Cap 9

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El cuervo Kusagai de la joven Youko, picotea levemente la puerta que daba para el patio interior de la finca; con el objetivo de llamar su atención.

—Dime que es mi katana por favor— Susurra, con sus ojos cerrado; deseando que su cuervo trajera buenas noticias.

—Tsuguko de la Flama, el herrero Haganezuka; viene en camino con su katana— el cuervo aletea asustado cuando, la Tsuguko eleva sus brazos con felicidad —A-Además se le ha asignado una misión de escolta—

Los ojos de la chica se abren de sobremanera, procesando lo dicho por su cuervo; esta en realidad seria su segunda misión, pero tenía que ser honesta; las reminiscencias de la anterior estaban muy palpables, como un trauma en su subconsciente.

La chica suspira y asiente con su cabeza; dejando que su cuervo se vaya.

Sus ojos tono granate, se fijaron en una esquina de su habitación; donde yacía doblado su uniforme de cazadora. Un escalofrió le recorrió la espina dorsal, llegando hasta su nuca.

Sus ojos se cerraron instintivamente, buscando apartar sus tormentosos recuerdos.

—No puedes seguir dudando—

Su voz interna, retumba; causando que sus ojos se abran de una vez, con determinación en sus movimientos, se despoja de su ropa habitual y se viste como una cazadora.

Sus manos estaban a punto de tomar su haori de color granate; cuando recuerda que en la habitación de Kyojuro; yace su haori de pilar, junto a la empuñadura de su katana sin el Tsuba en forma de flama.

Sonrío genuinamente al recordar como Senjuro le había regalado el guardamano de la katana de Kyojuro, al joven Tanjiro.

Sonrió con nostalgia, al verse reflejada su figura, en el espejo del salón.

—Ojalá mi hermano pudiera verte— le comenta Senjuro, apareciendo tras ella; reflejándose de igual manera —Ha llegado— fueron las ultimas palabras que alcanzo a pronunciar Senjuro antes de terminar su frase.

Youko mira por el reflejo del espejo, como una sombra de aura maligna se acerca lentamente.

Su cara estaba pálida, debido al infaltable zarandeo que su padre le daba con alevosía.

—Prometo que esta vez no la romperé— le dice con determinación, que tranquilizo a Haganezuka.

Como llego su padre, se fue; al cabo de unas horas, debido a su misión.

—Cuídate mucho— se despide Senjuro, al verla totalmente preparada para salir.

—Ya me voy, cuídate mucho Sen-Chin, y usted también Señor Shinjuro—se despide de ambos con una sonrisa.

Youko disfrutaba de caminar y estar al aire libre, dejando su cabello, ser libre a la brisa y que este brillara con los rayos del sol, con dicho brillo, era mejor apreciable el color distinto de la punta de sus cabellos; tomando un brillo rojizo; Haganezuka le decía que su cabello se debía a que el sol la había bendecido con belleza; por lo que debido a esto se había originado su nombre con los kanjis que significaban, la niña del sol.

Últimamente, al igual que ahora; la joven tendía a traer el cabello atado en un moño con dos mechones de cabello sueltos a cada lado de su rostro.

Sinceramente al comienzo no le agradaba para nada aquel estilo de peinado, debido a que su marca era muy notoria, pero a Senjuro parecía gustarle y la alentó a dejarla a la vista.

Suspira con pesar, al notar que todavía faltaba un par de minutos para llegar al punto de encuentro.

Su cuervo, le había comentado a grandes rasgos su misión; debía escoltar a un político y su esposa; desde el distrito de la flama hasta el distrito central. Lo cual para Youko no se escuchaba para nada difícil.

La reencarnación del solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora