Capítulo I

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Capítulo I

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Capítulo I

Wanda se puso de pie y aplaudió con los demás, riendo cuando los cadetes recién egresados lanzaron sus gorras al aire. Estaba incómoda enfundada en ese traje de dos piezas que apenas y la dejaba respirar y con esos tacones que le tenían los pies en llamas, pero, por él valía la pena. A su lado, su tía Sarah se limpiaba discretamente una lágrima con su pañuelo de encaje y ella le rodeó los hombros con un brazo, dejando un beso en la sien de la mujer. Ambas comprendían lo que significaba que Steve finalmente se graduara de la academia. Aquel había sido el sueño de su tío Joe, el que, derrotado por el cáncer, no pudo estar presente en la ceremonia de graduación de su hijo.

⸺ Si tan sólo Joe pudiera ver esto...⸺murmuró la mujer y Wanda asintió, con un suspiro.

⸺ Estoy segura de que nos ve, tía Sarah. Y está muy feliz... y diciendo que ya no llores porque arruinarás tu maquillaje, mujer⸺ completó, imitando la voz gruesa de su tío y haciendo reír a la mayor.

⸺ Ay, cariño... que razón tienes. Ven, vamos a abrazar a Steve⸺ Wanda y Sarah se alejaron de la multitud y buscaron entre los recién graduados a Steve.

El chico alzó la mano y las llamó con una sonrisa. Ambas mujeres se acercaron a él y lo abrazaron, una por cada costado. Steve le dejó un beso en la cabeza a su madre y la estrechó contra él, sonriendo, feliz. Wanda se puso en puntillas y lo besó en la mejilla, llamando la atención de su primo. Él dejó escapar una risita y le hizo cosquillas en la cintura, sonriendo completamente feliz. Ser policía había sido su sueño desde que tenía memoria y, ahora, que por fin lo había conseguido estaba completamente exultante. Con un suspiro de satisfacción, soltó a las mujeres de su vida y las miró con una sonrisa que no le cabía en el rostro, extendiéndole la gorra a su prima para luego coger la placa que adornaba su pecho y posarla sobre la palma abierta de su madre.

⸺ Lo logré, mamá...⸺ murmuró con los ojos llenos de lágrimas, producto de la emoción y Sarah lo abrazó con fuerza.

⸺ Estoy tan orgullosa de ti, mi niño...⸺ murmuró ella entre lágrimas mientras Wanda se acomodaba la gorra sobre la cabeza y sonreía, intentando no llorar como el resto de su familia. Tenía siete años cuando llegó a los Estados Unidos, sola y asustada. Tras la pérdida de sus padres y su hermano en un accidente de tráfico, las autoridades de Sokovia habían buscado a sus parientes más cercanos y, resultaba que la única pariente que tenía con vida era su tía Sarah, hermana de su madre.

Magda Maximoff había emigrado desde Irlanda a Sokovia siguiendo al hombre que amaba y había dejado a toda su familia atrás. Sin embargo, luego de su muerte, esa hermana largo tiempo olvidada se convirtió en la única esperanza de su hija de no terminar en un orfanato. La embajada dio con ella y le comunicaron la situación, ofreciéndole dos opciones: hacerse cargo de la niña, o, dejarla en Sokovia para que fuera criada por el estado. Por supuesto, Sarah Rogers tomó la primera opción. Cuando Wanda llegó al aeropuerto, ella y su familia estaban esperándola. Al principio fue difícil, claro que sí. La pequeña apenas y hablaba inglés y estaba tan golpeada por la tragedia que se negaba a convivir con su nueva familia. Sin embargo, a punta de paciencia y cariño, los Rogers la convirtieron en una más.

La hermana que Sarah jamás pudo darle a su Steve.

⸺ Se te ve bien⸺ sonrió el joven, quitándole la gorra a su prima para luego calzársela en la cabeza. La observó de pies a cabeza y sonrió más amplio al ver como iba vestida⸺ Wanda Maximoff, ¿te pusiste tacones?

⸺ Sólo por ti, así que disfrútalo⸺ gruñó ella, cambiando su peso de un pie a otro. La verdad es que los zapatos estaban matándola y lo único que quería era llegar a casa para lanzarlos a un rincón y no verlos más hasta la próxima ocasión elegante a la que tuviera que acudir.

⸺ Eres la mejor. Aprecio el sacrificio... y te amo por eso⸺ sentenció él y le dio un beso en la frente antes de ofrecerles el brazo a ambas mujeres y echar a andar con ellas de regreso a casa, completamente satisfecho de sí mismo y pagado de la vida.

