Capítulo XXIV

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Capítulo XXIV

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Capítulo XXIV

Steve caminó por el pasillo de la mansión, sintiendo sobre él la pesada mirada de los retratos que colgaban de las paredes, uno tras otro en una extensa sucesión que parecía no tener fin. Generaciones de hombres y mujeres de la familia Romanoff lo observaban en silencio, fríos y severos desde sus marcos de madera fina. Alian Romanoff había hecho pintar los retratos de todos sus antepasados, como un modo de no olvidarlos, de no olvidar de donde venían ni adonde pretendían llegar. El último cuadro, junto a la puerta del despacho, era una pintura muy bella del mismo Alian y su hermosa hija, de pie, junto a él. Natasha parecía mirarlo con aquella sonrisa burlona y coqueta que tanto extrañaba. Y, de hecho, fue esa misma sonrisa la que lo recibió en cuanto entró a la estancia.

─ Qué gusto verte de nuevo, Steve─ saludó, levantándose de su silla y acercándose a él con la mano extendida.

El policía la observó con una ceja alzada y no respondió a su saludo más que con un bufido malhumorado. Y lo estaba. Aquella encerrona no le había hecho ninguna gracia y, mucho menos cuando se supone que eran ellos los perseguidores. No era divertido ser el cazador cazado. Natasha no le dio importancia al asunto. Sin dejar de sonreír, apuntó hacia unos sitiales junto a la ventana, invitándolo a tomar asiento.

─ ¿Quieres algo de beber? ─ preguntó y Steve suspiró, pidiendo paciencia al cielo.

─ ¿Quieres dejar de fingir que esto es una visita de cortesía y no un jodido secuestro? ─ preguntó a su vez, observando como la sonrisa de Natasha mutaba en una expresión de sorpresa que la hacía lucir completamente adorable.

─ ¿Secuestro? ─ preguntó, llevándose una mano al pecho y desviando la mirada de él hacia Bucky, quien observaba toda la escena con una mueca divertida en el rostro─ James, ¿acaso secuestraste a Steve? ¿No te dije que lo invitaras educadamente a hablar conmigo?

─ Yo no lo secuestré, jefa. Lo encontré en la calle, lo saludé amablemente y lo invité a venir con nosotros. Su compañero está bebiendo café con los muchachos en la sala─ y era cierto. Tony, luego del susto inicial y al ver que nadie iba a hacerles daño, se había dejado consentir y bebía una taza de buen café amenizado por la charla incesante de los hombres de Natasha.

─ Por favor, para con esta charada─ pidió Steve, cortando su diálogo bruscamente─ Sabes que no me gusta que se burlen de mí... dime para qué me trajiste aquí y déjame ir─ exigió y la sonrisa de Natasha se convirtió en una mueca.

─ Lo sé, no tienes sentido del humor...─ murmuró, indicándole con un gesto a Bucky que los dejara solos. El castaño asintió y salió del despacho, cerrando la puerta silenciosamente tras él─ Ya que quieres que sea directa, lo seré: necesito tu ayuda y la de la policía.

Aquello si que no se lo esperaba.

─ ¿Disculpa? Bucky acaba de llamarte "jefa", por lo que deduzco que ya te has hecho cargo oficialmente de los negocios de tu padre, y, pese a eso, ¿me pides ayuda? ─ Natasha no respondió, pero, sus ojos se ensombrecieron y Steve supo que realmente algo no estaba bien─ ¿Qué es lo que está pasando, Natasha? ─ preguntó, en tono más calmo.

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