poco de miedo el inicio de los vuelos. Cuando el zumbido que producía el motor del avión dejó de retumbar en mis oídos, pude abrir los ojos, y al mirar a mi izquierda, me topé con la mirada de un extraño que me contemplaba con diversión.

—¿Primera vez en un avión? —adivinó con una ceja elevada. Sus ojos azules escrutándome con interés.

—No —me apresuré a decir, al tiempo que me colocaba los mechones sueltos de cabello detrás de la oreja —los despegues siempre me logran poner nerviosa.

El chico tenía el cabello rubio y rizado, y sus facciones eran tan delicadas que lo hacían parecer muy joven.

—Nathaniel Crowell. —me ofreció su mano.

—Kate Hastings. — dije estirando mi cuerpo lo necesario como para devolverle el saludo.

—Y dime Kate Hastings, ¿Vas de viaje o regresas a tu hogar? —dijo al tiempo que se volvía a recargar en el respaldo de su asiento.

Sin poder evitarlo lo miré un tanto desconfiada. No era la típica persona que se ponía a charlar con desconocidos, y si lo así no me gustaba tener que dar información personal. El chico pareció notar mi mirada contrariada y a continuación se echó a reír.

—Descuida, no tienes que decirme.

—¿Y tú? —dije en su lugar, sin embargo, podía conocer la respuesta de antemano debido a su marcado acento inglés.

Good Girls love Bad BoysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora