16| Lana

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Era agotador caminar tanto tiempo cuando se estaba acostumbrado a andar en automóvil. Lana iba tratando de seguir el paso de Billie sintiendo que el aire le faltaba a cada momento. No sabía por qué motivo había cedido ante la idea de esta chica para ir caminando hasta el cine. Quizá se estaba vengando de que la había incitado a conseguir trabajo. 

-¿Estamos cerca? -- preguntó Lana. 

-Eres mala en el deporte -- respondió Billie. 

Tenía razón, recordó aquel momento de catarsis en el que se dio cuenta que la rutina la había envuelto tanto que ya no podía tomarse cinco minutos para meditar, salir a caminar o apreciar de un buen viaje. 

-Teníamos auto para andar.

-Te hará bien respirar un poco de aire fresco -- respondió Billie aminorando el paso. Ella conocía el camino como la palma de su mano.

-¿Podemos hacer una pausa? -- preguntó Lana logrando que la otra chica esbozara una sonrisa. 

-Claro -- se detuvo en seco.

Estaban paradas en un sendero al costado de la carretera con pinos a los costados. Faltaban al menos quince minutos para que entraran directamente en el pueblo y comenzaran a ver gente, comercio y, vaya, el cine. 

-¿Así? Me refiero a, ¿aquí?

-¿Dónde más? -- a Billie le parecía lógico y nada descabellado. Claro, ella estaba acostumbrada a convivir con la naturaleza en todo su esplendor. 

-Bueno, igual alguien nos puede llevar hasta allá. -- Lana se acercó a la orilla de la carretera mirando a ambos lados esperando que algún auto se detuviera y las llevara hasta el pueblo. 

-Lana, no creo que vaya a pasar alguien por aquí. Cuando estaba en la escuela hice una investigación de cuanta gente logra encontrar este tonto pueblo y cuanta logra salir -- pero Lana estaba demasiado distraída mirando a ambos lados de la calle como para prestar atención. -- ¿Sabías que es quince por ciento probable de que alguien pase?

Lana bufó. 

-Evidentemente. 

Ambas se sentaron a la orilla esperando a que a la señorita Parker le disminuyera el dolor de los pies. Entonces, en el pleno silencio de la soledad y el breve frío que se generaba tras la sombra de los pinos, se sintieron cómodas y en paz. Ninguna tenía la necesidad de compartir algo, simplemente estaban disfrutando de un momento a solas juntas. 

-¿Por qué llegaste aquí? -- preguntó Billie como si fuera un espasmo. No era precisamente una duda que le quemara, sino era una idea que le había surgido de pronto. 

-¿Qué? 

-Perteneces a ese quince por ciento de gente que entra -- dijo Billie con inocencia. 

-Solo quería tomar un respiro de mi vida. Resulta que estaba avanzando hacia enfrente sin saber qué lo hacía. Era como flotar en un ambiente continuo; sin cambios, sin espacios para pensar y, sobre todo, sin nadie con quién compartirlo -- respondió Lana. 

-Suena a la vida de adulto perfecta -- aunque el sarcasmo de la chica O'Connell solía ser crudo y sin intención, logró hacer reír a su oyente. Bill no podía negar que la risa de la otra chica era tan bella que le erizaba la piel.

-Si, puede ser mejor. Por eso vine aquí, sentía que ya nada podía sorprenderme -- se miraron a los ojos acercándose un poco la una a la otra. -- ¿Cómo es que no tienes amigos o novio, o alguna vida de adolescente normal?

Billie pasó saliva pesadamente. 

-Nadie piensa que yo sea "una adolescente normal" y simplemente por eso no tengo amigos. Aquí las personas suelen saber más de lo que deben, los chicos son unos idiotas, como ya lo viste, y las chicas no hacen nada más que gritar y tirarle las bragas a los hombres atractivos -- se encogió de hombros, sentía ganas de explicar su comportamiento para hacerle saber que no estaba tan mal como aparentaba. -- Nunca he tenido una relación con nadie. 

Lana observaba cómo Billie se incomodaba al hablar de algo tan banal como aquello. Tocó su mano para transmitirle confianza y la sintió fría al tacto. Su corazón dio un vuelco y abrió ligeramente los labios. ¿Cómo no lo supo antes? 

Pasó una mano por el cabello de la chica pasando un mechón de su cabello por detrás de la oreja, se acercó un poco más y logró estar casi tan cerca de ella como para sentir el vaho de su aliento contra su rostro. 

-Hay que cruzar las campanillas azules para llegar al inicio del pueblo -- comentó Billie en un trance que solo se lograba con un poco de tranquilizantes. 

-¿Qué? -- susurró Lana de nuevo. 

-Campanillas. Son flores azules. Naturalmente los campos tienen campanillas moradas pero en este lado del país tornan azules -- se acercó un poco más a Lana rozando su nariz con la de ella. 

La chica Parker levantó una mano para deslizarla por la mejilla de Billie y acercar su rostro un poco más al de ella. 

-¿Cuál es el porcentaje de las personas que entran aquí y salen? -- preguntó. 

-Cero -- dijo Billie antes de que fundieran sus labios en un beso sencillo y lleno de sentimientos inexplorados. 

Ninguna quiso separarse porque la sensación de felicidad las recorría de la boca del estómago hasta la punta de los pies. La carencia de sonido solo incrementaba la burbuja de ese nuevo mundo que estaban experimentando. 

Las flores que tornaron azules; B.EWhere stories live. Discover now