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Chicago, Illinois.

Tres años después.

VICENZO:

Soy padre.

Por cuarta vez, soy padre.

Miro a la pequeña niña llena de sangre entre mis brazos y alzo la vista hacia su madre, quién respira entrecortadamente con el cabello pegado a la piel debido al sudor después de pujar durante cuatro horas seguidas para darla a luz y extiende los brazos hecha un desastre hacia ella, porque la tomé de los de la maldita enfermera antes de que la limpiaran, demasiado ansioso por conocerla una vez empezó a llorar. Negando, me doy la vuelta y me dirijo con mi nueva hija en brazos a la ventana más cercana para verla mejor, escabulléndome también de mi madre. Tampoco quiero que se den cuenta de que estoy llorando, pero después de todo lo que tuve que hacer para que el anticristo aceptara someterse a un programa de fertilidad e incluyó mucha muerte, sangre, peleas por poder, chantaje y manipulación, cada lágrima lo vale.

Mi pequeña lo hace.

Lucrezia Ambrosetti.

El nombre que escogió Arlette debido a los Borgia, su familia retorcida favorita de la historia, y mi apellido. Mi sangre y la suya finalmente juntas.

La muerte y el desastre.

─Caos ─murmuro sobre su cabeza de mechones blanco, amando la manera en la que parece más un adorable conejo moribundo debido a la grandeza de sus ojos azules, los cuales están completamente abiertos y me contemplan, y al color que de su cabello que un humano─. Eres mi caos.

Porque al final sí fue cierto.

Arlette Cavalli trajo el fin de mi mundo, pero también el fin de todos.

Mi hija, Lucrezia, lo será.

Lo sé cuando la veo y me pierdo en la oscuridad del azul en sus ojos.

Ojos azul Cavalli.

Ojos azul Cavalli con el cabello blanco de la muerte.

Le sonrió antes de llevar mis ojos a su madre.

─Es perfecta.

─Tiene hambre ─sisea Arlette, las venas de su cuello marcándose debido a la magnitud de su ira. Sigue molesta por cómo torcí sus planes para que este momento fuera posible, pero ya es posesiva y protectora con nuestra bebé─. ¿Puedes darme a mi hija para que pueda alimentarla? ¿Para que pueda conocerla? ─Desvía sus ojos hacia la doctora que atendió el parto y hacia el personal─. ¿Puedes dejar de apuntar a todo el mundo? Ya nació. Estoy bien. Está bien. Estamos bien. Si continuas con esto alertarán a Seguridad Nacional y deberé sacarte de prisión, otra vez. 

Afirmo, haciéndole un gesto con la cabeza a Giovanni para que mis hombres dejen de amenazar al personal del hospital y abran nuevamente el acceso a las calles que conducen a él porque no iba a permitir que nada arruinara este momento. El momento en el que mi alma termina de pertenecerme porque el pedazo de ella que quedaba, ahora es de caos.

Toma ─murmuro depositándola sobre sus brazos con cuidado.

A pesar de que su bata se ensucia con sangre, como mi camisa, Arlette sonríe y frota su nariz contra la pequeña cabeza de nuestra hija.

Eres hermosa. Te amo tanto. ─Me mira. Sus ojos dicen que nunca me lo perdonará, pero que ahora que la conoce que tampoco me lo habría perdonado si no hubiera luchado por esto─. Lucrezia Ambrosetti Cavalli.

O solo Lucrezia Ambrosetti.

Arlette sonríe.

O solo Lucrezia Cavalli. Sabes que tengo los medios para hacerlo posible. Le diré al juez que simplemente desapareciste un día, lo cual también puedo hacer posible, esposo. 

Aprieto los dientes, pero mi erección crece dentro de mis pantalones.

Maldita perra loca Cavalli.

¿Quieres otra guerra por esto, esposa? Porque es mi hija, fue mi semen el que te embarazó y se desarrolló dentro de ti durante nueve meses, así que llevará mi maldito apellido. 

Arlette ríe, negando mientras desciende su vista a nuestra hija.

Por ahora no ─responde mientras lleva la punta de su seno a los labios de Lucrezia y nuestra hija succiona ya que en esta ocasión sus tetas sí se llenaron, lo que, por supuesto, disfruté─. Por el momento estoy satisfecha ─murmura con una sonrisa que se suaviza mucho más a medida que nuestra bebé se alimenta de ella.

De su locura.

De su maldad.

De sus pecados.

De todo lo que odio y, a la vez, de todo sin lo que no podría vivir.

Cuando está completamente concentrada en Lucrezia, me acerco al vaso de agua junto a ella y dejo caer una píldora que saco de mi bolsillo que se deshace y se mezcla con el líquido casi al instante. Una nueva droga sintética a base de fentanilo que dura días en su sistema, pero que no bloquea sus emociones, que no fue nociva para el embarazo y por la que pasé mucho tiempo trabajando en secreto, meses escondiendo mis ausencias tras encontrar el puto rastreador en mi cara y sacarlo, luego de buscar y amenazar a los mejores científicos del mundo para su creación. 

Porque amo a mi familia.

Y ella es la pieza más importante de ella.

Y nada, absolutamente nada, nos la quitará.


En el fondo, muy en el fondo de mí, odio verlas sufrir

Así que aquí tienen su bebé Arlenzo jajaja

Las amo, pero ya bai que si sigo aquí solo seguiré llorando

Nos vemos en Francesco 

A las 12 hago live en Instagram 

Love u


PD: la canción nos describe a la perfección

Vólkov © (Mafia Cavalli III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora