Capítulo 4

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Era la hora del almuerzo y Larry me había llamado unas 8 veces. Sobre esta hora, él se iba a trabajar a su maldito negocio y se le habría echo raro el no tenerme para hacerle el desayuno. Corrí a la cafetería y me puse enfrente de la máquina de cafés. Cogí mi móvil y llamé a Larry.

—¿Si?

Su voz sonaba muy ronca.

—Buenos días, amor.

Dije tratando de calmar su ira.

—¿Dónde cojones estás, Rosie? Sabes que me enferma que no estés para hacerme el puto desayuno.

—Tenia que ir a trabajar, Larry. El desayuno hubiera quedado para tirarlo a estas horas.

—¡Me importa una mierda! Cuando llegues a casa hablaremos.

Colgó y tragué saliva. Mis manos temblaron solas e intenté calmarme.

—¿Te encuentras bien?

Una voz apareció a mi lado izquierdo y miré asustada. Suspiré tranquila al ver a una chica joven, de no más de 25 años y con una sonrisa preocupada. Su cabello rubio caía por sus hombros y era bastante guapa. Sus ojos eran azules y su tez blanquita. Llevaba en su mano un café, seguramente recién sacado de la máquina.

—Sí, gracias —contesté guardando mi móvil y sacando el dinero para pagar el café. La máquina lo sacó y le metí por la ranura el dinero. La chica seguía mirándome desde la izquierda.

—Soy Isabella.

Se presentó extendiendo su mano y la cogí encantada.

—Rosie.

—¿Eres la nueva secretaria de Duncan, no?

Preguntó mientras empezaba a caminar a una mesa y la seguí.

—Si. ¿Cómo sabes?

—Las noticias corren rápido aquí. Soy una de las editoras más veteranas de la empresa. Tu mesa está cerca de la mía y te vi llegar. Además, Daniela te mandaba miradas asesinas —rió.

—Oh, ya. Lo he notado la verdad, pero me da igual. Sólo he venido a trabajar y conseguir dinero.

—Daniela siempre ha sido así. Quiere a ambos jefes para ella sola.

—Vaya —dije simplemente mientras bebía de mi café.

—¿Y por qué necesitas el dinero?

—Para pagarme el apartamento —dije.

—Oh, claro. Siento ser tan entrometida, pero me caes bien y nunca he tenido una amiga aquí. Conozco a un chico que hablamos a veces pero hoy es su día libre. La gente aquí suele ser muy... estirada.

—Seremos grandes amigas —dije sonriéndole. Ella me dio una sonrisa tranquilizada y vi que eran las 11:30.

Hora de volver al trabajo.

—A la salida nos vemos, Rosie. ¡Hasta luego!

Se despidió Isabella caminando a su puesto. Tiré el envase del café y anduve hasta mi mesa. Me giré y exactamente cómo dijo Isabella, ella estaba justamente a mi lado.

Un sonido de tacones me hizo mirar al ascensor. Una mujer rubia de ojos azules con un cuerpo de escándalo venía directamente hacia mi. Y no parecía de muy buen humor.

—Buenas tardes. ¿Necesita algo?

—¿Tú eres la secretaria de Duncan —asentí y dio un golpe con su mano en mi mesa.—Que sea la última vez que me hablas así por teléfono. ¡Aquí mando yo, maldita pobretona!

Maltratada (+18)Where stories live. Discover now