CAPÍTULO 14 - ¿Están los pajaritos listos para brillar?

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El maquillaje estaba listo, pero el nerviosismo era mayor. Habían sido preparadas, estaban más hermosas que nunca. La señora Barton había pedido ayuda a muchas chicas, consejos interminables venían de acá para allá, varios vestidos se les fueron probados. Exhaustas, fueron decoradas por un arsenal de joyas preciosas que jugaba con sus bellezas. Glory pidió un momento a solas con Mirabelle para conversar, y la señora Barton se los concedió por un rato, ya que pronto el señor Barin Dunne llegaría para llevarlas a la fiesta.

Mirabelle y Glory estaban en su habitación y se sentaron en la cama en donde ambas dormían juntas.

Estoy algo nerviosa, Belle... —Susurró la rubia mientras tomaba aquella pálida y cálida mano que amaba sostener.
Yo también... pero lo haremos bien, no debes preocuparte —Calmó—será nuestra noche. ¿Bien? Nos divertiremos sin hacernos tanto problema... ya lo hemos practicado —acarició la pelirroja, el cabello de Glory estaba preciosamente atado, con el atardecer luciría más preciosa. Glory asintió a las palabras de su compañera.
Pero... también tengo miedo—Comentó, apegando su cuerpo, estaba actuando más infantil que de costumbre.
¿A qué le temes...?, ¿a hablar con los hombres? —Preguntó Mirabelle preocupada. Glory negó con la cabeza y puso su nariz en el cuello de Mirabelle, olfateó las fragancias que la señora Barton había esparcido allí, en la preciosa piel de la pelirroja—Eso hace cosquillas... —Susurró Mirabelle con cariño, riendo un poco ante el tacto de su preciada—entonces... ¿a qué es?
—A perderte... —
Soltó con voz quebrosa. Sus delgadas manos llegaron al muslo de Mirabelle y lo acarició de manera suave—eres preciosa, tengo miedo de que alguien te lleve lejos de mí...
Mirabelle sintió una punzada en su pecho, ¿cómo podría desconfiar de ella de esa manera? Toda la vida habían estado juntas. Nada ni nadie las podría separar jamás. Nadie.
Yo debería sentir el mismo miedo, Glory... pero, confío en ti, eres mi princesa, ¿no es así? —Sonrió—¿tú confías en mí?

La rubia se separó y abrió los ojos.
Claro que confío en ti, Belle —Respondió algo ofendida.
Bien, entonces demuéstralo, nadie me separará de ti, no hay fuerza lo suficientemente potente que pueda alejarme de ti, nada... —Aclaró—así que simplemente esta tarde, hagamos lo que tenemos que hacer; sobrevivir.

Glory sonrió. ¿Cómo podría haber dicho tales cosas? Aquella pelirroja preciosa, era su compañera fiel, nada las separaría, estaban juntas en esto y lo estarían para siempre. Desde el principio hasta el final, sin excepción.
Todo saldrá bien, Belle, lo siento, perdóname por decir tales cosas... —suspiró—últimamente hemos estado algo separadas, con poco tiempo para hablar, y hablamos siempre de lo mismo, de las cosas que suceden aquí, quiero estar a solas contigo más tiempo... quisiera que fuera así —Desahogó Glory mientras exhalaba profundo. Muchas cosas habían sucedido durante esa estadía en esa casa tan extravagante, pero aquellas cosas no tenían que ver con la relación entre ellas.
Mirabelle sonrió compasiva, ella se sentía de la misma manera. Su alma gemela veía las cosas de la misma forma.
No te preocupes, Glory. Cuando regresemos de esa fiesta, te prometo, que te inventaré una historia como cuando éramos niñas, ¿lo recuerdas? —Glory asintió emocionada ante la idea, observaba a Mirabelle con atención—y dormiremos abrazadas, te acariciaré la cabellera y en la mañana peinaré tus cabellos, te haré una hermosa trenza. Te mimaré como solía hacerlo... —Dijo con ternura, Glory extendió un gran abrazo a Mirabelle y la apretó con todas sus fuerzas.
¡Te quiero tanto, Belle! —Exclamó mientras Mirabelle le regalaba unas palmaditas.
Y yo a ti, Glory, siempre —Sonrió, correspondiéndole el abrazo y otorgándole un besito en su cabecita dorada.

Unos pasos interrumpieron el cariño. El señor Barin Dunne había llegado. La señora Barton tocó a la puerta y esperó de manera silenciosa a que las chicas se retocaran con la rapidez de un rayo.
¡Niñas!, ¡ya es hora! —Llamó la mujer. Ambas se incorporaron y se miraron frente al espejo, todo estaba bien, así, entonces, de la mano salieron a recibir al hombre, quien las miraba entusiasmado.
¡Vaya Barton, sí que has hecho un buen trabajo! —Exclamó embobado. La señora Barton sonrió falsamente y se ahorró comentarios. "Maldito desgraciado, no las mires tanto, mejor haz lo que tienes que hacer" Pensó—entonces, señoritas, acompáñenme —invitó. Y así lo hicieron. Siguieron al hombre y la señora Barton fue con ellas hasta la puerta principal, allí Anne les miraba algo preocupadas, pero al notar la presencia del hombre disimuló su ligero desacuerdo y sonrió falsamente como todas en esa casa debían hacerlo siempre—nos iremos entonces—comentó el hombre acomodando su traje—no deben estar nerviosas, ¡el dinero no significa inteligencia! Muchos de esos pobres diablos son meros herederos, pero no saben de negocios, al menos, no tanto como yo —aclaró, con una risa que nadie siguió. Incómodo tosió, notó su egocentrismo y se dirigió a Barton—te las devolveré sanas y salvas—sonrió. La mujer asintió y luego suspiró.
Suerte, niñas, recuerden todo lo que les enseñé, no hay nada de otro mundo, la mente humana es impredecible, pero en baja guardia, demasiado predecible diría yo —Les dijo, mientras con un suave empujoncito las enviaba hacia afuera.

ORFANDAD♟️[EN HIATUS] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora