Dante blandió su enorme espada hacia Gilver, quien respondió con su delgada Katana. El choque esparció chispas por la bodega. Cada espada bailaba y conectaba con súper velocidad, sin ceder ni permitir que la otra se acercara a su portador.
Gilver tenía la ventaja de un arma más ligera. Maniobró con tanta destreza que se convirtió en poco más que una mancha plateada. Pero Dante esquivó fácilmente cada estocada, haciendo girar su propia espada como si no pesará nada.
─ Has mejorado, Dante.
─ Por supuesto. ¿Pensaste que no estaba prestando atención a todas esas veces que trabajamos juntos?
Cada hombre mantuvo un tono ligero, luchando con sus comentarios concisos así como sus armas. Quien quiera que se emocionara primero perdería en este aspecto el enfrentamiento.
Dante vio una abertura y giró su espada tan rápido que casi separó las moléculas del aire. Pero Gilver bailó fuera de su alcance en el último momento, evadiendo el golpe letal.
─ Te balanceas demasiado – Dijo Gilver.
─ Di lo que quieras, solo no llores cuando te corte.
Aunque Dante pudo contrarrestar la velocidad y el poder de Gilver, el hombre vendado tenía un dominio de las técnicas que se extendían mucho más allá de la capacidad de su oponente. Gilver pudo detectar patrones detrás de los ataques de Dante en un instante, lo que le permitió evitar por poco cada movimiento.
─ Estas respirando con dificultad. Podría esquivar ese golpe con los ojos cerrados.
─ ¿Piensas eso? Debes de ser bastante bueno – Dijo Gilver sin tono.
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Dante y Gilver chocaron sus espadas como el rápido parloteo de una metralleta. Estaban tan perfectamente emparejados que la batalla parecía más un duelo a muerte.
─ Justo como lo esperaba de ti, chico vendado.
─ ¿Ese es el mejor insulto que se te puede ocurrir? Realmente deberías de hacer algo con ese pobre vocabulario tuyo.
Dante podía ver que sus insultos no estaban lastimando a Gilver. Los dos hombres estaban igualmente emparejados. Algo tendría que inclinar la balanza hacia un lado eventualmente. Dante había esperado poder hacer perder el equilibrio a su oponente. Cualquier cosa para romper el estancamiento.
Gilver entrecerró los ojos.
─ ¿En qué estás pensando, chico vendado?
─ Estoy pensando en tu cadáver derrotado. Leí todos tus movimientos en ese ultimó intercambio.
Dante normalmente habría respondido con una respuesta ágil. Pero en cambio se apartó un poco. Nadie conocía el alcance de la habilidad de Gilver mejor que él.
