Capítulo 35:

26.8K 3.9K 3.5K
                                    

VICENZO:

Contemplo a la mujer frente a mí de cerca. Pequeña. Morena. Sus ojos son marrones y todo en ella grita fragilidad. Estimo que pesa alrededor de cuarenta kilos. Su nariz está roja y sus ojos hinchados. Fue la única de las personas a las que entrevistamos que abrió la puerta como si estuviera esperándonos, lo que significa que se encontraba despierta cuando llegamos. Flavio, a mi lado, se inclina para tomar una galleta del recipiente entre nosotros y la muerde, masticándola sonoramente debido al silencio que colma la habitación, mientras espera que nos cuente su historia.

Es doloroso de oír ahora que me siento identificado con cada uno de los padres con los que hemos hablado y es casi cruel de nuestra parte hacerlos pasar por la horrible experiencia una y otra vez, pero todos entendieron cuando supieron que estaba en la misma búsqueda de respuestas que ellos.

También los recompensamos bien por su sinceridad y silencio.

─Mi hija.. ─dice Wendy con aire ausente, subiendo la tira de su pijama mientras empieza su relato─. Mi hija se parecía mucho a su padre. Él dice estar deshecho ahora que no está, pero no le importó Jennifer cuando decidió abandonarnos. Estábamos peleando su custodia tras divorciarnos cuando desapareció. La dejé con su niñera mientras iba a hacer las compras y cuando regresé encontré a Amelia inconsciente en el suelo. La golpearon con un candelabro en la parte posterior de la cabeza, así que no pudo ver quién se la llevó. Cuando fui a su habitación su cuna se encontraba vacía. ─Se limpia las lágrimas con el borde de la manga de su bata─. Le dije a la policía que Max se la llevó, que él tiene el dinero y conexiones, pero él les dijo que no lo hizo y le creen. Ha pasado un mes desde que vi a mi Jennie por última vez y Max abandonó todo en la ciudad para irse a Colorado con su nueva novia, quién espera a su pequeño bastardo, y ellos no lo toman en cuenta. ─Niega─. ¿Por qué un hombre tan exitoso como él abandonaría la ciudad a la que se mudó, de vuelta a su pueblo, para vivir como un pueblerino pobre otra vez?

Alzo las cejas, sin tener ni puta idea de cómo responder a eso porque no me esperaba una historia así saliendo de su boca. El silencio que le sigue a sus palabras se torna incómodo. Flavio lo rompe decidiendo hablar por primera vez desde que empezamos las entrevistas a todos los padres de bebés muertos o desaparecidos de Chicago por una u otra razón en el último mes. Lo único que ha hecho hasta ahora es ser mi ayudante y repartir dinero.

Escuchar y analizar en silencio.

─Quizás tienes razón ─le dice en tono susurrante─. O quizás estaba harto de ti y ahora que perdió a su hija, tiene un motivo válido para poner kilómetros de distancia entre él y tú. Por cómo acabas de expresarte, es más que evidente que hacías su vida un infierno y que usabas a Jennifer para conseguirlo. En realidad me alegraría que la tuviera porque alguien que no antepone sus hijos a sus propios deseos egoístas no merece ser llamado padre.

Ante el sonido ahogado desgarrado e indignado que hace Wendy, me pongo de pie y arrastro a Flavio conmigo tras lanzar un fajo de billetes que saco de mi abrigo a la mesa de café entre nosotros y Wendy. Entrecierro mis ojos hacia él, apretando su cuello con mi mano, mientras lo empujo a la puerta. Hemos terminado aquí.

─Disculpa al chico. No sabe mantener bajo llave sus problemas paternales.

Sin esperar una respuesta, prácticamente arrojo a Flavio fuera y este aterriza sobre el césped del jardín con una mirada azul llena de odio en su rostro. Se incorpora mientras lo dejo atrás, humo blanco saliendo de mi boca con cada exhalación debido a las bajas temperaturas, y me empuja antes de que alcance la manija de mi auto, pero sigo siendo más grande que él y a penas me muevo. Le devuelvo el favor estampando mi puño contra su rostro, lo que solo hace que lo que ha estado manteniendo bajo llave termine de salir.

Vólkov © (Mafia Cavalli III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora