CAPÍTULO 10 - La pequeña mentirita.

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No puede hablar enserio... —Dijo Mirabelle incrédula.
Oh no niña... nunca he hablado más enserio que ahora—Se los entregó sonriente.
P-pero... ¿esto no es demasiado caro...? —Preguntó con nerviosismo Glory.
¿Qué importa si es costoso?, ¿no se los dije? Las convertiré en señoritas.

Mirabelle & Glory no lo podían creer. Esa mujer hablaba enserio. Esa era una prueba de oro. Por primera vez pudieron ver qué tanto valían para esa mujer y sus propósitos.

Nos tiene tanta confianza... ¿siquiera cree que esto pueda funcionar? —Dudó Mirabelle mientras observaba el brillante diamante sobre su mano.
Yo lo sé. Por eso estoy haciendo esto querida, no hay más ciencia... —Se acomodó los pechos para luego cerrar la caja y poner el cuadro en su posición otra vez, se giró y habló con determinación y gran seguridad—llevo mucho tiempo en este negocio, conozco la fórmula, queridas... las mujeres londinenses se han descuidado mucho, los hombres adinerados cada vez viajan más y se enamoran de los ideales parisinos y de los ideales venéncianos, buscando lo exótico, lo novedoso, lo femenino, lo variado, el clima acá es aburrido y las mujeres se han vuelto algo frías y apagadas... conozco el equilibrio, la exactitud, la obsesión... incluso mucho de la pasión. No soy una charlatana niñas, por eso mis chicas tienen éxito y por eso tengo esta mansión... créanme, los hombres enamorados... ¡son la cosa más maleable sobre la Tierra!

Glory sentía una sensación extraña en su pecho cada vez que la señora Barton se refería a los hombres. A ella no le interesaban, no después de aquel horrible abuso. Toda su vida era junto a Mirabelle, haber estado con un hombre o el haber pensado en hacer su vida con uno hubiese implicado alejarse de Mirabelle y eso no cabía en su corazón. Menos podía imaginarse a aquella pelirroja dejándola atrás y yéndose con un tipo galante y atractivo... simplemente aquellas imaginaciones absurdas le dañaban la confianza y le desesperaban. Mirabelle estaba en similares términos. Tampoco tenía interés en los hombres, poco se había relacionado con ellos y no podía olvidar la mala experiencia de Glory y la impotencia que siempre ha llevado dentro por no haber sido capaz de protegerla aquella vez... ese abuso... no sólo marcó a Glory, también a ella. Desconfiaba de todos menos de sí misma y de su reflejo y sí, para Mirabelle, Glory era su reflejo, era su par, su alma gemela. No tenía dudas. Jamás la dejaría.

Mirabelle suspiró y delicadamente volteó a Glory quien confundida se giró.
¿Me lo pondrás ahora...? —Preguntó la rubia algo extrañada.
Sí... creo que eso es lo que la señora Barton quiere... además, no debemos arriesgarnos a perderlo y quedar en deuda con ella —Explicó Mirabelle.
Estoy aquí por si me han olvidado —Mencionó la señora Barton mientras observaba como ellas se ayudaban a colocarse los lujosos collares—Bien... entonces queridas... es momento de poner manos a la obra.

Y así comenzó la señora Barton junto a otras chicas, incluida Anne a ayudar a Mirabelle & Glory a convertirse en señoritas, día tras día. Les enseñó a mantener la postura recta poniendo libros de literatura inglesa sobre sus cabezas.
¡Niña pelirroja pareces un camello, ponte recta! —Gritaba la señora Barton con desesperación.
—¡Me llamo Mirabelle!
Las discusiones eran constantes, de allá para acá la señora Barton corregía cada mal hábito de las chicas y ordenaba que las demás lo hicieran también. Incluso les enseñó a utilizar la variedad de cubiertos (cubertería), cubiertos de genuina plata, increíblemente finos y de diseños sofisticados, importados directamente de Alemania.
¡Esa cuchara es para el postre no para el té!, ¡la del té es más pequeña! —Alertaba la señora Barton con su dedo índice casi desmayándose.
—¡Para mí lucen exactamente iguales, no tiene sentido! —
Se defendía Glory mientras tenía un mal rato buscando la cuchara correcta.
La señora Barton les corregía constantemente el vocabulario.
Mira Belle, ¡Anne me arregló las uñas!
—¡La manicure, di la manicure!
También les enseñaba algo de cultura general.
Entonces... dime una ópera del año pasado... —Solicitó la señora Barton con expectativa.
—¿BAgAtellOh? —Contestó Mirabelle con su acento británico.
—¡Así es! Pero... se pronuncia Bagatelle no BAgAtellE... —
Corrigió frustrada.

Al principio fue dificultoso para la mujer el enseñar a las chicas. Ellas no aprendían con facilidad y les costaba llevar el ritmo que la mujer esperaba de ellas. Tantos años sin una educación adecuada, era complicado. Aún así, mientras más aprendían, más cómodas se sentían adquiriendo conocimientos e incluso muchas veces se entretenían y jugaban entre ellas haciéndose preguntas. Eran días y días de largas horas de entrenamiento en donde se iban turnando las chicas para enseñarlas y ayudarlas. El tiempo pasaba volando. Mirabelle & Glory se adaptaron rápido a la casa y eran felices disfrutando de la comodidad de ese hogar.

Las cosas iban y venían como todo en la vida; a veces se ganaban el cariño de algunas y el desprecio de otras. Gran parte de las prostitutas de las cuales la señora Barton estaba a cargo no hallaban sentido en poner tanto esfuerzo y energía "en dos simples huérfanas". Pero la señora Barton ignoraba esas opiniones. Ella les tenía fe. Aquellas chicas eran hermosas. Realmente lo eran. Se atrevía a pensar que eran una de las más hermosas que había tenido nunca. Creía en el potencial de ellas.
Las dejaba descansar en su jardín trasero en donde se entretenían mirando a los picaflores, parecían dos diosas bajadas del cielo con el fondo natural tras sus figuras. La señora Barton incluso tenía planes de pintarlas.

Habían pasado 2 meses, en donde cada día era una enseñanza, un aprendizaje y una internalización. Finalmente, la respuesta del señor Barin Dunne llegó. Había tardado dos meses en responder, ¿las razones? Era un hombre ocupado. Tenía que hacer muchos viajes y relacionarse con mucha gente para que su nombre no se perdiera entre tantos. Consiguió tiempo y escribió la carta, por supuesto, la señora Barton se enfadó, lo habían conversado y aún así aquel hombre había tardado tanto en responderle, aunque al menos ese tiempo le sirvió para educar bien a Mirabelle & Glory. La carta decía lo siguiente:

" XXXXX, Londres, 12 de marzo, 1875

Querida Barton:
Me impresiona que sean dos muchachas de las cuales te tengas que encargar. ¿Estás segura que son de fiar? Bien, confío en tu increíble intuición y en tu experiencia, no dudo de ti, dudo de ellas, ¿cómo sabes que esas muchachas inmaduras no serán capaces de traicionarnos? Tienen 14 años has escrito... son mujeres con mentalidad de niñas... de todas maneras, puedes contar conmigo en lo que sea. ¿Dinero, poder, estatus? Yo te ayudaré en todo, pero no olvides mi parte en este plan. Te mando un abrazo, he vuelto a Londres, se consciente de ello y no me olvides. Tal vez uno de estos días podríamos vernos y pasar una tarde juntos, te he extrañado y tengo regalos para ti. Tu querido buen hombre...

Barin Dunne."

—¡Maldito hombre idiota! —Exclamó la señora Barton al leer la carta.
—¿Qué le sucede señora Barton...? —Preguntó Anne mientras terminaba de colgar la ropa en el jardín.
—Te dije que no tendieras la ropa, se lo encargué a Susan (la criada de la casa) ¡no a ti! —Se desquitó—y estoy furiosa porque Barin me ha respondido dos meses tarde, ¿puedes creerlo?, ¿no sabe ese desgraciado el susto que me ha provocado? ¡creí que me abandonaría para los planes!
—Señora Barton... ¡debió haber dicho a Mirabelle y a Glory la verdad desde un comienzo! —
Exclamó Anne en un susurro.
—No me digas eso, porque tú también eres cómplice de esta mentira Anne
—Se defendió.
—Solamente mentí porque usted me obligó a hacerlo...
—¡Dejemos este tema!
—No señora Barton, lo debemos conversar. ¿Por qué involucró a Mirabelle y a Glory a un plan del cual ni está segura si funcionará?
—A mí Barin no me fallará, lo tengo comiendo de mi mano.
—¿Y si ese hombre se va, qué será de esas chicas, las prostituirá?
—No tengo obligación a contestarte eso.
—Sólo tienen 14 años...
—Soltó Anne incrédula.
—¡Deja de contradecirme! Jamás he dicho que las prostituiré. Entiéndeme, por mí misma no puedo hacer esto, bien lo sabes. Casi todo Londres nos conoce. Si vinculan a esas jovencitas conmigo, ¡sabrán que todo es un fraude! Pero todo el mundo confía en Barin, es un hombre de negocios. ¿Sabes por dónde voy verdad...? Esas niñas no necesitan saber más que eso, sólo creer en mí y tú, también.
Anne suspiró y desvió la mirada.
—Espero que así sea, señora Barton... espero que así sea.

Mirabelle y Glory creían que la señora Barton tenía el poder absoluto para cumplir aquello que prometía. Que tenía su plan casi desarrollándose a la perfección... poco sabían que la mujer dependía de los demás más de lo que se pensaba. 

ORFANDAD♟️[EN HIATUS] Where stories live. Discover now