Cap. 20º: "Invitaciones."

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—¿Tú? —dijo al tiempo que su sonrisa se borraba instantáneamente y sus ojos verdes se abrían como platos.

Antes de que pudiera decir nada, pude escuchar como alguien se aclaraba la garganta delante de nosotros. Asustada y sin recuperarme de la sorpresa, miré al profesor quien nos observaba molesto.

—¿Interrumpimos su pequeña conversación? —dijo al tiempo que se ajustaba las lentes cuadradas al rostro.

Rápidamente Alexander se enderezó y lo miró con seriedad.

—Profesor —dijo inclinando la cabeza a modo de saludo, y sin decir más se dirigió al escritorio y tomó un examen.

Mis ojos no podían creer lo que estaban viendo ¿Alexander tomaría la prueba de admisión? ¿Por qué?

—Señor Wayland —comenzó a decir el profesor al tiempo que bajaba los escalones y le seguía los pasos— veo que este año nos vuelve a deleitar con su... Extravagante presencia.

Sin más Alexander tomó asiento en uno de los sitios de enfrente y le dedicó una sonrisa al hombre.

—Siempre es un placer.

—Espero que este año muestre una mejoría en cuanto a su actitud —continuó el profesor, entrecerrando sus pequeños ojos y a continuación dijo en voz baja— de no ser por su inteligencia yo mismo me encargaría de echarlo de aquí.

Podía ver como el perfil de Alexander era una perfecta máscara sin emoción alguna.

—¿Puedo comenzar a hacer mi examen? —dijo finalmente.

—Por supuesto —dijo el maestro con una sonrisa falsa, y después de aclararse la garganta exclamó: — Todos, sigan con la prueba, los minutos que pierdan no son recuperables.

Sinceramente el hecho de que Alexander fuera un buscapleitos, no me sorprendida en nada en lo absoluto, pero aún así no podía evitar preguntarme cuántos problemas no habría causado, como para que aquel profesor lo detestara.

Tratando de ignorar todo aquello que acababa de suceder, traté de volver a concentrarme en terminar el examen, pero una pequeña parte de mí, seguía dándole vueltas a todos los misterios sin resolver de la vida de mi hermanastro.

Faltaban aproximadamente 20 minutos para que la prueba se diera por concluida, así que dando una última mirada a mi examen, me levanté a entregarlo. No había sido la primera en acabar, pero aún así el ponerme de pie me intimidaba un poco, y más por el hecho de que al pasar por el lugar de Alexander, este clavó sus penetrantes ojos verdes sobre los míos.

—Te enviáremos por correo postal los resultados —dijo el profesor, haciendo que me viera librada de la mirada de Alexander.

No pude evitar tragar un apretado nudo en mi garganta.

—Sí, gracias.

Al salir de ahí el fresco aire nocturno golpeó mi rostro, haciéndome volver a respirar con normalidad.

¿Qué se supone que haría ahora? ¿Esperarlo? Después de todo yo llevaba su auto... ¿Se habría dado cuenta?

Sin saber muy bien qué hacer, me recargué en la pared de ladrillo a un lado de la puerta y fijé la mirada en las estrellas que comenzaban a aparecer en el firmamento. Los días en Plymouth no dejaban de ser sumamente extraños, y no podía imaginar qué me esperaría después.

Pasados unos cinco minutos, y después de ver a unos cuantos alumnos salir del aula, reconocí de inmediato la chaqueta de cuero negra de Alexander y su cabello azabache un tanto alborotado, y sin pensarlo dos veces apreté el paso hasta darle alcance.

—Alexander —dije colocándome a un lado de él.

—Katherine —dijo mirándome con el ceño levemente fruncido al tiempo que se detenía.

—¿Qué haces aquí? —pregunté sin irme por las tangentes.

—Lo mismo que tú al parecer —elevó una ceja.

—Me doy cuenta —dije sacudiendo la cabeza— Creí que ya estabas estudiando aquí ¿Por qué estás haciendo un examen de admisión de nuevo ingreso?

Alexander se cruzó de brazos y me miró con aire divertido.

—Veo que estás al tanto de toda mi vida.

Inmediatamente mis mejillas se llenaron de color.

—Me lo ha dicho tu madre.

Alexander sonrió con ironía.

—Vaya, ¿ya son buenas amigas?

Lo fulminé con la mirada.

—No has respondido ninguna de mis preguntas —dije haciendo caso omiso de su comentario.

—Me he cambiado de carrera —se encogió de hombros— Tuve que hacer el examen de nuevo.

Bueno, ahora que lo pensaba aquello tenía total sentido. Tal vez una parte de mí esperaba algo mucho más complicado que eso.

—¿Qué carrera estudiabas? —pregunté con interés.

Alexander elevó una ceja.

—¿Qué es esto, un interrogatorio?

—Parece que interrogarte es la única forma de conocerte un poco —me crucé de brazos.

Alexander sonrió lentamente.

—Estudiaba negocios internacionales y ahora estoy aplicando para el programa de psicología, ¿satisfecha, gatita?

De todas las carreras posibles, me era difícil imaginar a Alexander tratando de estudiar algo que le permitiera ayudar a otro ser humano.

—¿Qué me dices de ti? —dijo antes de que pudiera decir algo más.

—¿Qué hay de mí?

—¿Qué es lo que planeas estudiar aquí?

—Literatura —dije alzando un tanto la barbilla.

A pesar del poco tiempo que llevaba de conocer a Alexander, estaba segura de que encontraría la forma de terminar burlándose de mí con cualquier cosa que dijera.

—Seguro que sí —sonrió de lado al tiempo que se volvía a poner en marcha.

—¿Qué quieres decir con eso? —pregunté indignada, pero el muy cretino ni siquiera me había escuchado.

Después de dar unos cuantos pasos más y ver que no le seguía el ritmo, Alexander se giró lo justo para dedicarme una mirada.

—¿Vienes o no?

—¿A dónde? —lo miré expectante.

—Tengo ensayo con la banda —dijo encogiéndose de hombros al tiempo que metía las manos en las bolsas delanteras de sus jeans desgastados.

No me lo podía creer ¿Realmente me estaba invitando a ir con él? Sus malditos cambios de humor me tenían mareada.

—No estoy segura —dije— La última vez que me presenté delante de tus amigos no parecías muy contentó de verme ahí.

—Digamos que no apareciste en el momento indicado —entrecerró levemente los ojos.

<<Claro, porque no quería que viera como un montón de tipas en top se le restregaban en el regazo>> pensé disgustada.

¿Pero eso que más me importaba a mí? Él podía hacer lo que quisiera cuando quisiera y con quién quisiera, siempre y cuando a mí me dejara en paz.

—La oferta expira en unos minutos —dijo Alexander sacándome de mis pensamientos al tiempo que lo volvía a ver marchar.

Okay, era ahora o nunca.

—Traigo tu auto —dije finalmente.

***

Good Girls love Bad BoysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora