No puedo permitir que lo mismo suceda con su esposa, así que empiezo a tirar de ella con más fuerza. Eventualmente Vicenzo deja de maldecir y de intentar despertar a Luc y viene a ayudarme, lo que hace más fácil la tarea de sacarla del auto. Una vez afuera, la llevamos con cuidado al interior de uno de los vehículos que no fue parte del accidente debido a que nosotros no fuimos las únicas víctimas. Vicenzo se queja al moverse para cerrar la puerta y en ese momento me doy cuenta de que hay un vidrio incrustado en su muslo. Su pantalón está lleno de sangre. Intento empujarlo con Hether para que ambos vayan a emergencias y sean atendidos, pero él niega mientras extiende uno de sus brazos y retira el seguro de su arma.

Sus mirada pide sangre.

─Terminemos con esto primero.

Ya que no puedo obligarlo a irse, asiento mientras hago lo mismo con la mía. Milad, uno de sus hombres de confianza, es quién conduce, así que no me preocupa que sea él quién lleve a Hether, pero aún así me acerco a su ventana antes de enfrentarme al caos en el que estamos.

─Cuídala con tu vida. Estaré allá a penas termine con esto.

Tras mirar a mi esposo de reojo, él asiente.

─Lo haré.

Una vez se marchan a pesar de que están siendo disparados, Vicenzo y yo compartimos una mirada antes de renunciar a la protección de nuestro auto volcado para poder apuntar directamente hacia los sicarios de la Bratva. Son seis de ellos. El vehículo en que vinieron está tan hecho añicos como el nuestro. Mis hombres les disparan y un par de ellos caen. Más de los nuestros no tardarán en llegar. Vicenzo no es tan bueno disparando, así que se dedica a arrinconarlos hasta que está lo suficientemente cerca de uno de ellos y lo somete. Otro va tras él y lo apunta para impedir que mate a golpes a su compañero, pero alzo mi arma, perforando su cabeza con una bala porque Francesco no es el único Cavalli con buena puntería. El líder del grupo enemigo me mira con ojos amplios antes de mascullar una maldición en ruso y alza su arma para matarme, pero yo le disparo primero.

Mis escoltas logran reducir al que queda de ellos.

Para el momento en el que eso sucede, mi esposo se encuentra frente a mí y me estrecha con fuerza entre sus brazos para impedir que caiga por el peso de la pérdida de Luc, pero luego soy yo quién termina sirviéndole de apoyo porque ha perdido mucha sangre debido al corte de su pierna y necesita recibir atención médica de manera urgente.

A diferencia de las otras veces que ha habido muertes, esta vez todos mis guardaespaldas me ven mientras me ayudan con él y sacan el cuerpo de Luc, quién era el que hacía que entregaran su vida por mi familia, que los convencía de que éramos el equipo ganador, del Cadillac.

Y soy yo quién no puede verlos a ellos.

No solo le fallé a Hether.

A mis hombres y a mí misma también.

Luca Romano no debía morir. Todos ellos podían hacerlo menos él.

Era indispensable.

*****

El ambiente en el hospital es tenso. La sala de espera está llena con las chicas de la Isla de Luciano y nuestros escoltas. Hether ha sido una hermana mayor para todas ellas, así que las siete presentes derraman lágrimas y todas me miran como si esperaran que hiciera un milagro porque esa es la manera en la que hizo que me idealizaran, pero en estas situaciones me odio a mí misma por admitir que solo soy una humana. Vicenzo está ocupando una habitación de la sala de emergencias en la que está siendo suturado y Hether se encuentra en el quirófano, dónde un grupo de médicos intenta hacer hasta lo imposible por salvarla a ella y a su bebé con el amor de su vida.

Vólkov © (Mafia Cavalli III)Where stories live. Discover now