CAPÍTULO 19 - La cita, las fotografías y alguien más...

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El tiempo pasó y la señora Barton tenía todo alistado. Maquillaje, ropas y perfumes fragantes para hacer de aquella cita un éxito. Se procedió de la siguiente manera: La señora Barton le comentó a el señor Barin Dunne sus planes, él estuvo de acuerdo y redactó una carta para ambos jóvenes. La carta sencilla y directa decía que las chicas querían tener una cita amistosa con los dos ya que los habían considerado tan simpáticos... tendrían algo así como una cita doble... propuso que se tratase de una caminata saludable en el parque Mountain Bird y les comentó el deseo de las chicas por tomarse unas nuevas fotografías para dar su debut en su nueva vida en Londres. La respuesta emocionada no tardó en llegar por parte de ambos, quienes agradados aceptaron.

¡Llegó la respuesta de Barin! —Exclamó la señora Barton corriendo hacia Mirabelle & Glory quienes estaban sentadas intentando leer unos libros. Ambas chicas giraron sus cabezas interesadas y dejaron los libros sobre la mesa.
¿De verdad?, ¿y?, ¿aceptaron? —Preguntó Mirabelle emocionada.
¡Aceptaron! —Festejó la señora Barton con un ligero baile. Una voz frustrada gritó desde atrás.
Señora Barton, ¡no se mueva tanto...! ¡Ya estoy francamente cansada de siempre estar cosiendo su corsé! —Vociferó con frustración. La mujer enojada se giró y se dirigió para ir a dar unos coscorrones a esa vocecita insolente y las risas de Mirabelle y Glory aparecieron.

Glory se dirigió entonces a Mirabelle con una gran sonrisa en su rostro.
¡Finalmente tendremos nuestra fotografía, Belle! —Comentó con alegría. La pelirroja asintió feliz. Entonces apareció de nuevo la señora Barton algo seria.
No es lo que debería emocionarte eso, ¡saldrán con dos millonarios! —Exclamó la mujer irritada—no se concentren en esa fotografía, sino que en seducir a esos dos inocentones—. Regañó. Ambas asintieron y esperaron a que la mujer se girara otra vez para darse una mirada cómplice e ignorarla.

Lo que menos les importaba era salir con ambos chicos. Lo importante para ellas era salir la una con la otra y tomar aquellas fotografías que inmortalizarían sus existencias.

El tiempo pasó de manera inevitable y en unos días más tarde el señor Dunne apareció en casa de la señora Barton con buenas noticias. De un abrazo se recibieron y un beso que... nadie quiso ver. El señor Dunne había venido no sólo para confirmar la fecha de la gran sobrevalorada cita, sino que también para tener su tiempo a solas con la señora Barton. Pocas entendían el mensaje. Pero cuando llegaba el señor Dunne eso significaba libertad absoluta para salir, mientras la casa estuviera despejada, todo bien. Incluso Susan, la criada, se iba a su cuarto y se tapaba los oídos con total diligencia. Nadie nunca la había visto sonreír, pero vaya que era dedicada a su trabajo y fiel a la señora Barton. Era esa mujer como una bala, se encargaba de todo y siempre a tiempo. Mirabelle y Glory la veían correr de allá para acá con platos, cubiertos, jarras de agua, esencias de flores, perfumes y con postres. Y no sudaba. Ni suspiraba. Ni hablaba. Sólo asentía y obedecía. Un misterio total. El punto era, que incluso esa mujer tan seria comprendía que cuando llegaba el señor Dunne, la casa debía quedar prácticamente desierta.

Mirabelle & Glory fueron llamadas a la puerta, ahí se encontraba la señora Barton ayudando al señor Dunne a aligerarse de prendas, las saludó y comunicó la información.

Este jueves—. Dijo sin más. Y ambas asintieron obedeciendo.

Ese día todas se fueron, incluso Anne. Eran felices cuando podían salir, aunque en toda la zona ya se les había formado mala fama, así que los restaurantes a los que podían ir eran limitados. Ni hablar de los pequeños almacenes. No sólo las chicas tenían mala reputación ya, sino que esa casa también la tenía. Por lo mismo, el señor Barin Dunne era cuidadoso al viajar. Nadie podía vincularlo a la señora Barton.

ORFANDAD♟️[EN HIATUS] Where stories live. Discover now