﹙𝒐𝒊.﹚𝗎𝗇𝖺 𝗍𝗈𝗋𝗆𝖾𝗇𝗍𝖺

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DENTRO DE LA AMPLIA HABITACIÓN ARDÍAN velas con un aroma similar al de la vainilla, haciendo el lugar más acogedor y familiar para el de ojos marrones

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DENTRO DE LA AMPLIA HABITACIÓN ARDÍAN velas con un aroma similar al de la vainilla, haciendo el lugar más acogedor y familiar para el de ojos marrones. Su mirada se concentraba en el exterior, donde el Capitán Levi y la Teniente Rachel conversaban sobre algo que él desconocía, mientras ataban a sus caballos en el establo.

Deseaba poder estar ahí y no en su aromatizada habitación haciendo absolutamente nada, completamente perdido y desorientado en sus pensamientos. Aunque lograba mantenerse en un punto, uno entre la cruel realidad que lo acechaba y sus destructivos pensamientos.

Estaba seguro que las dos personas más importantes en su vida estaban irradiando ira por sus constantes estupideces en las misiones extramuros, y estar en su solitaria habitación era resultado de ello.

—Eros, ¿todo en orden?

—Desde luego, Rachel —sonrió, aún sin voltear a verla, sin embargo, ella vio aquella sonrisa forzada—, ¿cuántos murieron esta vez? ¿Crees que si hubiera ido, habría muerto junto a ellos?

—Por supuesto que no, maldito suicida —colocándose junto a él, expresó su notable enojo hacia el joven—. Aún tienes muchas cosas que hacer... tenemos.

Él no respondió, en cambio, siguió con la vista el pequeño cuerpo del Capitán Levi, mientras leves gotas de agua se pintaban en su ventana, anunciando una torrencial lluvia que pronto los azotaria.

—Menos mal regresaron antes de la lluvia. No sé qué haría sin ti, Rachel. —mirándola ahora, le sonrió, sintiendo ese déjà vu.

El silencio invadió la habitación, y la azabache estaba más que sorprendida por las recientes palabras que Eros le había dirigido.

Sabía que su más querido amigo estaba atravesando un camino lleno de baches y obstáculos pero, expresarle abiertamente lo que sentía le hizo darse cuenta que Eros estaba más que perdido en su propio rumbo.

—Deberías ir a ver cómo está Levi —murmuró minutos después apartando la mirada.

—¡Esa es una buena idea, mi querida amiga! —exclamó ahora con su usual euforia—. Gracias por estar aquí.

Y dicho esto, él salió de la habitación sintiéndose mareado por las incontables emociones que estaba experimentando.

—Gracias a ti por protegerme, Eros.

Él caminó por los angostos pasillos oscuros, oyendo de fondo el hablar de los demás soldados. Dobló en una esquina y por fin dio con la puerta de la habitación del Capitán Levi, tocó dos veces y un "pase" lo hizo adentrarse a la espaciosa habitación.

—Capitán Levi, es bueno saber que aún lo tendré un poco más para molestarlo.

—¿Qué quieres, maldito mocoso?

悲劇 𝐂𝐀𝐓𝐇𝐀𝐑𝐒𝐈𝐒; 𝗌𝗇𝗄Where stories live. Discover now