CAPÍTULO 7 (2) - Apellidos para nombres sin gracia.

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Estaban ya solas en su habitación, habían terminado de comer sentadas en la cama, con ropas nuevas, olían fragantes gracias a las esencias florales que se habían aplicado en la tina. Jamás habían visto tantos cepillos y peines para desenredar el cabello. Tampoco sabían con precisión cuál de todos usar y tuvieron incluso todo un dilema para escoger el jabón.

Terminaron de comer. Se les había enseñado que jamás se habla cuando se come. Dejaron los delicados cubiertos a un lado y las bandejas también. Se miraron y... era hora de hablar.

¿Acaso esta oferta no tendrá consecuencias? —Preguntó Mirabelle a Glory. Esta bajó la mirada y tragó saliva imaginándose a sí misma junto a tantos hombres, ya no les tenía confianza.
No lo sé... ella dijo que no trabajaríamos directamente con los hombres—Replicó con la voz algo temblorosa.
¿Entonces tendremos una identidad totalmente nueva?
—Así parece Belle... y eso también significa tener apellidos—
Pronunció con asombro.

Mirabelle asintió, pero luego se percató de un detalle que poco agrado le producía.

Pero... eso... ¿acaso no significa también desligarnos de nuestros nombres? —Asentó con una mueca.
Eso realmente no me agrada... no quiero cambiar mi nombre...—Confesó Glory.

Mirabelle estaba de acuerdo. Si bien eran huérfanas, eso no quería decir que no tuviesen una identidad que a sí mismas se habían dado respecto al mundo. Y sus nombres, era algo a lo que, de una u otra forma le tenían cariño.

Todo menos cambiarnos los nombres.
—Pienso igual. Pero aún así... tenemos muchas dudas que discutir con la señora Barton...—
comentó.

A Mirabelle le apareció una mirada de preocupación. Ellas tenían que mostrar fortaleza y sobre todas las cosas lo principal era dejar en claro sus condiciones.

Pero si se las vamos a decir ahora puede que nos saque a la calle en esta misma noche si no aceptamos... es mejor esperar a mañana, al menos podremos pasar la noche aquí.
Glory asintió y se miraron con cierta complicidad.
Hay que aprovecharse un poco, ¿no? —Comentó Glory con picardía. Se miraron con pillería y cuando estaban a punto de abrazarse, la puerta interrumpió de nuevo.

Venían a retirarles las bandejas. Se llevaron todo, les apagaron las velas. Y quedaron a oscuras. Se acostaron juntas y durmieron abrazadas como dos angelitos amorosos en las suaves y calentitas sábanas de lujo. Durmieron de forma plácida. Llegó así la mañana y se levantaron con la luz natural del día. Habían descansado como nunca. Glory se sentó en la cama con los pelos despeinados y parados y Mirabelle se los acomodó con la mano.

Buenos días Belle—Saludó Glory dándole un beso en la mejilla a la pecosa mientras esta la abrazaba por detrás.
Buenos días—Respondió mimando a Glory.

Luego de haberse compartido calor por un rato miraron las ropas que estaban allí encima y se ayudaron a ponérselas. No tocaron ni con la punta del dedo al corsé. No les entusiasmaba mucho. Se miraron en el largo espejo que había al lado de un velador barnizado.

Sin duda se veían preciosas. Si ya eran bellas ahora lo eran más. Parecían princesas. También se pusieron los delicados y femeninos zapatos que la señora Barton les había regalado. Ciertamente tenían algo de dificultad para caminar con ellos, pero les lucía tanto que mejor era dejarlos puestos. Se peinaron, como siempre, una a la otra, después de todo habían adquirido este hábito desde niñas. Ahora radiantes, bajaron hasta la sala principal en donde estaba la señora Barton quien, por supuesto estaba cabecera de mesa en el precioso, largo y fino tablero de cristal, junto a todas las chicas tomando el desayuno en finas tazas con preciosos manjares que Mirabelle y Glory no conocían pero que les olían bien. Allí también se encontraba Anne quien las esperaba con una cariñosa sonrisa.

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