Capitulo 38

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Me bajó los pantalones poco a poco tratando de no dañar mi pierna. Sentí el color subir a mis mejillas cuando se quedó mirando mis piernas. Mi cuerpo estaba más delgado de lo normal, su accidente no me afectó para nada bien.
Cogió una bolsa de basura que había en el armario y envolvió mi escayola cómo pudo.

Él dudó entre si quitarme las braguitas o dejarlas.

—Hazlo, Duncan.

Mi confirmación le bastó para poner sus manos en las costuras de mis braguitas y bajarlas con firmeza.

Sin decir más, ni mirarme mucho, me cogió en brazos y me metió a la bañera quedando sentada con la escayola estirada.

— ¿Te lavo el pelo? —preguntó. Asentí en silencio y me mordí al labio al sentir el llanto venir. Me desabroché el sujetador tirándolo fuera de la bañera, y él empezó a echar agua por mi cabello suavemente. Eché la cabeza para atrás a la vez que envolvía mi pecho con mis brazos. Sus manos acariciaban mi cuerpo mientras el agua caliente caía por él. Mis lágrimas empezaron a caer al percatarse de la situación.

El chico que amaba, y que no me recordaba me estaba bañando. Desnuda y en mi ducha.

Era subrealista.

Lo amaba tantísimo, que dolía sentir que él no me veía igual.

Sus manos empezaron a restregar el champú por mi pelo a la vez que hacía un masaje relajante.

Tras enjuagarlo, procedió a aplicar una crema suavizante en el pelo, y mientras ésta hacía efecto, empezó a enjabonar mi cuerpo con una esponja. Sus movimientos eran suaves, con temor a dañarme.

—Lo siento, Rosie, no debería haberte hablado así. Lo siento muchísimo —susurró mientras pasaba al alcachofa del agua enjuagando mi pelo y cuerpo.

—Déjalo estar —susurré sin voz.

—No quiero que estés enfadada, sólo... me he asustado al verte ahí tirada —dijo apagando el grifo.

Asentí sin mirarlo y sentí sus manos envolverme con una toalla y sacarme de la bañera. Una toalla gigante envolvió mi cuerpo entero, y puso otra para mi cabello.

—Lo siento, de verás.

Asentí tratando de no mirarlo, porque no quería llorar delante de él.

—Mírame, Rosie, por favor —susurró, negué y apoyé mi cabeza en su hombro. Sus manos me abrazaron a la vez que yo rompía a llorar bajo su cuello. Se sentó al oírme sollozar en el inodoro, y me sentó en sus piernas.

—Ya, pequeña, sácalo —susurró acariciando mi espalda. Sollocé más aún agarrándome fuerte a su espalda cómo si así todos mis demonios se fueran.

Quería mi vida.

Quería a Duncan.

Quería vivir tranquila.

Sus manos me hicieron mirarlo y sollocé al mirarlo a los ojos. Sus ojos estaban llorosos de verme así, y su ceño estaba fruncido.

—Estás tan rota por dentro, que temo no poder arreglarte nunca —susurró acariciando mi mejilla. Quería besarlo.

Necesitaba besar esos labios.

Mis ojos se desviaron a sus labios sin pensarlo. Mi mano acarició su mejilla a la vez que él se apoyaba en ella cerrando los ojos, cómo si mi tacto lo relajase. Mi cabeza se inclinó dejando un corto beso en sus labios.

Ese mínimo contacto hizo que en mi interior saltasen chispas de electricidad. Parecía como si el motor que estaba roto, estuviese arrancando otra vez.

Sus manos me apretaron contra él y su boca me siguió el beso. Necesitaba esto.

Nos separamos unas milésimas y lo miré, temiendo que hubiera sido una mala decisión.

—Lo siento —susurré. Él negó y dejó un beso en mi frente.

—Vamos a vestirte, ¿vale?

Asentí sin decir más y me sentó en el inodoro a la vez que él empezaba a colocarme la ropa interior. Me miraba sin deseo, pero tenía dulzura y amor en sus ojos. Me estaba cuidando desde lo más profundo de su ser.

Una vez vestida, empezó a peinarme y a secarme el pelo hasta quedar completamente seco. Me cogió en brazos sin decir nada más y me llevó al sofá de nuevo.

—Vengo enseguida —dijo. Cogí la manta que había en el sofá y me la coloqué en las piernas. Ya olía a persona humana limpia.

Maltratada (+18)Where stories live. Discover now