Capítulo XVII

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Capítulo XVII

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Capítulo XVII

Natasha abrió los ojos muy despacio, sintiendo la cabeza pesada y el cuerpo adolorido, como si la hubiesen molido a golpes. Si eso era resaca, era la peor que hubiese experimentado en su vida. Se llevó las manos a la cabeza y presionó sus puños contra sus ojos, evitando así la luz que, aún escasa, estaba taladrando su cerebro. Mientras la consciencia volvía poco a poco a ella, comenzó a recordar los eventos del día anterior y un nudo se apretó en su garganta mientras pensaba en cómo manejaría la situación que se le venía encima. Pronto tendría que enfrentar la cruel realidad que se le había presentado... todo lo que siempre había creído como una verdad inamovible, no era más que una sucia mentira. Exhaló el aire muy despacio, alejando a la tristeza como mejor supo y entonces, escuchó voces fuera. Tardó unos segundos en procesar el sonido, pero, entonces reconoció, sin lugar a dudas, la voz de Steve.

Abrió mucho los ojos y se sentó de golpe en la cama, notando varias cosas. En primer lugar, esa no era su habitación. Reconoció de inmediato la decoración discreta y masculina, las cortinas grises, la lámpara de metal en el techo, el aroma de su perfume en el aire. No era la primera vez que estaba en ese cuarto y, aún lo tenía impreso en la memoria. Instintivamente, se recogió hacia la cabecera de la cama y el movimiento la hizo reconocer el segundo hecho fuera de lugar: ¿dónde demonios estaba su ropa interior? ¿De ahí venía el dolor en sus muslos? ¿De ahí las marcas en sus manos? ¿Acaso habían tenido sexo la noche anterior? Y, de ser así, ¿por qué diablos no recordaba nada? Cuando se levantó de la cama, asustada, el dolor se hizo más intenso y entonces, sólo entonces, recordó todo lo que había ocurrido.

La imagen del bar, de los tragos que se deslizaron frente a ella, uno tras otro, el rostro del imbécil que la acosó y luego, la pelea en el callejón. El miedo del momento volvió a invadirla y una arcada le subió por la garganta de forma violenta. Se llevó ambas manos a la boca para contenerla y permaneció en silencio, intentando escuchar mejor lo que decían en la sala.

─ ¿Estás seguro de que quieres hacer esto solo, Steve? ─ preguntaba la voz de Wanda y Natasha se irguió lentamente, prestando más atención a lo que decían─ Muchas mujeres se niegan a dejar que un hombre se les acerque o, a que las mire siquiera luego de una experiencia como esa. Por lo general, la presencia de una mujer hace todo mucho más fácil...

─ Lo sé, pero, ella recurrió a mí, Wan. Y, me hizo prometerle que no involucraría a nadie más... realmente me gustaría contar con tu ayuda, pero, temo perder su confianza si no hago lo que me pidió...─ Natasha se levantó despacio y se acercó a la puerta, intentando comprender lo que decían. ¿Quién había acudido a él? ¿Ella? ¿Acaso había ido a pedirle ayuda en medio de la noche luego de lo que pasó?

─ Bueno, tienes un punto ahí. Volveré a casa ahora, la verdad es que estoy muerta. Pero, si necesitas algo, cualquier cosa, me avisas, ¿está bien? ─ Steve hizo un sonido de asentimiento y Natasha empujó ligeramente la puerta, intentando verlos. Pero, la puerta se abrió de golpe y Wanda, quien ya estaba despidiéndose de su primo en la puerta, abrió mucho los ojos al verla salir así del cuarto─ ¿Natasha?

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