⸺ Me amarás aún más luego de esta tarde... hay alguien a quien quiero presentarte...

Del otro lado de la ciudad, una muchacha curvilínea taconeaba alegremente por entre los hombres de su padre, en dirección a su oficina. Los hombres que la rodeaban la observaban con el deseo pintado en los ojos, pero, ninguno se atrevió a decir nada. Sabían que cualquier falta de respeto a la única hija del jefe sería penada con la muerte. Así que Natasha contoneaba las caderas impunemente, dejando a su paso una estela de perfume arrebatador y de suspiros frustrados. Golpeó la gruesa puerta de roble frente a ella y entró sin esperar respuesta, encontrándose a su padre en medio de sus lugartenientes de confianza. Hombres que, como él, venían de la recién disuelta Unión Soviética y que profesaban un respeto casi enfermizo por el hombre que los había sacado de los campos helados de Siberia y se los había llevado a América, la tierra de las oportunidades.

Alian Alexandrovich Romanoff observó a su hija con una gruesa ceja alzada y dio una calada a su puro antes de menear la cabeza, y reclinarse en su asiento. La muchacha era la viva imagen de la madre, igual de hermosa, igual de altiva, igual de lista. Su pobre Alioshka no había sido capaz de darle más hijos, pero, le había regalado a la heredera perfecta. Él no era como el resto de sus compatriotas. Le importaba un comino lo que ella tuviera entre las piernas, le importaba mucho más lo que tenía sobre los hombros. Ser hombre no aseguraba nada, pero, la cabeza que tenía su hija, su talento, su carisma y su férrea voluntad, eso sí le aseguraba el futuro brillante de su imperio.

La chica saludó con un gesto a los viejos lugartenientes y se sentó sobre el escritorio de su padre, cruzando sus largas piernas torneadas y mirando a los hombres con una mezcla de descuidada indiferencia y atención sagaz. Parecía una adolescente común y corriente, pero, Alian sabía que ella era sagaz como un zorro. Algo había escuchado que llamó su atención y la hizo presentarse en ese momento. Probablemente, ya sabía de las nuevas operaciones y quería formar parte. Pero, frente a los demás, era la típica niña de papá, hija de ricos que obtiene todo lo que quiere. Natasha hizo explotar una su goma de mascar y luego sonrió, inclinándose hacia su padre y dándoles a los hombres una privilegiada vista de sus muslos apenas cubiertos por la falda de jeans que llevaba.

⸺ Papi, Bucky me invitó a salir hoy. Wanda, él y yo iremos al cine y luego a comer... ¿me puedo llevar el Mercedes? Por favor, por favor, por favor...⸺ pidió juntando sus manos frente a su rostro mientras hacía un gracioso puchero. Alian suspiró y abrió el primer cajón de su escritorio para sacar las llaves de su auto.

⸺ ¿Cuándo será el día en el que pueda decirte que no, muñequita? ⸺ suspiró, fingiendo hastío y entregándole las llaves a la chica de mala gana.

⸺ Nunca. Soy tu princesa, no lo olvides⸺ puntualizó Natasha y besó a su padre en medio de la frente antes de coger las llaves y bajarse de un salto del escritorio.

⸺ Cierto. Me tienes de las pelotas, hijita⸺ sacó un fajo de billetes del bolsillo de su camisa y se los extendió con una sonrisa⸺ Diviértete y dile a Barnes que, si algo te pasa, lo castraré.

⸺ Mi hijo cuidará bien de ella, Alian, como siempre⸺ sentenció George Barnes, sonriendo al ver el entusiasmo casi infantil de la hija de su jefe. Ella y su Bucky eran amigos de la infancia y se querían como dos hermanos.

⸺ Eso espero, George. Ahora, ve, cariño. Y no quiero ni un rasguño en el auto, ¿escuchaste, muñeca?

⸺ Ni uno solo, papi⸺ respondió ella, lanzándole un beso y saliendo de la oficina a saltitos para luego volver a caminar recta y altiva mientras desenvolvía el rollo de billetes.

Dentro, estaba lo que ella necesitaba realmente: una hora, una fecha y un lugar. Aquel sería su primer golpe en solitario y nadie debía saberlo. Era su prueba de fuego, pero, aún tenía tiempo para ello. Por ahora, iría a divertirse con sus amigos y a ver quién era el galán que Wanda tenía para ella. 

Opposite AttractsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora