5| Lana

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Condujo todo el tiempo casi en silencio. Desde que Billie había bajado el volumen de la música ella había simplemente olvidado volver a subirle. Su mente viajaba desde el momento en que tomó la primera decisión hasta que finalmente se encontró con esa chica tan ordinaria. 

El hostal parecía demasiado hogareño lejano a lo que había visto en las películas. 

-¿En qué le podemos ayudar? -- la mujer recepcionista la atendía al mismo tiempo que contestaba el teléfono. Le trajo recuerdos de todo el trabajo que le esperaba a la vuelta de dos semanas. 

-Necesito una habitación para unos días. 

-¿Cuántos? -- la chica sacó una enorme libreta de cuero y pasó casi hasta la última página buscando con el dedo la fecha de ese día.

-No lo sé. Siete. -- Lana sabía que decir cierta cantidad de días la esclavizaba a pasarlos todos en ese lugar, al menos así podía decidir si quedarse un poco más o solo irse en cuanto la última noche llegara. 

-¿Viene sola? 

-Naturalmente -- respondió en voz baja. Al darse cuenta de que la recepcionista no la había escuchado y seguía esperando por una respuesta, volvió a hablar--: Sí, vengo sola. 

-Muy bien. Le daré las llaves de una habitación que tenemos en el segundo piso al fondo, de cualquier manera me veo obligada en decirle que los baños son compartidos y no tenemos internet. 

-Gracias -- tomó las llaves, no le interesaba en lo más mínimo sentirse conectada con el mundo exterior, de hecho era lo que menos quería.

-¿Tendrá alguna identificación con la que pueda comprobar que no es ningún maleante? -- el mismo chiste nervioso que Kay, la recepcionista, realizaba; tenía más bien la intención de realmente descubrir un día de estos a un asesino en serie. 

El pueblo de Baff se prestaba para esas cosas. Alejado de la civilización, casi fuera de las redes de comunicación y aun con muchos kilómetros de bosque.

-Claro. -- dijo Lana tendiéndole su licencia de conducir. 

-Listo -- la chica le devolvió la credencial --. Si necesita de toallas puede perderlas a la habitación.

-Muchas gracias.

Tomó las pocas cosas que traía consigo y subió las escaleras para poder llegar a la habitación. Se sentía tan cansada que lo único en lo que podía pensar en ese momento, era en dormir.

Las flores que tornaron azules; B.EWhere stories live. Discover now