Cap. 45º: "Pasiones."

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—Lo sentimos, su tarjeta ha sido rechazada.

Instantáneamente mi corazón comenzó a latir aceleradamente, y por mero reflejo volteé a ver a Alexander, quien sencillamente se encogió de hombros y guardó el plástico en su cartera.

—Que pena, gatita, tendremos que dormir en la calle.

—¡¿Qué?! ¿Hablas en serio? —dije al tiempo que le pisaba los talones fuera del hotel de lujo en el que habíamos intentado alojarnos.

Pude ver como Alexander rodaba los ojos y con un movimiento rápido de manos me abrió la puerta del copiloto esperando que me subiera, sin embargo, estaba de piedra delante de él tratando de descifrar su mirada.

—Te dije que era una mala idea gastar tu dinero en comprar ropa.

—¿Bromeas? —Alexander soltó un bufido involuntario— Esa tarjeta tiene fondos ilimitados, si no ha pasado es porque me la han cancelado.

—¿Regina? —aventuré.

—O tu padre.

—¿Cómo Ezra podría cancelarte la tarjeta? ¿No está a tu nombre? —pregunté incrédula.

—Kate, Kate, Kate —comenzó a decir Alexander al tiempo que se cruzaba de brazos y posaba su penetrante mirada esmeralda en mis ojos— Tu padre es el dueño del banco, ¿recuerdas? Si él quiere puede hacer cosas como esas, no es tan complicado.

Me quedé sin habla. El nivel de control que había en esta familia rayaba en lo absolutamente tóxico.

—¿Ya había hecho algo así en el pasado?

—No, pero sabe que estoy contigo —Alexander negó con la cabeza con una sonrisa incrédula en los labios— Es su forma de hacerte volver a casa. Asombroso, ¿no?

Rodeé los ojos.

—Tu sarcasmo es todo menos divertido, Alexander. —lo miré con seriedad— ¿Y ahora qué hacemos?

Eran aproximadamente las ocho de la noche, habíamos pasado todo el día recorriendo la ciudad, fingiendo que no éramos prácticamente dos fugitivos a los cuales de haber querido, no hubiera sido tan difícil de encontrar. Afortunadamente Alexander había logrado pasar de incógnito, y ninguna fanática nos había tratado de perseguir como había ocurrido en la mañana.

—En el peor de los casos dormiremos en el auto.

—¿No deberías hablar con los chicos? —le dije después de un incómodo silencio— No creo que sea tan mala idea pedirles ayuda a alguno de ellos...

Alexander soltó una risa despectiva.

—¿Ah sí, como a quién? ¿Ethan?

Mis ojos se abrieron como platos.

—¿Qué quieres decir con eso?

Alexander me miró a los ojos y negó con la cabeza.

—Nada. Ya te dije que por el momento no quiero hablar con ninguno de ellos. Necesito un tiempo fuera de todo eso.

Y sin esperar a que dijera nada, Alexander rodeó el auto y se adentró en la puerta del conductor. Instantáneamente me froté el rostro con cansancio, y acto seguido abrí la puerta del copiloto.

¿Por qué Alexander parecía estar siempre molesto cada que Ethan aparecía en la conversación? ¿Acaso estaba celoso de él? De inmediato alejé esa idea de mi cabeza. No era sano pensar en cosas como esas, y menos por el amenazante sentimiento de miles de mariposas en la boca de mi estómago que iban en aumento cada que me sorprendía a mí misma mirando los labios de Alexander sin que éste se diera cuenta.

Good Girls love Bad BoysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora