CAPÍTULO 12 | ¿Cuál es el peligro?

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ESTHER

—Yo creo que deberíamos, ya saben, entender que de verdad estamos en peligro. O al menos asimilarlo.

—¿Pero cuál es exactamente el peligro?

La pregunta se repitió en mi mente, lo hizo hasta que comenzó a perder sentido. Me sentía extraña, una parte de mí todavía estaba fuera, no dentro. Observé con detenimiento la expresión de Maia, ella estaba frente a mí. Heather a su lado. Éramos sólo nosotras, habíamos llegado hacía... ¿qué? ¿Tan sólo unos minutos? Y ya estábamos a punto de perder la cabeza.

Me volteé un poco y busqué con la mirada a quienes faltaban. La puerta de cristal me permitió ver que los tres estaban sentados sobre las silletas de plástico, pero en silencio. Tenía una mejor vista de Aarón, estaba de perfil y tenía la cara escondida entre sus manos. Esperé a que se moviera un poco y cuando lo hizo alzó la mirada en mí dirección. Nuestros ojos se encontraron pero en lugar de apartarlos, permanecí de esa forma. Distinguí algo extraño en él, en esa mirada del color del cielo que él sabía que me gustaba porque había tenido la gran idea de decírselo. Porque era verdad, sus ojos eran hermosos y tenía que saberlo pero ahí, mientras nos observábamos, sentí que decírselo había sido un error.

Llegué a la conclusión de que cualquier cosa podría considerarse uno.

Sonreí y aguardé a que él me devolviera el gesto. Eso pareció desconcertarlo, Aarón sólo se irguió y al cabo de unos segundos se giró. Zayn estaba hablando con él. Hice lo mismo, presté otra vez atención a las palabras de Heather.

—No lo sé, Maia—murmuraba—. Quiero decir... mira el reloj. Son apenas las dos de la tarde. ¿Qué se supone que tenemos que hacer hasta medianoche? ¿De verdad estamos aquí sólo para eso? ¿Y si el plan de esa vaca andante de Richard es volvernos locos?

—¿Y si para eso es el blanco?—arriesgué señalando con la mirada todo lo que nos rodeaba—. O quizás este tono les guste. ¿No crees que sea lindo? Me refiero a que, bueno, hace que todo se sienta eterno.

Heather se tomó un momento para observarme con ese tipo de mirada suya especial, como si quisiese decirme «por favor, pensé que ya no consumías marihuana». Me encogí de hombros.

—Esther, sé por experiencia que tienes esa extraña manía de buscarle siempre el lado bueno a absolutamente todo, pero...—comenzó a decir.

Asentí sin dejar que acabe.

—Lo sé—susurré—. Es sólo que...

—Oh, mierda—exclamó Heather—. ¿Y si... y si de verdad terminamos muriendo?

Elevó ambas manos, se cubrió la cabeza con ellas y comenzó a retroceder, tomando aire. Maia no tardó en alcanzarla.

—Heather, cálmate—le ordenó, pero la pelirroja lo único que hizo fue cerrar sus ojos—. Somos... quiero decir, eres fuerte, esto no va a poder matarte.

—Claro que no—intenté seguir, pero luego recordé sus palabras y decidí jugar un poco con ella—. A no ser que en realidad el blanco termine por volverte loca y vulnerable.

—¡Estás siendo pesimista!—estalló Heather—. ¡Te odio!

Arrugué la nariz y le guiñé un ojo, sin poder evitar sonreírle al final. Luego vi cómo Heather comenzaba a alterarse de verdad y me sentí algo culpable. Quizás no tendría que haber bromeado de esa forma con ella. Me acerqué, tomé sus manos y la alejé de su cabeza. Sus ojos estaban hinchados, al igual que su rostro empapado. Hice una mueca.

—Lo siento, Heather—me disculpé—. La verdad es que no creo que vayas a morir. No tú, al menos—mordí mi lengua, pero ya era demasiado tarde, la expresión de Maia habló por sí sola por más que ella intentó ocultarla. Me había malinterpretado, así que decidí agregar—. Lo que intento decir es que yo creo que podría ser Victoria. Ella está sola, nosotras nos tenemos. Estaremos para la otra, pase lo que pase, ¿no es así? Vamos a cuidarnos.

00:00Donde viven las historias. Descúbrelo ahora